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Guillermo Dupuy

La normalización lingüística franquista

Para aquel régimen, que también era nacionalista, que hubiera españoles que tuvieran como lengua propia el catalán era una "anomalía" tan erradicable como lo es para los nacionalistas de ahora que haya catalanes que tengan como lengua propia el castellano

La major part dels castellans gosen dir públicament que aquesta nostra província (Catalunya) no és Espanya y per ço que nosaltres no som verdaders espanyols. Aquesta província no sols és Espanya mas és la millor Espanya.

(Cristòfor Despuig, en sus col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, 1557)

Claro que Franco fue el inmediato precursor de la liberticida "normalización" lingüística que los nacionalismos periféricos han impuesto en muchas partes de España. Claro que la dictadura prohibió a millones de españoles estudiar en su lengua materna y los sometió a una coactiva inmersión lingüística como han hecho los nacionalistas de ahora con los catalanes o los gallegos. Para aquel régimen, que también era nacionalista, que hubiera españoles que tuvieran y consideraran como lengua propia al gallego, el euskera o el valenciano era una "anomalía" tan incomoda y erradicable como lo es para los nacionalistas de ahora que haya catalanes, vascos o gallegos que tengan y sientan como lengua propia el castellano.

En este sentido, no puedo estar más de acuerdo con el título del artículo de Cristina Losada Normalización lingüística. Franco fue el precursor. Ahora bien, sólo con el título. Y es que, sorprendentemente, lo que utiliza Cristina como base de su equiparación no es la coactiva erradicación de la enseñanza de lenguas españolas que se produjo en España durante la dictadura y la que se produce ahora; tampoco son esos moldes y delirios identitarios que, tanto entonces como ahora, conceden los derechos lingüísticos, no a las personas, sino a los territorios. Tampoco se refiere a esa visión homogénea y coactivamente homogeneizadora que en tiempos de Franco –y mucho antes– negaba la diversidad y el pluralismo de España tanto como ahora los nacionalistas niegan la diversidad y el pluralismo lingüístico de Cataluña o de Galicia. No. En lo que se fija Cristina Losada para hablar de Franco como "precursor" de la liberticida normalización lingüística de ahora es paradójicamente en un decreto que, como el 1433 de 30 de mayo de 1975, firmó el dictador poco antes de morir, y en el que básicamente concedía cierta libertad para estudiar otras lenguas españolas distintas del castellano.

Ahora bien. ¿De cuándo acá esta tardía libertad, o ese tardío reconocimiento de que las lenguas regionales son patrimonio cultural de la nación española, son "semillas" o "precursoras" de la liberticida inmersión lingüística que ahora los nacionalistas perpetran contra otros catalanes o gallegos? En todo caso estos tardíos decretos franquistas serían por el contrario precursores de una visión más liberal, constitucional y realista de lo que es España.

Aunque el régimen del General Franco, sobre todo durante sus primeras décadas, se caracterizara por la falta de reconocimiento y de libertad en materia lingüística, hay que reconocer que en muchos casos no fue tan represiva como son algunos nacionalismos de ahora, que vigilan hasta en qué idioma hablan los niños en el recreo. Es cierto que la dictadura, como ponen en evidencia los decretos mencionados por Cristina, fue paulatinamente reconociendo la diversidad de España y dando cada vez mayor libertad en materia lingüística, como también lo ilustra el hecho de la existencia de ikastolas o de otros centros en los que se podía estudiar lenguas distintas castellano o de editoriales que publicaban en esas lenguas. Ahora bien, esa paulatina mayor libertad no borra lo que de represivo tuvo en su mayor parte de vida el régimen franquista en materia lingüística y, menos aun, es "precursora" de la represión que ahora perpetra la inmersión lingüística nacionalista.

Estoy seguro de que Cristina Losada, tanto o más que yo, suscribe que el castellano no es la única lengua española y que el derecho a conocer y a usar cualquiera de ellas debe estar protegido, tal y como venían a reconocer esos tardíos decretos franquistas. Lo que no acabo de entender es que, por este hecho, Cristina y yo tengamos que sentirnos precursores de la liberticida normalización lingüística de ahora.

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