Decía Alexis de Tocqueville que para disfrutar de los inestimables beneficios que proporciona la libertad de prensa se hace necesario aceptar los males inevitables que ésta crea. Viene esto a cuento porque muchos de los medios de prensa norteamericanos cercanos hoy al poder, o sea el de la progresía que ocupa ahora la Casa Blanca, y que hasta hace bien poco pasaban por ser rigurosos, están ya sufriendo graves problemas económicos y de credibilidad. Se debe esto al doble rasero mediático de esos medios, problema que no es exclusivo de Estados Unidos. La doble e hipócrita cara en los medios estadounidenses lo prueba el sectario tratamiento diario de muchas de las noticias. Dos hechos de actualidad ocurridos casi a la vez en la mitad del mes de febrero en este país ayudan a comprobarlo.
El 12 de febrero, Amy Bishop, una profesora de la Universidad de Alabama en Huntsville, mató a tiros a tres personas e hirió a otras tres después de descubrir que no se le había concedido la titularidad y que, por tanto, no continuaría en su plaza universitaria. Graduada por la Universidad de Harvard, Bishop era para los medios de la progresía una de esas "intelectuales" más inteligentes que la media de la ciudadanía. La realidad es que la misma profesora había matado ya en 1986 a su hermano y en 1993 le había puesto una carta bomba a otro catedrático que evaluaba su expediente académico y que, afortunadamente, nunca explotó. La reacción de la prensa a su tiroteo fue variada, pero los medios y comentaristas progres insistieron en el estado de desequilibrio mental de la profesora. En lugar de culpar a la asesina, la única culpable de los hechos, la progresía mediática volvió a lo que suele hacer mejor: encontrar el problema en las leyes de este país que permiten comprar armas de fuego, pese a que constitucionalmente se trata de un derecho ciudadano y con distintas leyes en cada estado. A los medios progres no les importaba que la tal Amy Bishop se cargara de una plumazo al director del departamento de Ciencias Biológicas, G.K. Podila, y a dos de sus adjuntos, María Ragland Davis y Adriel Johnson. El libreto mediático progre para la noticia era que había que acabar con las armas de fuego. Lo que la mayoría de los medios no contaron u ocultaron es que la profesora de marras era una confesa radical de extrema izquierda, abiertamente "obsesionada" con apoyar al presidente Obama hasta el punto de resultar desagradable. Así lo reconocieron las propias fuentes familiares, según informó casi en solitario el Boston Herald.
Menos de una semana después, el pasado 18 de febrero, un ingeniero norteamericano llamado Joseph A. Stack decidió estrellar una avioneta Piper Cherokee PA-28 monomotor contra la oficina regional del Servicio de Impuestos Internos (IRS) en Austin, Texas. Stack murió en el ataque y hubo un empleado público muerto y otros gravemente heridos. El hecho, en sí mismo, era un acto de terrorismo interior contra un edificio gubernamental, pero como a la prensa favorable a Obama no le interesa hablar de nada relacionado con un ataque terrorista, el tema quedó simplemente como mera acción aislada. La propia Casa Blanca prefirió no llamar por su nombre a un acto que, en toda regla, fue una acción terrorista cometida por un lunático norteamericano en su propio país y contra sus propios compatriotas. La avioneta no logró penetrar en el edificio, lo que habría causado más víctimas. Al parecer, Stack acumulaba más de 126.000 dólares en deuda fiscal. Cargó combustible de más en la avioneta para aumentar el daño y no tuvo mayores problemas para llevar a cabo su plan puesto que las autoridades del aeropuerto local ni siquiera le pidieron un plan de vuelo. Antes de subirse a la avioneta, Stack incendió su propia casa dejando atrás una nota suicida en internet, que, además de ser una diatriba contra el fisco, cargaba contra la Iglesia Católica, las grandes empresas y el sistema capitalista.
Los ataques de Stack a la Iglesia y al capitalismo en su nota lo ubican claramente lejos de la derecha política norteamericana y del liberalismo conservador del GOP. Sin embargo, la inmediata reacción de los medios progres norteamericanos fue conectar a este asesino suicida a lo que ellos llaman la "extrema derecha" y que ubicaron erradamente en el movimiento del "Tea Party". Así lo hicieron revistas como la conocida Time Magazine cuyo reportaje apuntaba esa inventada relación y seguía después con un enlace titulado La creación del movimiento del Tea Party. Lo mismo ocurrió en otros medios, como el diario The Washington Post, que ligaba a Stack –sin argumentos ni pruebas– a dicho movimiento popular, así como el New York Magazine, con una inventada filiación del suicida a las reuniones de los "Tea Parties". En todos los casos, la reacción (des)informativa fue inmediata en el tiempo, casi en cadena y apenas unas horas después del mismo día de los hechos, sin apenas tiempo para investigar de verdad o realizar una informe serio.
En ambos casos, por tanto, estos dos asesinos lunáticos y de convencida ideología de izquierda no tenían nada que ver con el ideario de la derecha política norteamericana ni con el "Tea Party", sino más bien al revés: la profesora era una forofa de Obama; el ingeniero era un moroso del anti sistema capitalista. Pese a todo, los medios progres por aquí se encargaron de manipular las dos historias a su manera, en un paripé mediático que se extiende a otras noticias y con el que babean también muchos medios en España. Tocqueville, pues, no se equivocó. Tampoco Thomas Jefferson, quien ya había dicho que aquel hombre que no lee nada está mejor educado que el que sólo lee periódicos. Sobre todo, añadamos nosotros, si son de la progresía.