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Javier Moreno

Cruzada contra la cruz

Mazón, defensor de la Razón, demuestra ser un supersticioso de la peor especie, un supersticioso ateo. Pretende, desde tan endeble cimiento racional, construir una nueva sociedad sobre las ruinas de la antigua.

Sobre un castillo musulmán, en lo alto de un cerro, dominando la huerta murciana, se eleva majestuosa la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, más conocida como Cristo de Monteagudo. En 1926 se inauguró el monumento, y justo diez años después, al comenzar la Guerra Civil, fue dinamitado por los Republicanos. No fue hasta 1951 que volvió, por orden del Caudillo Franco, a coronar el pueblo de Monteagudo la enorme imagen de un Cristo con los brazos abiertos en cruz. En torno a esa imponente escultura, sita en terreno público, han nacido, crecido y vivido muchos murcianos, que la consideran, con razón, una parte esencial de su paisaje existencial, patrimonio no sólo religioso sino también cultural de Murcia y de España.

Pero un abogado de la tierra, José Luis Mazón, cree que la tradición que representa el Cristo saca a relucir "la Murcia atrasada, visceral, irracional y prejuiciosa", y que el monumento es "una reliquia del totalitarismo católico impuesta por Francisco Franco". Así, ha emprendido una particular batalla legal y política personándose en la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid para pedir que se retire este símbolo religioso del espacio público. Aparte de la laicidad inmaculada del Estado, al letrado Mazón parecen preocuparle otras dos cosas. La primera de ellas, defender la razón, según él la entiende; la segunda, paradójicamente, salvar el patrimonio cultural murciano.

La Iglesia, dice Mazón, "ha topado con el poder de la razón... que está en alza". No está en disposición, el abogado del diablo, de dar un paso atrás en su apuesta "por una nueva sociedad". Pero, ¿en qué consiste la razón de la que nos habla este sujeto? Él mismo lo revela poco después al afirmar que "el Cristo ha traído mal fario al pueblo... no se prospera con esa estatua, es una energía negativa que opera sobre Monteagudo y sobre Murcia". Mazón, defensor de la Razón, demuestra ser un supersticioso de la peor especie, un supersticioso ateo. Pretende, desde tan endeble cimiento racional, construir una nueva sociedad sobre las ruinas de la antigua. Así, lo único de lo que es capaz es de la previa labor destructora.

Dice defender asimismo, Mazón, el patrimonio cultural murciano ya que, según él, el Cristo "es una enfermiza incrustación que profana el castillo hispano-musulmán del último rey islámico, y patrimonio histórico... uno de los monumentos que mejor representan el esplendor de la Murcia islámica". No pasemos por alto el término usado para referirse a la relación entre el Cristo y el castillo. El Cristo "profana". Es decir, "trata algo sagrado sin el debido respeto, o deshonra algo respetable". De rodillas hacia la Meca el laicista muestra su verdadera cara, la del odio a la cruz. No le preocupan ni la defensa de la razón, ni el patrimonio cultural, ni la erradicación de la religión de las conciencias. Su cruzada es contra la cruz. Y lo demás es solamente una nota a pie de página de la historia.

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