Un amo temible
Si Telefónica, u otra compañía, decidiera violar la neutralidad en la red por su cuenta, lo más probable es que fracasara. Pero si es el Gobierno quien lo impone, no hay escapatoria posible.
La llamada "neutralidad en la red" supone aplicar a todos los datos que circulan por ella el mismo tratamiento, que no haya prioridad de unos sobre otros y que no se impida a algunos circular por las razones que sean. Quienes quieren que el Estado meta su nariz en internet y la regule, imponiendo esa neutralidad, a menudo han puesto sobre la mesa un escenario que, por exagerado e improbable, los hacía parecer unos alarmistas al estilo de los climáticos, siempre tan puestos a poner el grito en el cielo con datos falsos, como sabemos ahora. Lo que decían, y dicen, es que si no se impone por ley que las operadoras de telecomunicaciones gestionen sus redes siguiendo ese principio de neutralidad, acabarán cortando el acceso a Google o Yahoo si éstos no les pagan un extra.
Pues bien, ha venido César Alierta y se ha declarado convencido de que la situación actual, en que los buscadores de internet, que "usan nuestras redes sin pagarnos nada", "va a cambiar, estoy convencido". ¿Me preocupan por sí mismas esas declaraciones? La verdad, no. Para poder lograr este objetivo, Alierta tendría que convencer, pongamos, a Google, que es la empresa con más dinero y es con diferencia el buscador más popular en nuestro país. Su única arma, en un mercado libre, sería decir al gigante de internet que o paga, o en España y otros países, especialmente sudamericanos, no va a poder acceder a Google ni el tato. O, en una versión más light, que los usuarios accederán más lentamente al buscador, a Gmail, a Google Maps, etc.
¿Accedería Google a esta oferta que no puede rechazar? Lo dudo mucho. Es una empresa global, y no creo que sus jefazos sean tan tontos como para no darse cuenta de que si ceden ante Telefónica, tendrían que ceder en el resto del mundo frente a todas las demás operadoras. Así que dirían que no, sufrirían el castigo... y los clientes de Telefónica nos iríamos a otro proveedor de acceso a internet, en un número que previsiblemente haría un agujero en sus cuentas mayor que lo que esperaban cobrar de Google.
Pero la cosa cambia, y mucho, cuando va el ministro de Industria, Miguel Sebastián, y suelta que cobrar a los buscadores "es una opción posible que hay que discutir y barajar". Me preocupa por una razón muy clara: el Gobierno tiene el poder, algo de lo que carece Telefónica, por más que sea el operador dominante. Así que podría emplear su monopolio de la fuerza no para imponer la "neutralidad en la red", sino para exigir su violación, obligando a empresas como Google a pagar a Telefónica, Ono y compañía.
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