Ojalá la asignatura de Educación para la Ciudadanía hubiese consistido sólo en los peores temores conspiranoicos sobre ella que tenían los padres y asociaciones (y, antiguamente, hasta partidos, antes que algún PP se convirtiese en submarino de bolsillo de la Internacional Socialista). En un adoctrinamiento derivativamente soviético de los escolandos en convicciones antioccidentales, anticlericales, anticapitalistas o anticulturales. Ya nos hubiésemos arreglado con eso. Pero no. El verdadero efecto espeluznante e irrefragable de la EpC es haber otorgado, con timbre oficial, condición de archimandritas del nuevo culto a todos los tontos y zumbados que hasta entonces se mantenían callados en España, para que no los descubriesen. Y ya se sabe aquello de que a un malvado lo puedes hacer tu íntimo enemigo, pero contra un tonto no puedes luchar.
Nada de extraño que uno de estos nuevos intérpretes auténticos del sentir ciudadano en ese sitio que se está convirtiendo en una especie de silente Silicon Valley de la ingeniería social, Andalucía, haya aconsejado a las cabecitas en proceso de esponjamiento que el sexo está para hacerlo con otro niño, otra niña "o un animal". Los padres se han levantado contra la pobre piltrafilla investida acusándole de hacer apología de la zoofilia. En realidad, estaba haciendo apología, no de la comparativamente pacata zoofilia (la "expresión lúdica" incluirá, ya lo verán, la necrofilia y prácticas más divertidas aún), sino de la mismidad, de la intrínseca condición de Educación para la Ciudadanía en su totalidad: la inestimable oportunidad que concede el Gobierno socialista (y, por lo que dicen, también lo hará el PP) para que todos los perturbados que antaño se mantenían atados al brasero de la mesa camilla sin salir de casa para evitar los cuchicheos vecinales hagan sus pinitos como ideólogos de la reversión del país, travestidos de docentes.
Metidos en la lógica inversa de que todo lo que antes se decía que era bueno ahora es malo y al revés, lo que antes era perverso ahora es autenticidad corporal y al revés; único mandamiento por cierto de ciertas cómicas sectas luciferinas (que también, curiosamente, se titulan a sí mismas "masónicas") de guardarropía que por lo visto tienen su campo de pruebas en los cursos de primaria de los colegios, todo es posible y ya no hay espacio para la noticia. Porque cualquier atrocidad en EpC es esperable. No hay razón educativa ni por tanto legal para que los turbios acomplejados a los que antaño las pandillas de niños crueles apedreaban cuando les pillaban mirando bajo las faldas de las crías que subían a recolectar brevas, y que actualmente ocupan plaza de reverendos tutores de La Asignatura en las escuelas, no aporten en clase todo lo que tienen para mejorar al género humano. ¿Zoofilia? Bah. Esperen y verán.
José Antonio Martínez-Abarca
¿Zoofilia? Poca cosa
El verdadero efecto espeluznante e irrefragable de la EpC es haber otorgado, con timbre oficial, condición de archimandritas del nuevo culto a todos los tontos y zumbados que hasta entonces se mantenían callados en España.
En Sociedad
0
comentarios
Acceda a los 1 comentarios guardados
Servicios
- Radarbot
- Libro
- Curso
- Escultura