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Gabriel Moris

El olvido es la base de la injusticia

Si los distintos órganos que configuran nuestro Estado de Derecho no nos hubieran olvidado, con toda seguridad las pesquisas e investigaciones sobre los atentados de los trenes de cercanías seguirían de plena actualidad.

Hace unos días se difundió en los medios de comunicación la información sobre un acto organizado por el Ministerio de Justicia para dar comienzo al mandato temporal del Gobierno de España en la presidencia semestral de la Unión Europea. En el acto estuvieron presentes, entre otros, el juez Bermúdez y alguna asociación de víctimas del 11-M. No creo equivocarme al afirmar que uno de los objetivos era el de demostrar que la justicia europea, representada ahora por España, actuaba como tal en delitos de terrorismo.

Supongo que la representación casi exclusiva de las víctimas del 11-M significaba que los máximos responsables, tanto de la política española como de la europea, habían aplicado o deseaban aplicar las leyes en vigor a los inductores, autores y encubridores del mayor atentado terrorista de la historia de España y de Europa. A ningún lector le pasará inadvertido que para aplicar las leyes y hacer justicia hay que descubrir previamente a los delincuentes. En este caso no resulta evidente que se alcanzara ese objetivo; no obstante, no vamos a renunciar a la esperanza de que no se demore el día en el que se alcance.

"El olvido es equivalente a injusticia. El olvido es la base de la injusticia". Estas palabras las pronunció Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala que juzgó la masacre del 11-M que también participó en el reciente seminario sobre terrorismo organizado por el Gobierno de España. Mi coincidencia con la manifestación del letrado es total. Tal afirmación me sugiere una pregunta: ¿No vivimos en el olvido las víctimas del terrorismo?

Si los distintos órganos que configuran nuestro Estado de Derecho no nos hubieran olvidado, con toda seguridad las pesquisas e investigaciones sobre los atentados de los trenes de cercanías seguirían de plena actualidad. El punto y final practicado desde la sentencia del juicio y ratificado por el Tribunal Supremo habrían sido un mero comienzo de una etapa nueva en las investigaciones de la terrible masacre. Si el olvido es la base de la injusticia, con las víctimas del 11-M y de otros muchos atentados terroristas se está practicando la injusticia más despiadada, la del olvido.

"Odio quiero más que indiferencia". Recuerdo una canción hispanoamericana que contenía esta frase. Las víctimas que ya tenemos algunos años a nuestras espaldas podemos comprender que en ocasiones sentimos de parte de nuestros representantes políticos y sociales una mezcla de olvido e incluso de indiferencia. Yo me atrevería a decir que el odio también se hace presente cuando reivindicamos con fuerza y con convicción aquello que nos corresponde por ley, por justicia y por sentido común: ¿Quién asesinó a nuestros seres queridos? ¿Quiénes y por qué nos ocultan la verdad y nos escamotean la justicia? ¿Quién y por qué eliminaron y falsearon las pruebas del atentado? ¿Quién podría creer que un Estado que permite el crimen organizado y se inhibe de su persecución y castigo, e incluso deja sospechas fundadas de colaboración con él, puede pervivir en el tiempo?

Próximamente se cumplirán los seis años de la masacre en los trenes. Estoy convencido de que no me equivoco al pensar que para unos esa fecha será motivo de tristes recuerdos. Para otros, los que vivieron más directamente la tragedia, será una fecha en que rememoren el horror padecido. Para muchos, puede ser una fecha de oración y de recogimiento. Para todos, creo que debía ser una fecha para tomar el compromiso de esclarecer totalmente lo ocurrido, pedir perdón por lo hecho hasta el día de hoy y tratar de buscar una reconciliación a nivel nacional. En mi opinión los males que nos aquejan como país justifican la frase que reza: "Desde el 11-M todo es 11-M".

P.D. Mi agradecimiento personal a todos los que me apoyan con sus comentarios a mis artículos en Libertad Digital.

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