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EDITORIAL

Histórica derrota demócrata en el primer año de Obama

Precisamente contra ese proyecto de estatalizar la sanidad, que tanto impulso recibió del fallecido Edward Kennedy, se ha centrado el creciente malestar de los norteamericanos debido al excesivo e ineficaz gasto público propuesto por el Gobierno de Obama.

Los perores augurios para el partido demócrata y para Barack Obama se han confirmado al cumplirse el primer año de su investidura como presidente de los Estados Unidos: la candidata al Senado por Massachusetts, Martha Coakley, que hace apenas tres semanas superaba a su contrincante republicano Scott Brown por 30 puntos en las encuestas, ha sido finalmente derrotada por este con cinco puntos porcentuales de diferencia.

Al margen de su coincidencia con el primer aniversario de la investidura de Obama, la derrota demócrata es histórica por diversas razones. En primer lugar, la victoria republicana se produce en Massachussetts, un estado tradicionalmente demócrata. De hecho, el escaño que ahora va a ocupar Brown es el que habían ocupado John y Edward Kennedy sucesivamente desde 1954 hasta 2009. Por otra parte, Brown ha ganado con un discurso netamente liberal –en el sentido europeo del término–, defendiendo las posiciones tradicionales del Partido Republicano en ámbitos como la economía, la seguridad nacional y, sobre todo, la reforma sanitaria, uno de los ejes de su campaña.

Precisamente contra ese proyecto de estatalizar la sanidad, que tanto impulso recibió del fallecido Edward Kennedy, se ha centrado el creciente malestar de los norteamericanos debido  al excesivo e ineficaz gasto público propuesto por el Gobierno de Obama. De hecho, estos resultados electorales suponen la pérdida de esa supermayoría de 60 senadores que los demócratas necesitarían para sacar adelante esa reforma sanitaria, que ya ha sufrido diversas modificaciones para encontrar apoyo entre las propias filas demócratas y que ahora tendría que volver a modificarse o quedar definitivamente aparcada si no encuentra apoyos entre algunos legisladores republicanos.

En cualquier caso parece innegable que el apoyo público que Obama ha dado a la candidata demócrata ha perjudicado a esta más de lo que la ha beneficiado. Y es que, tal y como reflejan las encuestas de Gallup, en tan sólo un año el presidente estadounidense ha pasado de tener un indice de aprobación inicial cercano al 80 por ciento, uno de los más altos de la historia reciente, a tener uno del 57 por ciento, en una de las caídas más acusadas de las que se tienen constancia.

Así las cosas, esta derrota electoral y esta espectacular caída de popularidad van a hacer mucho más difícil que Obama siga adelante con una agenda de la que pueden empezar a distanciarse hasta muchos congresistas demócratas. La posibilidad incluso de que los demócratas pierdan su mayoría en el congreso en las elecciones del próximo noviembre se abre cada día más paso. Poco, pues, tiene que celebrar Obama tras su primer año de Gobierno.

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