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José Vilas Nogueira

El culo y las temporas

Lo menos malo será que nadie se tome en serio el decreto, porque es para echarse a temblar pensar en la caricatura de inglés en que se impartirían esas clases, con los consiguientes vicios que comportarían para un correcto aprendizaje del inglés.

En la campaña electoral el actual presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia prometió que los padres podrían elegir la lengua, entre español y gallego, en que sus hijos recibirían la enseñanza. Tal promesa suscitó la reacción enfurecida de los nacionalistas (y compañeros de viaje), que son pocos pero chillan mucho, y están colocados por los dos grandes partidos, sedicentemente nacionales, en puestos clave de la comunicación y la política cultural. La posibilidad de esta libertad de elección fue calificada como un ataque a la lengua gallega por esta gente, sabedores de que de llevarse a cabo les privaría de su principal bandera legitimadora y de los beneficios económicos y de todo tipo que el régimen de imposición del gallego en la escuela les garantiza.

Pero aquella promesa desafiaba la línea adoptada por el Partido Popular, al menos en los últimos seis años, de hacer "poquita" oposición, y de concentrarla en un solo tema, actualmente la crisis económica donde los continuos disparates del Gobierno de Zapatero se lo ponen particularmente fácil. Así, entre los insultos de los nacionalistas y la incomodidad de Rajoy y sus niñas ante posiciones tan "radicales", desde su victoria electoral Núñez Feijóo ha hecho todo lo posible por desnaturalizar sus promesas de la campaña. El primer paso fue el nombramiento de un nacionalista (cuando menos, "nacionalista cultural") como secretario de Política Lingüística. El segundo y más conocido ha sido la propuesta de articular la lengua vehicular del sistema de enseñanza en tres tercios: español, gallego e inglés.

Para mi sorpresa, incluso algún comentarista independiente y de indudable competencia jurídica ha saludado con alborozo tal propuesta. Pero, dicho brevemente, esta iniciativa confunde el culo con las témporas, y dice bien poco de la competencia profesional del famoso secretario lingüístico de Núñez Feijóo. En un futuro previsible, el inglés nunca será en Galicia una lengua equiparable al español o al gallego. Para la inmensa mayoría de la población será sólo (lo que, desde luego, no es poco) una herramienta de trabajo. Quizá inconscientemente influidos por la extrema proximidad entre el español y el gallego actual, nuestros menguados gobernantes creen que para hablar inglés basta con proponérselo. Olvidan que, dada la escasa competencia en inglés de los profesionales gallegos (y españoles, en general), decretar que, de la noche a la mañana, hayan de dar sus clases en inglés es una tomadura de pelo. Lo menos malo será que nadie se tome en serio el decreto, porque es para echarse a temblar pensar en la caricatura de inglés en que se impartirían esas clases, con los consiguientes vicios que comportarían para un correcto aprendizaje del inglés.

La maniobra de Feijóo no le ahorrará los insultos de los nacionalistas. En cambio, si es posible que Rajoy, sus niñas, y algunos de sus barones territoriales celebren su huida del "radicalismo".

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