La política sigue siendo cuestión de palabras
No sé por qué no puedo yo dar clases en la Universidad a partir del próximo curso. Lo de leer y escribir las memorias es compatible con otras muchas tareas livianas, como son las de la sociedad de servicios.
Ignacio Despujol dibuja una razonada crítica de las tendencias políticas en España. Transcribo algunos de sus atinados argumentos:
Resulta que los nacionalistas españoles fueron siempre más de derechas y católicos que nadie. Antiguamente decir PNV era ganar diez días de indulgencia. Y se supone que los católicos tienen formada su conciencia de tal manera que distinguen el bien del mal. Pues no señor. Si algo han demostrado los nacionalismos españoles –y no sólo el vasco– a lo largo de la democracia es que para ellos la ley natural se somete y violenta a los intereses específicos de cada momento. Su posición ante la ETA, que es una excrescencia del PNV, y ante sus víctimas es la evidencia palpable de lo que digo. Son por tanto paladines de un relativismo moral, contradictorio con la doctrina católica en la que hunden sus raíces.
Todo nacionalismo es pueblerino y miope. Su cortedad de miras, su insolidaridad y su victimismo son peligrosas bombas de relojería para los pueblos que dicen representar. ¿Qué futuro profesional espera a niños educados solamente en lenguas minoritarias? ¿Qué solidaridad podrán reclamar a otras regiones de España, cuando la necesiten, que la necesitarán? Preguntas tan elementales como estas no parecen suponer mayor problema para quienes detentan el poder nacionalista.
No sé quien dijo aquello de que el nacionalismo se curaba viajando. No puedo estar más de acuerdo. Por eso creo que la segunda gran carencia de los nacionalismos son las agencias de viajes. La hartura ciudadana inevitablemente acabará manifestándose al grito de "más Marsans y menos ikastolas.
José Mª Navia-Osorio entra en la polémica de la jubilación forzosa. Su opinión es decidida: los médicos de 65 años deben jubilarse obligatoriamente, e incluso sería mejor que lo hicieran a los 60 años. A esa edad lo mejor que pueden hacer es leer libros y escribir sus memorias. Pero que no entren en el quirófano. Mi opinión es diferente y más matizada. Solo debe exigirse la jubilación obligatoria a una edad cuando importe mucho la capacidad física, por ejemplo, un futbolista, un taxista, un cirujano. Pero en los trabajos de oficina o de atención personal se debe dejar que el trabajador siga todo lo que aguante su cuerpo, naturalmente, de modo voluntario. Por ejemplo, no sé por qué no puedo yo dar clases en la Universidad a partir del próximo curso. Lo de leer y escribir las memorias es compatible con otras muchas tareas livianas, como son las de la sociedad de servicios. Pero, en fin, la polémica sigue abierta.
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