Lorca y las cuerdas del arpa
Aquí lo que se ha hecho es propagar un Himalaya de embustes: lo que había que propagar para bien de tal izquierda intelectualmente hemipléjica. Aquí no se ha investigado con seriedad la Guerra Civil, ni la muerte de Lorca ni la muerte de nadie.
Lo que se ha hecho con Federico García Lorca es una vergüenza. Fue una vergüenza que alguien decidiera asesinarlo, como a miles, "porque pensar en que media España puede destruir a la otra media sería una nueva locura que acabaría con toda posibilidad de afirmación de nuestra personalidad nacional, o mejor, con una destrucción completa de la personalidad nacional...", como expresó Julián Besteiro. Y es una vergüenza el espectáculo que hemos debido soportar durante decenas de años, de unos oficiantes, e incluso sacerdotes de la "memoria histórica", que han exigido una especie de resurrección del poeta bajo la forma de huesos desenterrados.
Pero, claro, llegó el día señalado y, tras batallas ideológicas, desprecios a la familia, dineros regados por los barrancos y las oquedades y réditos políticos varios, resulta que García Lorca no estaba donde debía estar según los "historiadores". Todos ellos lo sabían. Tenían la certeza de que los restos de Lorca estaban en la fosa de Alfacar, a nueve kilómetros de Granada. Pero un trimestre largo de excavaciones ha demostrado que Lorca no está allí. Durante 73 años, la "infamia" de no saber dónde estaba el cuerpo de Federico García y la exigencia de devolverle la dignidad ha alimentado a una izquierda intelectualmente corrupta para la que la verdad no importa. Lo que importa es la propaganda, siempre la propaganda. También lo dijo don Julián, en referencia a una izquierda capaz de generar un "Himalaya de falsedades" y depositarlo en las almas ingenuas.
Pero hay otra vergüenza que nunca se subraya, la vergüenza de una Universidad penetrada por el amiguismo y el sectarismo de la Junta de Andalucía, endogámica y torticera, incapaz de investigar con seriedad la historia, también la de la Guerra Civil, desde donde debe estudiarse: las cátedras serias, donde no hay buenos ni malos sino hechos e interpretaciones justificadas de los mismos. La Universidad andaluza, los historiadores al servicio de la causa política socialista y/o comunista, son los verdaderos responsables de este fiasco.
Aquí lo que se ha hecho es propagar un Himalaya de embustes: lo que había que propagar para bien de tal izquierda intelectualmente hemipléjica. Aquí no se ha investigado con seriedad la Guerra Civil, ni la muerte de Lorca ni la muerte de nadie, salvo honrosas excepciones en Jaén y la solitaria y marginada excepción del profesor Nadal, Antonio Nadal Sánchez, en la Universidad de Málaga. El catedrático Nadal sí que se ha ocupado de la Guerra Civil en Málaga en uno de los libros de su género más vendido en esa provincia. También la profesora Encarnación Barranquero estudió el período 1937-1939 y la profesora Matilde Eiroa finalizó el estudio del período 1939-1942.
Hechos, nombres y ejecuciones fueron desvelados y publicados. Málaga es la única provincia de Andalucía donde se conocen las víctimas de uno y otro bando y esa sí, verdadera memoria histórica, ha sido publicada. El mismo Nadal la publicó en la Revista Jabega de Málaga bajo el mandato del terrible presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Pancho Cabezas, en ¡1979! Desde 1979 se conocen los nombres de los muertos en uno y otro bando en Málaga. ¿Por qué no se ha hecho así en el resto de las provincias?
Hay estudios de una parte o de otra, no de las dos. En Granada, en la Granada de Federico García Lorca, los profesores se orientaron hacia otros asuntos. Con carácter puramente divulgador en El Ideal se hizo alguna aproximación a la Guerra Civil. ¿Por qué no se han investigado en Granada las Fosas del Cementerio? Allí están casi todos los muertos granadinos. ¿Por qué no se conocen los nombres de los fusilados en Granada? ¿Miedo? ¿Oportunismo? ¿Subvenciones dirigidas?
Cuando llegó la Ley de Memoria Histórica, los catedráticos progresistas se adelantaron. Alguno se fue a Sevilla a disfrutar las mieles político-burocráticas de la Junta. Otro de ellos, el catedrático Miguel Gómez Oliver, especialista en Historia Agraria, fue nombrado coordinador de la Memoria Histórica en Granada. Pero, ¿qué sabía Gómez Oliver de la Guerra Civil y del franquismo en Granada? Y como policías excelsos, incluso poetas. Luis García Montero, poeta orgánico, fue condenado por la Audiencia de Granada por insultos contra el profesor Fortes, que había osado hablar, en términos políticamente incorrectos, de Lorca. Qué pecado. Lorca era propiedad privada de Gibson y de García Montero, entre otros. ¿O es que nadie se ha enterado?
La Junta de Andalucía siguió con su política "científica" y nombró al profesor titular de la Universidad de Málaga, Fernando Arcas, coordinador de la Memoria Histórica en esa provincia. Pero Arcas es especialista en republicanismo de finales del XIX. ¿Qué puede saber sobre la Guerra Civil y el franquismo? Es más, dicen que es el único de su Departamento que no ha escrito nada sobre la Guerra Civil o el franquismo.
Lo mismo ocurrió en Almería. ¿Quién era el único que no había investigado la Guerra Civil o el franquismo? El antiguo alcalde de Almería, militante del PSOE, el profesor Fernando Martínez, especialista en republicanismo. Pues ese fue el nombrado.
En otras universidades andaluzas al carecer de "gente de confianza", la "asignatura" de la Memoria Histórica vive situaciones provisionales. De vez en cuando algún Congreso y a vivir que son dos días. Eso es todo.
En Málaga se han abierto las fosas, un trabajo que puede ser considerado aceptable. El problema es que ahora miles de cajas tendrán que ser enterradas de nuevo, habiéndose creado la falsa expectativa de encontrar a los familiares. Con más 3.500 restos de cuerpos en cajas, sin control, sin referencias, ¿cómo encontrar las familias, siendo un porcentaje superior al 15% de otras provincias de Andalucía? Se han tomado muestras de ADN a algunas personas para encontrar a los familiares muertos. Pero, ¿Cuándo? Sin fecha. Ni la hay ni probablemente la habrá.
De Lorca nadie puede hablar en Granada, salvo sus dueños como el señor Gibson que, con su incesante verborrea, se ha recorrido el mundo como el capitán Acab de García Lorca. La Universidad de Granada en su departamento de Historia Contemporánea no ha abordado nunca, que sepamos, este asunto. Recuerdo que un día, cuando trabajaba en la RTVE, en una entrevista que preparé a Pilar del Río con el poeta Luis Rosales, que bramó contra la indecencia de una izquierda que acusó a su familia y a él mismo de complicidad en el asesinato, ya nos insinuó que los restos de Lorca no estaban en fosas ni en barrancos. Si esto se sabía en Granada, es una leyenda urbana han llegado a decirnos, ¿cómo es que nadie en la Universidad lo investigó a fondo?
Hablando recientemente con el profesor Nadal, me refirió que su último libro sobre la Granada de 1968 narra las experiencias de su familia –tiene a un asesinado en la familia como tantos otros españoles, su caso, víctima de los nacionales–, y que en sus páginas señala con el dedo las hazañas de otro capitán, este tristemente célebre en Granada, el capitán Nestares, probablemente relacionado con el asesinato de Lorca. ¿Por qué no se ha seguido las noticias de quien mandaba implacablemente en la zona, de este Capitán Nestares, que recorría con su caballo como un dios sin piedad aquellos territorios?
Ahora los granadinos saben que esta historia no está escrita. Que impostores sin más alforja que algunas entrevistas, que la colaboración cobarde de la Universidad y que la funesta manipulación de la terrible Memoria Histórica, no han logrado destruir la realidad. Por fin, tras el Himalaya de mentiras, se va a poder hablar en serio y de verdad, con la historia y la investigación en las manos, de Lorca, de Federico García Lorca, en Granada y en Andalucía. Tal vez el propio poeta, con unas tijeras, acaba de cortar las cuerdas del arpa.
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