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Una jornada normal

España es sólo una fórmula, un simple nombre, para ocultar su desintegración. ¡De la Constitución para qué hablar! O se reforma o se certifica su defunción. Ya ha pasado el tiempo de su defensa, cuando el propio Tribunal Constitucional la ha mancillado.

raisuni dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 23:49:

Solución: Movimiento nacional español.
Fuera el monarca, abolición de las autonomías, nuevo estado central
con una sola administración, disolución de los sindicatos y confiscación de sus bienes comunes e individuales, para indemnizar por dejación de funciones y estafa, al pueblo español.
Absorción de todos los cuerpos de seguridad en uno solo: La Guardia
Civil.
Depuración en el Ejécito, así como en todos los estamentos públicos.
Una sola justicia nacional.
Reclamación por España, de daños y perjuicios a todos los presidentes de autonomía.
Ruptura diplomática con, Marruecos, Venezuela, Bolivia, Cuba, Siria, Mauritania, Corea del norte y Somalia.
Pacto político-militar con Argelia.
Proclamación del nuevo Estado Español con carácter indefinido y bajo
supervisión del Ejército.
Expulsión con deshonor e ignominia de todos los antiespañoles reconocidos públicamente.
Demolición de todos los abortorios y cadena perpetua para los médicos abortistas y polítcos afines.
Encarcelamiento inmediato de todos los etarras y asociados.
Endurecimiento drástico en las penas por consumo y comercio con drogas y estupefacientes.
Control draconiano en fronteras terrestres, marítimas y aéreas.
Y a regenerar España.

ertri dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 18:56:

Junto al Rey y Zapatero se le ha olvidado a usted la otra pata del trípode de la disolución de España, el sr. Rajoy.
Como siempre D. Agapito, tema que toca, tema que lo clava usted. Un saludo.

RIPA dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 17:35:

El que espere que el régimen actual se regenere por sí mismo, está soñando. La crisis total se desencaderá con la ruina económica del país, que como van las cosas es irremediable.

Karl6 dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 17:32:

Pasaremos a la Historia, como la generación de españoles simbolo de la decadencia, la pereza y la cobardia. Toda esta ignomínia tiene un primer actor. El propio Juan Carlos. Engañó a su padre, engañó a Franco y nos ha engañado a los españoles. Sería falso decir que es él, el único responsable. Todos somos responsables, aunque el primero de todos sea el propio rey por su falta de obligado patriotismo. ¿Es España un "proyecto"? ¿Es España un "hecho"? Lo que ha quedado manifiesto es, que hoy no pasa de ser mas que una panda de cobarde charlatanes de feria, empeñados en vender una burra ciega.

Fortalez dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 13:21:

Cuánta razón tiene usted, don Agapito, aunque ya veo que por más que se desgañita en algunas tertulias también, no se le entiende del todo. Será por ser un filósofo, y ya ve que no le pongo adjetivos, porque lo es de verdad.
No importa, manténgase en la denuncia clara y profunda, que algo quedará, y aunque ahora muchos contertulios quieran tener razón, y utilizar argumentos particulares, pues al final, la realidad es la que es, y antes que nadie la ve un filósofo.
No es coba, es que da gusto ver y oir cómo muchos pensamientos y análisis propios salen a la luz por boca tan elocuente, y por persona tan preparada.
¡Qué estupenda idea la de Dieter! al que le debemos mucho, ciertamente, por regalarnos esa tertulia de los filósofos, que es uno de lo mejores regalos de la prensa actual en España. Es un remanso, un consuelo, un acicate. Sigan, sigan, pero hay que ampliar el tiempo, a por la hora al menos.
Agradecido.

lluviaen dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 11:24:

LA SOLUCIÓN EXISTE, Y ES ÉSTA
Lo sorprendente de este estado de cosas es que la solución a tanto despropósito político existe, es evidente (cuando se conoce) y tremendamente fácil de poner en marcha. Para ello hay que seguir una receta básica: En primer lugar, saber qué es y en qué consiste la libertad política, comprender lo que es una Democracia formal; en segundo, exigir el derecho a esa libertad siempre, y no admitir para esa libertad ningún sucedáneo, componenda, o subterfugio (como el del “voto útil”, por ejemplo).

La confusión a la que, interesadamente, nos someten los partidos, con sus querellas de cortas miras, es intencionada; y dirigida a evitar que conozcamos y entendamos que la verdad existe; y que no está en venta, que es incorruptible y que es irrenunciable. Podrán los políticos con esa estrategia retrasar la libertad política, pero su advenimiento es inexorable. Porque sus falsedades, sus disimulos y sus espectáculos no pueden evitar el sentimiento ciudadano generalizado de estafa, de mentira y de corrupción; el de frustración política, el de imposibilidad de adscripción a ninguna de las facciones partidarias; el de que la política está en manos de los partidos, que viven de espaldas a la ciudadanía; el de que la opinión pública no existe, sino que se crea, se inventa en centros de análisis, diseño y elaboración de opinión; el de que las ideologías partidarias han sustituido a los ideales.

Y es que, detrás de los criterios para la distribución de la riqueza que presentan las ideologías partidarias (izquierdas y derechas), que nos excitan los ánimos y nos hacen reñir entre españoles, se nos escamotea la verdad: que no gozamos de libertad política porque es imprescindible, para que ésta exista, que las reglas del juego político la permitan. Serán los vencedores de un juego político limpio los que dispongan de la oportunidad, durante un tiempo limitado, para desarrollar su modelo de justicia social. Pero la justicia social, el reparto de la riqueza en sí mismo, no es la Democracia, sino sólo una cortina de humo de (todos) los partidos para que los ciudadanos nunca la imaginemos, la entendamos y podamos exigirla.

La noción clave para que todo ciudadano alcance la libertad política es que conozca y comprenda qué es la Democracia. Existen diferentes formas de juego político. Pero para que el juego político sea una Democracia tiene que cumplir ciertos requisitos formales, o es otra cosa. Para entender el significado de la Democracia, hay que separar el concepto de derechos y libertades de lo que es el mecanismo que permite que la propia Democracia exista. Puede haber libertades y no haber democracia, aunque no al revés. El juego político (limpio) democrático se basa en: 1º. Todos los ciudadanos pueden participar en el juego político en condiciones de igualdad. 2º. El juego se desarrolla en el campo de la sociedad política. 3º. Las decisiones se toman por votación de mayorías y minorías. Y las reglas del juego son: La representación de la Sociedad y la separación e independencia de los Poderes en el Estado.

Todos entendemos que una Dictadura elimina la competencia por el poder, o sea, la libertad política. Pero es más difícil entender en qué falla esta pseudodemocracia española que es la monarquía partitocrática, venida de la mano de la Transición: por miedo a la libertad política, se redujo el juego a una competición entre partidos políticamente correctos (contra el presupuesto 1º); los partidos fueron integrados en el Estado, que los financia (contra el 2º) y las decisiones se tomaron en un consenso (contra el 3º). Por miedo al control de los electores, se adoptó el sistema proporcional de listas. Y por miedo al control de la corrupción, no se separaron e independizaron los poderes del Estado.

La representación del ciudadano en política no es la mera adscripción de ese ciudadano a una ideología de partido. La representación política de la sociedad debe seguir las reglas de cualquier otra representación social o particular: el representante recibe un mandato imperativo del representado, quien, en caso de incumplimiento, puede cesar al representante. Eso, que es evidente si se manda a alguien a realizar cualquier gestión en tu nombre, no lo es en política, si no suceden dos cosas: que se conoce quién es tu representante político concreto (que te debe su cargo, porque le has elegido a él y le pagas con tus impuestos); y que los electores pueden cesarlo cuando lo consideren oportuno, no en las siguientes elecciones, cada cuatro años. El único modo de saber cuál es tu representante político, que sea el de la mayoría de los electores y de poder cesarlo cuando los electores quieran, es su elección en circunscripción unipersonal, a doble vuelta y creando una Comisión de Seguimiento del Diputado. Esto cumple los 3 supuestos y la primera regla.

Según quién sea y el momento en el que se separen los Poderes del Estado, el resultado cambia: Si los separa un solo hombre cuando le viene en gana es una Dictadura; si los separa el Parlamento tras las elecciones legislativas, una Oligarquía de Partidos; si los separa el ciudadano, desde el momento del voto, una Democracia. En efecto, la independencia de Poderes del Estado no se cumple sólo cuando, simplemente, hay tres poderes diferentes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial (también el Estado Franquista los tenía); se cumple cuando cada ciudadano delega su derecho inalienable a legislar y ejecutar directamente las leyes en esos tres poderes de forma separada, independiente, es decir, en elecciones diferentes. Una para el Ejecutivo, otra para el Legislativo y otra para el Judicial. Para que cumpla las tres condiciones y las dos reglas, la elección del Presidente responsable de la formación y control del Poder Ejecutivo se elige en circunscripción única estatal por todos los ciudadanos del Estado en igualdad de voto y a dos vueltas (así, ese Presidente tendrá la máxima representatividad de la sociedad). En una Democracia, es el ciudadano el que separa los poderes del estado, no el Estado mismo, ni el Parlamento, ni los partidos. La sustitución actual de este mecanismo por la elección del Presidente por el Legislativo es una corrupción del sistema político que conlleva, indefectiblemente, la corrupción de los representantes de la ciudadanía.

Lo descrito es el fundamento de la República Constitucional, que es el equivalente sistémico de la Democracia. Pero queda la parte mas ardua : ¿Cómo conseguir que a la ciudadanía se le reconozcan sus derechos políticos? No se debe confiar en que nadie nos regale nada. La partitocracia nos fue otorgada y ha resultado ser una estafa. En 1978 muchos españoles, que optaban por la “ruptura democrática”, fueron engañados por los incipientes partidos de izquierdas y derechas que pactaron la Transición de la Dictadura a la Monarquía Autonómista y Parlamentaria. Polybio diagnosticó la salida de las transiciones: las dictaduras degeneran en oligarquías, y éstas, en democracias.

El único modo de que esta oligarquía pase a ser una Democracia es exigirla. Sólo hay dos maneras: la pasiva y la activa. La pasiva se consigue mediante el rechazo de todo engaño, y la exigencia de que el juego político cumpla las reglas de la Democracia. Si no las cumple, no es Democracia, y así debe denunciarse, y no participar en el juego político, porque no merece la pena hacerlo en un juego trucado. En primer lugar, porque alimentamos el juego fraudulento y retrasamos su mutación en una verdadera democracia; en segundo, porque seremos estafados sin ningún género de dudas, y será un fraude del que seremos responsables.

La vía activa no implica violencia, sino participación en la transformación: organizando la resistencia ciudadana, la rebelión cívica, expandiendo las ideas y formando foros y grupos de opinión que obliguen a que los medios se ocupen de esos movimientos nacientes. El creciente número de programas de televisión y artículos en diarios y revistas desde que el MCRC (y sólo es un movimiento entre muchos) está en marcha, así lo demuestra. No estamos solos. Existe una porción de la sociedad mucho más amplia de lo que cabría pensar —denominada tercio laocrático— que siempre piensa por sí misma, no sigue consignas y es capaz, mediante su potencia, de arrastrar al tercio amorfo tras él. El otro tercio es puramente oportunista, y asume lo que sea con tal de seguir medrando.

RIPA dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 10:12:

Yo no soy un político y, menos, un político profesional o de partido; si lo fuera sería muy otra mi situación personal. Pero aunque no me dedique ni me haya dedicado a la política, no significa que no haya dedicado muchas horas a leer y a meditar sobre el pasado, el presente y, sobre todo, sobre el futuro de esta desventurada España.
1º.- Aunque como a tantos, a mí me parecía imposible que llegáramos a la situación a la que hemos llegado, es del todo evidente que hemos llegado a ella. No es el momento de analizar los errores que nos han conducido a tan lamentable situación, aunque sí de señalar a su máximo responsable, que no es otro que Zapatero. Tengo entendido que una de las más destacadas cualidades que debe poseer un político- yo, como he dicho, no lo soy-, es la de no aferrarse a lo imposible. Y dada la inequívoca intención de los políticos catalanes de convertir al resto de España en una colonia en donde colocar sus productos, sin que ello les suponga obligación alguna hacia el resto del país que colonizan, es hora de invitarles a que se marchen de España, dado que las condiciones que ellos quieren imponernos para su simbólica permanencia en ella, no nos convienen al resto de los españoles. Prolongar la presente situación que nos está desgarrando, sin que se aviste salida alguna que no pase por la redención a las exigencias de esos políticos, es absurdo. Tal rendición sólo serviría para alentar mayores exigencias, pues sus propósitos, -no hay que engañarse-, no son conciliatorios, dado que plantean el presente conflicto como una guerra en la que la parte contraria tiene que ser derrotada.
2º.-Aunque sabemos que desde el menguado Borbón que preside la fantasmagoría a la que hoy asistimos, así como muchos de los traidores que la han provocado, -el más destacado, vuelvo a insistir en ello, es Zapatero-, estarían dispuestos, para mantenerse en el poder, a seguir una ficción que en verdad no conduciría a ninguna parte, no deja de ser útil, por lo que ello pueda servir de estímulo para que otros más capacitados se planteen estos problemas, reflexionar sobre la situación que nos plantearía la posible secesión de Cataluña, así como las de otras regiones españolas. Porque tal eventualidad, que sería el fin de España tal como hoy la conocemos, abriría un proceso de consecuencias incalculables.
3º.- Estaríamos ante un pueblo completamente envilecido, si se resignara a desaparecer de la historia sin que produjera una reacción ante tan desalentadora posibilidad. Es cierto que las televisiones y los demás medios de comunicación, con el diario “El País” a la cabeza, los “intelectuales” orgánicos y todos aquellos que se benefician del régimen semi-dictatorial que padecemos, han logrado cegar a un pueblo que se creyó durante unos años que vivía en el mejor de los mundos. Al mismo tiempo el gobierno, con todos los recursos del poder, ha logrado neutralizar o acallar toda voz crítica. Pero la esperanza es lo último que se pierde; por ello, a pesar del estado catatónico en que se encuentra España, es de esperar que de “el fondo macizo de la raza” surjan los hombres que la situación requiere.
4º.- Antes de proseguir mi análisis, creo conveniente referirme a las enseñanzas que se pueden extraer de la revolución iraní, sin que ello signifique la menor simpatía hacia el régimen ahora vigente en Irán. Pero se puede señalar algunos puntos positivos que podríamos aplicar en el futuro. Veamos.
La revolución iraní puso fin a una monarquía corrupta, y envió al sah al exilio. Algo igual tendremos que hacer aquí con los Borbones. En segundo lugar, la revolución iraní hizo rodar cabezas, no en sentido figurado, sino real. Cosa que habrá que hacer aquí, aunque ello resulte doloroso. Aquí, por ejemplo, hemos asistido, y a todos los niveles, a la mayor corrupción de nuestra historia. Nadie ha devuelto nada de lo que ha robado. La justicia es una ficción. Se ha envilecido a nuestras Fuerzas Armadas en misiones absurdas, al par que se colocado a su mando a los generales más incapaces y serviles, generales que ni siquiera han leído la Constitución. Se ha impedido sin escrúpulo alguno, aclarar el más sangriento atentado de nuestra historia. Los partidos políticos, dirigidos por verdaderos facinerosos, así como los sindicatos, cómplices todos en el expolio que padece España, se han constituido en una nueva casta dominante y parasitaria. Y no sólo no solucionan los problemas pendientes, sino que crean otros nuevos, cada vez más enconados.
4º.- Es de suponer que pase lo que pase, lo que quede de España mantendrá una porción considerable de lo que hoy constituye su territorio. No creo que sea necesario extenderse en ello, pero esa porción del territorio español tendrá salida a los mares a los que hoy lo tiene. Y que no faltarán recursos para construir una nueva economía, así como tampoco el material humano para ello. Pues bien, contando con esa territorialidad y con la voluntad de sus habitantes para seguir siendo españoles, se pueden contemplar diversas salidas.
5º.- Es evidente que ni la Monarquía ni los gobernantes actuales podrán seguir en sus puestos. Al Monarca se le permitirá salir de España, junto a su familia y toda su fortuna, sin que se permita el regreso en menos de veinte años a ninguno de sus componentes. Se abolirán de inmediato los estatutos de autonomía, sin que ello signifique que se renuncia, en su momento, a devolver parte de sus competencias a las regiones, en un estado descentralizado.
6º.- Sea cuales fueren sus dimensiones, esos cambios deben tener un carácter revolucionario, jacobino, claramente nacionalista español. Se crearán tribunales revolucionarios con las funciones que son propias de estos tribunales, restaurando la pena de muerte para los incursos en crímenes de alta traición, y aplicándola. Se depurarán la Judicatura, las Fuerzas Armadas y las de Seguridad. Se respetará, por supuesto, la propiedad privada y actual sistema económico; sólo se procederá a la confiscación de los bienes de algunos notorios traidores, a los que se expulsará de España.
7º.- Consecuencia de lo anterior, se instaurará una República de nuevo cuño, que no tiene necesariamente que considerarse heredera de la segunda, tan desastrosa. Algunos símbolos actuales como la bandera serán respetados, aunque se creará un nuevo himno nacional con la letra más adecuada.
8º.- Se romperá todo tipo de relaciones económicas e incluso diplomáticas con las regiones traidoras, con una política exterior de clara beligerancia hacia ellas. En un futuro, en un plano de absoluta igualdad y si ello conviene a nuestros intereses, se establecerá algún tipo de relación de carácter económico, no sin que antes hayan indemnizado a España por los privilegios económicos que han gozado.
9º.- Un gobierno provisional, de neto carácter español, convocará elecciones para elaborar una nueva Constitución republicana. Así como una ley electoral más sensata que la actual. El nuevo estado será de carácter aconfesional, por lo que estarán prohibidos todos los partidos de carácter religioso. Esta misma prohibición alcanzará a los partidos de carácter regionalista. Se limitará igualmente la duración del mandato de los máximos dirigentes, tanto nacionales como regionales, así como los de carácter representativo.

En fin, que otros con más inteligencia, formulen desde ahora, previsoramente, cuáles son sus propuestas.


pozalmur dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 01:58:

Del libro de Julian Casanova y Carlos Gil Andres,Historia de España en el siglo XX:

El gasto publico del Estado en 1900,era inferior al 10% del PIB.
En 1960,nó llegaba al 12%.
Al morir Franco,era inferior al 25%.
En el año 2.000,se acercaba al 50%.

Estos Señores en su libro,exponen la tesis,de que el Estado,durante la mayor parte del siglo XX,solo ha sido un Estado "Represor",que nó ofrecia"casi nada" al ciudadano;lo que demuestran, con los porcentajes de gasto publico en relacion al PIB que exponen.

Es decir,que los sucesivos gobiernos del siglo XX,hasta la democracia actual,nó supieron,quisieron ,o pudieron,FORJAR UNA IDEA DE NACION(en el pueblo),a diferencia de otras Naciones Europeas.

Sí el Estado,no daba casi NADA(aunque tampoco se pagaban impuestos,o eran muy escasos),y solo se sabia de su existencia,cuando reprimia.

Sí la supuesta Union de los Españoles,era solo(como en Yugoslavia)fruto de la Politica, e impuesta y mantenida por la fuerzas represoras de ésta,como dicen estos autores.

¿Qué extraño es qué, una vez que las fuerzas que "obligatoriamente" mantenian unida a la Nacion, desaparecen,desaparezca con ellas esa union ?

Aqui,en ésta España nuestra, y tras el parentesis de la transicion,parece que és lo que esta pasando.
.
!Tal vez,el error,sea nuestro;tal vez estos dos autores tengan toda la razon;tal vez nunca haya existido una idea de España como Nacion,en los sentimientos del pueblo;tal vez esa idea, solo haya existido,y exista, en las mentes de unos pocos romanticos!


Esta vision de la historia,tiene la virtud de explicar,"perfectamente", la situacion actual del Pais;por lo que me inclino a pensar,que debe de ser cierta;y ,lo más importante,qué nó tiene marcha atras.

Si uno lo piensa detenidamente,se da cuenta de que:¿que tienen en comun,un Gallego con un murciano,un Catalan con un Castellano,un Navarro o un Cantabro,con un Andaluz?
¿Acaso los Españoles, no vivimos junto y de espaldas completamente a los Portugueses,a pesar de la cercania?
Me temo que és la senda ,por la que nos guste o nó,tengamos que transitar;asi que,! habra que adaptarse!,pues otro camino "democratico",no parece existir".

lluviaen dijo el día 14 de Diciembre de 2009 a las 01:13:

D. Agapito, no me sea tan pesimista. Aunque veo, igual que usted, los peligros que nos acechan. España duerme semigrogui ante quienes la vilipendian. Pero despreocúpese, que no pasará nada. Cuando llegue el momento, España se mantendrá unida y buscará una salida a la crisis que vivimos y cuyo origen está en la Transición(en realidad es anterior como diré ahora) . En España, aunque no lo parezca, son muchísimas más las cosas que unen a los españoles que las que los separan. Tenemos la misma raza, el mismo idioma, religión y cultura; vivimos en el mismo territorio y un sinfín de cosas más.

De todas formas, aprovecho para reprocharle algo que dijo en 'Mas se perdió en Cuba' sobre el pensamiento filosófico español en el último siglo. Habló de Ortega. Vamos al tema, el origen de la 'legitimidad' con que se ven los nacionalistas cuando miran al resto de españoles, está en un pensamiento de Ortega completamente desacertado: me refiero a su copncepto de la nación como 'proyecto voluntario de vida en común'(que encima no es suyo, pues se inspiró en Renan y su plebiscito diario). Pues bien, el ver a la nación como un proyecto y no como un hecho incontestable(que es lo que es), es lo que ha dado pábulo a los nacionalismos separatistas desde hace décadas. Lo repiten constantemente tanto el PP como el psoe, España como proyecto. Y es eso lo que le da legitimidad a los nacionalistas: ellos dicen, si ustedes tienen un proyecto, nosotros tenemos el nuestro.

Esa idea orteguiana es la que hay que combatir, porque considerar a la nación como proyecto voluntario, o unidad de destino en lo universal(Jose Antonio), es como mínimo un pensamiento pre-fascista. La Nación no se crea a voluntad de nadie, viene impuesta por la Naturaleza y 500 años de Historia en común tal como la conocemos hoy. Hay que empezar D. Agapito, a desautorizar a Ortega en cuanto a pensamiento político, donde fué un cero(en otros campos no voy a discutir su innegable talento). En él está el origen de la situación tan grave que vivimos y de la que debemos salir. Pero, para resolver un problema, hay que ir al origen, si no lo aplazas, pero no lo resuelves. El origen es el que he dicho, Ortega y su concepto de la nación como un proyecto.