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Alberto Acereda

12.031.299.186.290,07

Con la deuda nacional de EEUU, 12 billones de dólares, se podría hacer una cadena de billetes de dólares que realizarían seis viajes de ida y vuelta al sol. Tal es la barbaridad y el fracaso de la gestión económica de Obama.

Esta misma semana el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunciaba que la deuda nacional asciende ya a más de 12 billones de dólares, concretamente a 12.031.299.186.290,07 dólares. Significa eso que gracias a las lamentables políticas económicas de quienes vienen gobernando este país, cada norteamericano tiene ya una deuda de casi 39.000 dólares.

Para valorar lo que significa un billón de dólares piénsese que con esa cantidad (o sea con una doceava parte de la deuda actual de EE.UU.) se pueden cubrir todos los gastos militares de todos los países de la OTAN. También, con un billón de dólares se dobla el coste total del "New Deal" de Franklin Delano Roosevelt y se multiplica por diez lo que costó el Plan Marshall, ajustando en ambos casos la inflación. Con un billón de dólares, en fin, se podrían comprar 91.146.205.956 Cristianos Ronaldos...

Para hacernos una idea visual de lo que significa un billón de dólares, piénsese que si pusiéramos una fila de billetes de un dólar, uno tras otro, podríamos hacer una cadena seguida desde la tierra al sol. Como hablamos de 12 billones, se podría hacer una cadena de billetes de dólares que realizarían seis viajes de ida y vuelta al sol. Tal es la barbaridad de la deuda nacional estadounidense y tal el fracaso de una gestión económica empeorada por Obama al cuadruplicar esa deuda en menos de un año. Es por ello que el propio Obama haya salido ahora (¡a buenas horas!) expresando su temor de que el exceso de gasto acabe socavando la economía y provoque una doble recesión.

Entretanto, varios grupos, que se autodenominan aquí como "progresistas" y que dicen representar a los trabajadores y a las minorías, han eructado exigiendo más intervencionismo del Gran Gobierno, es decir más programas de gasto público. La confusión que hoy vive la Casa Blanca en materia económica resulta alarmante y lo único que a Obama se le ocurre es convocar otra cumbre económica más en la Casa Blanca para el próximo 3 de diciembre. Y en esas, a su secretario del Tesoro, Tim Geithner, se le pide ya a gritos en el Congreso que dimita por incompetente.

Toda esta situación está poniendo cada vez más claro un asunto de cara al futuro: que las elecciones intermedias de 2010, y muy posiblemente las generales de 2012, tendrán como punto clave de atención la economía. Porque ni las cifras de desempleo –que parece van a seguir por encima del 10% (y más en términos reales)– ni la astronómica deuda nacional es algo que los norteamericanos están dispuestos a olvidar.

Junto a la economía, Obama sigue empantanado en una política exterior de permanente crítica a su propio país y sin entusiasmo o respeto alguno por el excepcionalismo norteamericano. Las reverencias presidenciales a otros líderes extranjeros aquí gustan poco, sobre todo las repetidas en Japón tras el papelón ante el Rey Abdullah hace unos meses. Lo mismo ocurre con la decisión de Obama y su fiscal general Eric Holder respecto a llevar los juicios de los atentados del 11-S a cortes civiles en Nueva York. El norteamericano de a pie sabe que dicha acción abre un circo mediático para poner en el banquillo televisivo no tanto a los terroristas, sino a la administración Bush-Cheney, con la CIA incluida.

Todas estas cosas, además del intervencionismo económico y la obsesión del patatero proyecto de ley sobre la sanidad, han hecho que la popularidad de Obama siga cayendo con inaudita rapidez. En medio de todo esto, la sombra de Sarah Palin aparece ahora sobrevolando por los medios de comunicación y en todas las cadenas y radios del país. El nuevo libro de memorias de la Palin se subtitula An American Life, como la autobiografía de Ronald Reagan. A Palin se la sigue vilificando y presentando como una ignorante pero su libro es ya el más vendido en Estados Unidos y su figura la más seguida en los medios y redes sociales.

El caos económico cuadriplicado por Obama en menos de un año tiene ya ante sí un horizonte electoral en 2012 con previa parada en 2010. En el lado republicano, varios políticos empiezan ya a tomar posiciones. Además de la posibilidad de una candidatura de Palin (aunque ella todavía no quiera tomar una decisión), hay varios nombres esperados ya como posibles candidatos. Ahí entran figuras ya conocidas de la anterior elección de 2008, como Mitt Romney o Mike Huckabee. También surge la expectativa de la posible candidatura de Newt Gingrich y la llegada de otros como el actual gobernador de Minnesota, Tim Pawlenty.

Hay también varios nombres por ahí que empiezan ya a circular: el actual gobernador de Texas, Rick Perry; el senador de Oklahoma, Tom Coburn; o incluso –y dada la situación– el ex vicepresidente Dick Cheney. Otro nombre al que nuestros lectores deberían prestar especial atención es el del actual gobernador de Indiana, Mitch Daniels, cuya trayectoria resulta interesante por su experiencia y buen hacer. Daniels estuvo ya de asesor político de Reagan. Económicamente, es un liberal-conservador que cree en un gobierno limitado. De hecho, Indiana es uno de los estados con menos déficit de todo el país y uno de los pocos donde se dio una importante reducción de la carga fiscal de los ciudadanos.

Pese a que falta todavía un año para las elecciones intermedias y todavía mucho tiempo para las presidenciales, el dólar y el terrorismo dictarán sentencia, sobre todo si pensamos en que lo de Fort Hood de hace unos días fue propiamente el primer atentado terrorista en tierra estadounidense tras el 11-S. Lo que resulta claro es que es el propio Obama está propiciando que la mayoría de la ciudadanía crea ya cada vez menos en el "cambio" y que en menos de un año los norteamericanos tengamos ya 12.031.299.186.290,07 razones para querer echarlo de la Casa Blanca.

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