En efecto, don José, siempre me pareció un lechuguino flácido empapado en vinagre. Uno de esos judíos enemigos de todo y de todos, para empezar de sí mismos, estilo Marx, Heydrich o Gollanz (salvando las tremendas distancias, naturalmente). Leí muchas cosas suyas en los años setenta y me pareció alguien dominado por el rencor a su cultura y a su civilización. A titulo personal tengo que decir que algunos de los más virulentos izquierdistas que he conocido eran judíos americanos de clase alta o simplemente millonarios. De cualquier manera su artículo es uno de los más brillantes y oportunos que le he leído.
Ha muerto con 100 años, que demostración del viejo dicho: mala hierba, nunca muere.
Si hubiera vivido como había predicado, yéndose a los paraisos morales que predicaba, a esos países por cuyas culturas babeaba (total, todo era válido), no hubiera llegado a tan longeva edad. En el fondo, es el síndrome del famosete de Hollywood, dando loas y bravos a gorilas totalitarios, criticando a occidente pero aferrándose al mismo como si del aire que respiran se tratase. Son así, no dan para más.
El mayor riesgo de algunos intelectuales es ir más allá del estudio científico, en este caso en el campo de las ciencias sociales, para pasar a través de sus estudios a impartir moral.
Si hay algo que debería asustar a la humanidad son estos "teólogos" sin Dios que pretenden iluminar y conducir nuestras vidas.
Gran artículo
Es un autor sobrevalorado, ni de lejos el mejor antropólogo del siglo XX, como se ha dicho estos días, aunque sí el más famoso y citado (merecería la pena investigar por qué). Le superan otros como Malinowski, Geertz o Víctor Turner.