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Emilio Campmany

González, mejor que Gallardón

Parafraseando a Unamuno, no se trata de vencer, que es algo para lo que puede que baste Gallardón, sino de convencer, que es algo para lo que obviamente sobra Rajoy.

El País de este domingo nos explica por qué tiene que ser Gallardón quien encabece el PP para ganar en 2012. Es muy sencillo. Gallardón "es el que que arrastraría a menos ciudadanos a votar al PSOE con tal de que no ganara el PP". La tesis ya la defendió Mariano Rajoy en los meses posteriores a la derrota de 2008: "No quiero que nunca más alguien vote al PSOE para que no gane el PP". Según Metroscopia, la empresa que ha hecho la encuesta para El País, buena parte de los votos que fueron al PSOE en 2008 no tenían por objetivo que ganaran los socialistas, sino que perdiera el PP. Metroscopia cree que mientras Rajoy, y no digamos Esperanza Aguirre, "moviliza" el voto de izquierdas, Gallardón lo "desmoviliza".

Es posible que tengan razón. Pero, si ese fuera el mejor camino que puede emprender el PP para ganar en 2012, se me ocurren candidatos mucho más "desmovilizadores" que Gallardón. Por ejemplo, Felipe González. No cabe duda de que un PP encabezado por el que estaba destinado a ser el vicepresidente del Gobierno que se hubiera formado de triunfar el golpe de Estado del 23-F sería el perfecto "desmovilizador" del voto de izquierdas. A pocos electores del PSOE les preocuparía entonces que ganara el PP. Y si se trata de "desmovilizar" también a los comunistas, siempre podría presentarse como número dos a Santiago Carrillo, joven demócrata que está pidiendo cancha a gritos. En tal caso, Rajoy podría estar bien tranquilo, pues ya vería qué pocos votan al PSOE para que no gane el PP.

Aparte absurdos, el argumento podría tener alguna solidez si Zapatero hubiera puesto en práctica políticas moderadas que contaran con el respaldo de amplias mayorías. No es así. Conduce una política radical, que oscila entre el extremismo y lo infantil. Genera paro y pobreza, saca del baúl de la Historia nuestros viejos fantasmas y promulga leyes contrarias a las creencias de muchos. Y, curiosamente, a nadie en el PSOE parece preocuparle que este radicalismo casi siempre pueril pueda inducir a nadie a votar al PP para que no gane el PSOE.

Los partidos políticos y sus líderes no están para prometer o ejecutar lo que una supuesta gran mayoría de electores quieren. Están para convencerles de que sus programas, sus ideas y sus políticas son las mejores. Parafraseando a Unamuno, no se trata de vencer, que es algo para lo que puede que baste Gallardón, sino de convencer, que es algo para lo que obviamente sobra Rajoy.

Es muy probable que si se celebraran las elecciones generales hoy, ningún líder que se presentara abiertamente como liberal-conservador y que se pusiera al frente del PP sería capaz de ganar a Zapatero. Pero las elecciones no van a ser hoy. Serán dentro de dos años y medio. Tiempo más que suficiente para convencer a un electorado con franco acceso a los medios de comunicación de que las ideas liberal-conservadoras son mejores y más eficaces que las de Zapatero. Pero, para que tal convencimiento pueda darse, lo primero que hay que hacer es tener ideas y creer en ellas. Luego, hace falta estar dotado de brillantez para exponerlas de modo que todos puedan entenderlas y, si les gustan, participar de ellas. Y finalmente, lo más difícil, es necesario defenderlas con coraje allí donde otros las ataquen. Es lo que hacía María San Gil. Seguramente, por eso la echaron.

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