Con la llegada de noviembre, mes electoral, este próximo martes tendrán lugar varias elecciones locales y estatales para puestos políticos en Estados Unidos. Se trata de lo que en este país se conoce como elecciones especiales y que esta vez resultan particularmente importantes dada la actual crisis económica y el deteriorado ambiente político. Numerosos analistas coindiden en que estas elecciones especiales constituyen una prueba importante, a modo de examen y referéndum, para Obama y sus primeros meses en la Casa Blanca.
Las elecciones más destacadas de este 3 de noviembre tienen lugar en un trío de frentes: en los estados de Virginia y Nueva Jersey, donde se elegirá respectivamente a un nuevo gobernador; y en el distrito 23 de Nueva York, donde está en juego una plaza como congresista para la Cámara de Representantes de Washington. Obama, obviamente, apoya a los candidatos de su partido: en Virginia, apuesta por el demócrata Creigh Deeds frente al conservador Bob McDonnell; en Nueva Jersey, da su apoyo al actual gobernador Jon Corzine –que arrastra una errática labor económica– y en la plaza neoyorquina al Congreso, Obama apuesta por otro de su partido: Bill Owens.
Las más recientes encuestas electorales apuntan a que las elecciones están bastante ajustadas, lo que no es buena noticia para Obama por dos razones: primero, porque uno de los candidatos a los que Obama apoya, Jon Corzine, ocupa ahora mismo el cargo de gobernador y su derrota sería una bofetada a su gestión e, indirectamente, a la de Obama; y segundo, porque en esos tres estados (Virginia, Nueva Jersey y Nueva York) Obama y los demócratas ganaron con holgura hace ahora un año. Pero las cosas han cambiado.
En Virginia, no parece difícil que el conservador Bob McDonnell se lleve el triunfo, lo que sería un primer mensaje sobre la escasa credibilidad que infunden ya los demócratas y el propio Obama. En Nueva Jersey, plaza siempre difícil para los republicanos, John Corzine está en vilo ante el empuje del conservador Chris Christie, cuyo triunfo mandaría una señal inequívoca del cambio de rumbo político de cara a 2010. No será fácil, pero estas dos victorias conservadoras, o al menos una de ellas, pondrían contra las cuerdas a muchos "demócratas moderados", cuya reacción inmediata será distanciarse del actual plan obamita para la llamada salud pública que se debate estos días.
Y luego está Nueva York,cuyo distrito 23 está también en el aire. Lo curioso de esta elección es que, además del peligro para los demócratas y para Bill Owens, se ha puesto en evidencia otro hecho: que el oficialismo del Partido Republicano parece estar también algo ciego ante la realidad ciudadana al apoyar a una candidata, Dede Scozzafava, que ha defendido todas las causas contrarias al conservadurismo. Afortunadamente, en esa elección hay un tercer candidato verdaderamente conservador, Doug Hoffman, quien ha recibido ya el apoyo de futuribles candidatos del GOP para la presidencia en 2012, como Sarah Palin o Tim Pawlenty y otros conservadores como Dick Armey o Fred Thompson. De ganar Hoffman, la bofetada a Obama sería importante, pero también lo sería para los desconectados líderes del GOP que han apoyado a la Scozzafava y que deberían dejarse de medias tintas y defender los valores conservadores propios de la mayoría de la ciudadanía.
Porque desde hace tiempo venimos escribiendo aquí, pese al triunfo de Obama, del cada vez más amplio componente conservador del pueblo norteamericano. Los medios podrán intentar tergiversar las cosas a su modo, pero Estados Unidos sigue siendo esencialmente un país conservador. Desde la elección de Obama, además, los ciudadanos se están haciendo –como reacción– cada vez más conservadores, entendiendo este concepto en línea con el "liberalismo conservador" de la terminología española. Además de encuestas independientes al respecto como la Battleground Poll, patrocinada por la George Washington University, que así lo viene confirmando año tras año, otras agencias como la Gallup así lo acaban de certificar.
Ya el pasado junio Gallup apuntaba esa tendencia conservadora de la nación estadounidense y, otra vez, este mes de octubre Gallup acaba de publicar una nueva encuesta en que se constata esa mayoría conservadora entre los ciudadanos. Según Gallup, los norteamericanos se consideran ahora más conservadores todavía que en 2008, con un total de 40% de los estadounidenses autodefiniéndose como conservadores, frente a un 36% de moderados y tan sólo un 20% de progresistas (lo que aquí se llama "liberals"), grupo este último que es el más pequeño, pese a que Obama, la Casa Blanca y sus medios afines quieran contar otra historia distinta.
La encuesta de Gallup, además, muestra cómo el norteamericano medio cada vez se define más conservador al tomar posiciones en contra de la excesiva regulación e intervencionismo gubernamental, en contra del protagonismo de los sindicatos, contra las restricciones al derecho constitucional de todo individuo a comprar y portar armas, contra la inmigración descontrolada, contra la falta de respeto a los valores tradicionales, contra el aborto y también contra la exageración de la farsa acuñada como "calentamiento global".
Todo esto tendrá visibles repercusiones en las urnas, especialmente en las elecciones intermedias de 2010 y posiblemente ya este mismo martes. Con más y más ciudadanos sufriendo el fracaso de las políticas de Obama y los demócratas –que mantienen amplias mayorías en el Congreso desde 2007– el pueblo norteamericano no va a esperar a que los líderes del GOP despierten de su letargo. Los ciudadanos están tomando ya partido en todo esto, saliendo a la calle y movilizándose. Por eso el examen electoral de este martes es más importante de lo que parece, como primer indicador de futuro.
Con las dos cámaras del Congreso controladas por los demócratas desde hace tres años y con toda la burocracia federal, muchos estados y gobiernos locales, las universidades, el sistema público de educación y aun los medios de comunicación también en manos de los demócratas durante varias décadas, el resurgir del conservadurismo en Estados Unidos es una realidad. Este es el ejemplo de amor a la libertad y al individuo que, pese a Obama, sigue dando el pueblo estadounidense. Por eso estamos ante el verdadero primer examen para el actual presidente.