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Sí, se puede

¿Podemos sacrificar nuestros intereses, o las vidas españolas, en nombre de una legislación que nuestros enemigos desprecian y jamás cumplen?

Carmen Chacón vuelve a esconderse, esta vez en el caso de los piratas somalíes y los barcos españoles que allí faenan. Primero, tras la legalidad internacional, desde 2004 siempre interpretada por el Gobierno en contra los intereses españoles y nunca a favor. Y segundo, tras su cúpula militar, elegida por méritos políticos y siempre dispuesta a dejarse aconsejar por la ministro en contra de los intereses de las propias Fuerzas Armadas. El otro día, en el Congreso, Chacón volvió a hacer una portentosa exhibición de huida de los problemas y de traslado a los demás.

A propósito de los piratas, la ministro gustó sacar pecho a propósito de convenciones, derechos y legalidad internacional. La verdad es que el Gobierno habitualmente se muestra exquisito en su interpretación, siempre que suponga ir contra los intereses españoles. El derecho marítimo está fundado y preparado por y para las naciones civilizadas, al igual que el derecho internacional: ¿tiene sentido utilizarlo contra nuestros propios intereses en beneficio de los piratas, que se caracterizan precisamente por rechazar ese derecho? ¿Podemos sacrificar nuestros intereses, o las vidas españolas, en nombre de una legislación que nuestros enemigos desprecian y jamás cumplen? Se dirá que sí, pero desde luego, es para valorarlo. Como lo valoró Chacón en relación con Willy el pirata, sometido a un limbo jurídico en nuestro propio país, sin tener un status definido, y tratado por las autoridades, cuanto menos, irregularmente.

Pero ni siquiera hay que llegar al extremo de interpretar el derecho internacional según interese. En realidad, no existe impedimento alguno para que nuestros soldados embarquen en los barcos y los defiendan en caso de ser atacados. En cuanto a la legalidad nacional, se cambia: ¿no lo ha hecho Chacón para permitir que los transexuales entren en el ejército? ¿Porqué esto iba a ser distinto? Por otro lado, Chacón alega que el derecho marítimo sólo permite que sean los buques de guerra los que actúen contra la piratería, pero lo cierto es que éste sólo habla de apresamientos, y no de garantizar la seguridad de la nave. Nadie dice que los pesqueros deban perseguir y apresar piratas, sino defender sus cubiertas de ellos, que es distinto, que es de lo que se trata y que no trae poblemas internacionales. Esto sí se puede hacer.

Además, es perfectamente compatible combinar la presencia de soldados in situ en los buques con un sistema como el actual, en el que sean las autoridades militares debidamente identificadas las que detengan después a los piratas. Por otro lado, hay otra opción acorde al derecho del mar, más complicada pero que está en la mano de España, que es dotar a los barcos pesqueros del status jurídico necesario para incluso detener piratas; es una atribución propia de cada país. Que los aliados separatistas de ZP consientan en poner sus barcos bajo la autoridad del ejército español es otra cuestión. Pero en determinadas circunstancias, sí, se puede hacer siempre que una nación así lo decida.

Por otro lado, tiene gracia que Chacón se niegue a mandar soldados porque dice que es ilegal, pero no tenga empacho en mandar civiles para hacer lo mismo. Pero incluso embarcar profesionales de la seguridad –o sea, civiles– para hacer ese trabajo lo hace legalmente aún más problemático ante las leyes internacionales. Civiles que se encontrarán legalmente más desamparados que los soldados en caso de problemas: ¿En nombre de quién dispararán y matarán en el mar? ¿En nombre del capitán del pesquero? ¿Quién se hará responsable si se hunden barcas o mueren piratas y tripulantes? ¿El armador? ¿La empresa? ¿Un seguro privado? Y si España ampara legalmente a los mercenarios, deberá dotarles del estatus internacional de soldados, con lo cual estaremos en las mismas, ¿por qué no enviar soldados auténticos?

Pero además Carmen Chacón se contradice en cuanto a nuestra capacidad operativa. Si una operación así necesita de una cobertura logística tan enorme que ni siquiera las Fuerzas Armadas pueden poner en marcha, no tiene sentido facilitar que compañías privadas, con muchos menos recursos, puedan realizarla. El hecho de que se autorice y se financie la operación significa que, o bien está condenada al fracaso y es puro y peligroso maquillaje, o bien podría realizarla con más garantías la Infantería de Marina, pero la ministro y su cúpula militar prefieren esconder a nuestros soldados y utilizarlos como una ONG en otras partes del mundo.

Chacón y los "generales de ZP" han afirmado además que existe una imposibilidad operativa para hacerlo, poniendo como ejemplo la base francesa de Dyibuti y los 3000 soldados franceses. Pero lo cierto es que esos miles de soldados no están allí para luchar contra la piratería; constituye una de las bases más importantes de Francia en el hemisferio sur, y sus efectivos son utilizados para múltiples misiones en diferentes escenarios. Sólo unos pocos se dedican a la piratería somalí. Además, la base francesa no es sólo de uso francés. Varios países, entre ellos España y Estados Unidos, la utilizan para sus asuntos.

Allí tienen su base los P3 Orion españoles que son enviados a patrullar la zona. Y al contrario de lo que afirma Chacón, la base sí es suficiente para sostener esta operación, que tampoco exige tanto. Tenemos espacio para instalar lo necesario para embarcar media docena de comandos en los barcos, especialmente los equipos de comunicaciones y los pertrechos necesarios para que operen en cada nave durante un tiempo. No es que no se pueda –si pueden hacerlo compañías privadas, ¿cómo no nuestras tropas?–, es que no se quiere. Pero poder, sí, se puede.

Lo que continúa haciendo Chacón es desmilitarizar las funciones tradicionalmente militares, redirigiendo a las Fuerzas Armadas a labores civiles. Si para eso tiene que empujar a civiles a hacer la labor de los militares, no hay problema. Nos encontramos ante la paradójica situación de que organizaciones privadas defiendan a tiros los intereses nacionales, mientras las Fuerzas Armadas se dedican a hacer de organizaciones no gubernamentales construyendo hospitales y repartiendo comida. De Chacón lo entendemos, puesto que no hace más que
deconstruir el ejército. Es más problemático lo de la cúpula de éste, la complicidad con su destrucción y su pasividad ante ello.

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