He vuelto a darme cuenta de que el estilo lingüístico de la prensa española paraliza la imaginación y creatividad de los lectores. Las "novedades" son tantas que parece imposible imaginar otras diferentes. La "brevedad" de las noticias impide profundizar en ellas, y la "inteligibilidad" del relato es tal que no exige análisis ni interpretación. Tampoco las columnas de opinión dan para mucho más que no sea afirmar o negar lo mantenido por el columnista. No vale un sí, pero no, o cualquier otra matización.
Lo decisivo del lenguaje de nuestra prensa es ocultar lo que pasa. El acontecimiento determinante hay que negarlo. La prensa española, sí, oculta lo fundamental. Hace preguntas falsas, o peor, retóricas para no decir qué está sucediendo. Una pregunta formulada ayer por el diario El País, creo que quintaesencia este ocultamiento, a saber, ¿aleja el caso Gürtel a Rajoy de La Moncloa? Pues claro que sí lo aleja. ¿Quién se atrevería a negarlo? Algún estulto. Es obvio que el caso Gürtel le pone las cosas muy difíciles al PP. No perdamos el tiempo en esa discusión. Pasemos también deprisa sobre la capacidad de Rajoy para gestionar este feo asunto del Gürtel. Todo eso son cábalas y ganas de entretenernos para no decir lo que pasa.
Lo que pasa está a nuestra vista, pero el personal prefiere callar. Lo que está pasando es que el Gobierno de Zapatero hace lo que le da la gana y lleva al país a la miseria, por ejemplo, pacta la Ley de los Presupuestos Generales del Estado con el PNV y Coalición Canaria, o sea, con partidos de derecha y el personal mira para otro lado, pero lo cierto es que Zapatero no ha necesitado ni siquiera de sus viejos socios de la izquierda para seguir adelante con su proyecto. Eso es una novedad, obviamente, ocultada.
Tampoco es relevante saber si Rajoy saldrá o no reforzado del caso Gürtel. La cuestión no es si Rajoy logrará ganarle a Zapatero. El problema es que Zapatero ya ha triunfado sobre Rajoy. Y, sobre todo, ha de quedar claro que el caso Gürtel y todos los demás casos de corrupción en todos los partidos ponen en evidencia que en España la democracia es sólo una cuestión meramente nominal. La corrupción deja al descubierto que el sistema de partidos políticos, en España, es una basura, sobre la que flota una casta política incapaz de modernizarse de acuerdo con las pautas de las democracias más avanzadas.