Claro, parece evidente que es mucho más grave vender CDs o DVDs en la calle que despojar de la cartera a un viandante o llevarse ese mismo CD o DVD de una tienda.
Ramón Villota Coullaut
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mpab dijo el día 18 de Octubre de 2009 a las 11:15:
Discrepo, pero no por la severidad o no de la pena.
Primero, la inmigración ilegal es incompatible con un estado del bienestar. Los inmigrantes tienen por el hecho de estar acá todos los derechos positivos sin retribuirlos. Ya sea trabajando solos o para un empleador que
se ahorra los impuestos y SS; el que el estado cubra sus necesidades de nuestro dinero es una estafa para todos. Los gobiernos socialistoides tienen una conducta permisiva con estos colectivos porque los ven como una fuerza social fácil de comprar con favores y además da buena imagen ayudarlos. Eso sólo logra que crezcan y crezcan.
Por el contrario, una sociedad liberal que enfatice la responsabilidad individual y que no imponga la solidaridad a la fuerza sí puede darse el lujo de recibir inmigrantes, y estos no acudirán con la mano extendida como mendigos.
Otro aspecto, quizás más realista, es que el comercio de productos pirateados, falsificados, robados o de contrabando es competencia desleal contra quienes tienen que bajar la cabeza y cumplir todos los caprichos de la autoridad. Provengo de un país (Perú) donde al principio la lástima y la dejadez permitieron el comercio al margen de la legalidad en zonas pobres y cuando la población dedicada a esto alcanzó una masa crítica no hubo poder político capaz de detenerlos. Esto ha llevado a una destrucción masiva de pequeños comercios, incapaces de competir no por su inercia sino por tener que cumplir con las leyes locales y las normas sociales.
Por eso, a pesar de mi desprecio a la SGAE, opino que hay que cortar este comercio de raíz y extender la legalidad a todas sus variantes para evitar que crezcan y puedan ejercer presión.
Discrepo, pero no por la severidad o no de la pena.
Primero, la inmigración ilegal es incompatible con un estado del bienestar. Los inmigrantes tienen por el hecho de estar acá todos los derechos positivos sin retribuirlos. Ya sea trabajando solos o para un empleador que
se ahorra los impuestos y SS; el que el estado cubra sus necesidades de nuestro dinero es una estafa para todos. Los gobiernos socialistoides tienen una conducta permisiva con estos colectivos porque los ven como una fuerza social fácil de comprar con favores y además da buena imagen ayudarlos. Eso sólo logra que crezcan y crezcan.
Por el contrario, una sociedad liberal que enfatice la responsabilidad individual y que no imponga la solidaridad a la fuerza sí puede darse el lujo de recibir inmigrantes, y estos no acudirán con la mano extendida como mendigos.
Otro aspecto, quizás más realista, es que el comercio de productos pirateados, falsificados, robados o de contrabando es competencia desleal contra quienes tienen que bajar la cabeza y cumplir todos los caprichos de la autoridad. Provengo de un país (Perú) donde al principio la lástima y la dejadez permitieron el comercio al margen de la legalidad en zonas pobres y cuando la población dedicada a esto alcanzó una masa crítica no hubo poder político capaz de detenerlos. Esto ha llevado a una destrucción masiva de pequeños comercios, incapaces de competir no por su inercia sino por tener que cumplir con las leyes locales y las normas sociales.
Por eso, a pesar de mi desprecio a la SGAE, opino que hay que cortar este comercio de raíz y extender la legalidad a todas sus variantes para evitar que crezcan y puedan ejercer presión.