El último al que ha engañado Rajoy es a Valcárcel. El presidente de Murcia habría arrancado el compromiso del Líder de que cuando el PP llegue al poder va a resucitar el Plan Hidrológico. Vamos, lo mismo que le ha prometido a Cospedal, pero al revés. Y si de trasvases va la cosa y de llegar al poder, lo cierto es que el PP apenas puede trasvasarse un punto y poco de lo que pierde el PSOE en las encuestas. El resto se lo quedan Izquierda Unida y el partido de Rosa Díez. Y eso que son de antes de que pasaran la tercera parte de Los visitantes (no nacieron ayer), con Rajoy en el papel de sire Godofredo, Cospedal en el de doña Frenebunda, Camps en el de Delcojón y Ricardo Costa en el de Delculón, que es donde le han dado la patada.
Por fin, y para sorpresa de todos, el PP hace algo digno. Pese a los esfuerzos de la señora Sánchez Camacho, que se mostraba orgullosa de haber sido ella, personalmente, la que había presionado a Rajoy para que el PP no recurriera la ley de educación de Cataluña, me entero de que al final el PP sí ha recurrido dicha ley. Me sorprende y me alegro.
Y es que el retraso en la resolución del recurso de inconstitucionalidad contra el estatuto de Cataluña sólo beneficia a los que siguen legislando como si nada y los que van a seguir haciéndolo diga lo que diga la sentencia, que es lo que han anunciado los moderados del PSC. Pese a ello, la semana pasada el Gobierno de España salió en su auxilio, recordando que siempre queda el 150.2 de la Constitución, a lo que los socialistas de aquí han contestado: y pasarse la sentencia por el forro, que es lo que pensábamos hacer; pero gracias de todas formas, majos. Y es que, como se publicaba la semana anterior, se prevé la sentencia para dentro de un año –actualizado a 16 de octubre– y la consagración de la asimetría, la desigualdad y la insolidaridad por vía del silencio. Con lo que nos reíamos cada vez que Maragall decía lo del federalismo asimétrico; pues ale, aquí lo tenemos.
De todas formas, el pensamiento político se nutre de ideas para evitar futuros conflictos. Supongo que saben ustedes, y si no yo se lo cuento, que uno de los juristas más admirados por Federico Trillo es Joan Ridao. Pues bien, Ridao ha encontrado la solución definitiva que le quita un problema a los magistrados del Constitucional, a Zapatero, a los nacionalistas catalanes de todo tipo y a los melifluos del PP que están rezando para que el Constitucional no les dé la razón: hay que reformar la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para que no se pueda pronunciar sobre la constitucionalidad de los estatutos de autonomía. Futuro premio Príncipe de Asturias del deporte. Es más, lo ha registrado como propuesta de ley en el Congreso y ha añadido que hay que sustraer al Constitucional de esa posibilidad, especialmente, con los estatutos de singular naturaleza como el catalán y el vasco –cuando yo siempre había pensado que la naturaleza más singular de España era la de los Monegros.
¡Qué tío! ¡Más listo que el hambre! Ya, ya sé que, en el fondo y en la forma, lo que quiere decir el delfín de Trillo es que ellos se pasan la división de poderes por el mismo sitio que el PSC la sentencia del Constitucional si les es desfavorable.