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Guillermo Dupuy

Los arrepentidos verdugos de Costa

Resulta sorprendente ver cómo algunos de los que animaron a Rajoy –es más, le empujaron– a esa decapitación, ahora salen en defensa de Costa y acusan al lider del PP de hacerle pagar una responsabilidad que ciertamente no le correspondía.

Considera Gómez de Liaño que el hecho de que el juez Garzón interceptase las conversaciones de Correa y su abogado "pasará como una de las páginas más negras de la historia judicial". Sin querer quitar gravedad al proceder de Garzón, y al margen de que el contenido de las conversaciones entre el presunto golfo y su abogado tampoco sostiene las hipótesis sobre la supuesta financiación ilegal del PP que formula el impresentable informe policial incluido en el sumario, me gustaría añadir el no menos bochornoso intento de la Fiscalía de eliminar del sumario las grabaciones que beneficiaban a Francisco Camps y que, de hecho, no fueron conocidas por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. A ello hay que sumarle también la campaña "sistemática y programada", que diría con razón Rajoy, de filtraciones fraudulentas, parciales e interesadas que han pretendido crear la sensación de que estábamos ante una especie de "Filesa" del PP. No han faltado además quienes beneficiados por esas violaciones del secreto sumarial han hecho el juego a esa "cacería" contra el principal partido de la oposición, por hacer referencia a la actividad cinegética que practicaba el citado juez instructor en compañía de algún miembro de este Gobierno y del máximo responsable de la investigación policial.

Yo no sé si esta campaña de desprestigio dirigida contra el PP pasará como una de las páginas más negras de la reciente historia política de nuestro país. Lo que se es que a esta campaña de innegables aromas rubalcanianos se le está sumando una ristra de tontos útiles, de liantes y enredadores dentro y en el entorno del PP, de aspirantes a sustituir a Rajoy al frente del partido, de lógicos resentidos hacia Rajoy en los medios de comunicación, por no hablar de la inconclusa guerra entre zaplanistas y campistas que se vive en la Comunidad Valenciana.

Naturalmente, el máximo responsable de este desconcierto –y su principal víctima– es Mariano Rajoy. Sin embargo, creo que su principal defecto es no haber ejercido su liderazgo y, por el contrario, haberse dejado influir por quienes ahora lo critican.

Por bochornosa que, en forma y fondo, haya sido la actuación de Rajoy entorno al cese de Ricardo Costa, resulta sorprendente ver cómo algunos de los que le animaron –es más, le empujaron– a esa decapitación, ahora salen en defensa de Costa y acusan al lider del PP de hacerle pagar una responsabilidad que ciertamente no le correspondía. El mismo diario El Mundo, por ejemplo, que atribuía hace unos días al "pijo" de Costa una conducta "absolutamente contraria no ya a los más elementales principios de la ética sino, sobre todo, al programa y los valores que siempre ha defendido el PP"; o que veía a Costa como un personaje "atrapado en un transfondo de corrupción" contra el que "Mariano Rajoy –o Camps– debía actuar de forma implacable", o que le acusaba de haber recibido de los imputados "caros regalos"; el mismo diario que hace nada consideraba como un inaceptable "órdago" o "pulso" a la dirección nacional del PP el impecable comunicado en el que Costa defendía su honradez y mostraba su voluntad de continuar en el cargo, es en definitiva el mismo diario que ha pasado en cuestión de horas o días a considerar que "la destitución de Costa es una gran injusticia" y a advertir a Rajoy que "empeñándose en hacer pagar a Costa los platos que ha roto otro, es un camino hacia ninguna parte". Ahora parece también reparar El Mundo que "nadie ha podido demostrar que Costa recibió regalos de la trama". Celebremos también que El Mundo o su director declaren ahora que "sólo para una secta estalinista" o "sólo considerando que los dirigentes de los partidos han de tener una actitud servil ante los jefes, se puede decir que Costa faltó a la disciplina" o "echó un pulso al partido".

Lo que me temo, sin embargo, es que estos arrepentidos verdugos de Costa, lejos de rectificar, terminen por ser también arrepentidos servidores de esa cacería que pretende abatir piezas mayores en el principal partido de la oposición, especialmente en la Comunidad Valenciana donde el PP tiene uno de sus principales graneros de votos. Viendo las rencillas internas y las pulsiones autodestructivas que anidan en el PP, y viendo cómo algunos hacen de tonto útil del PSOE con tal de no pasar como lacayo del PP, el comando Rubalcaba puede echarse a descansar mientras sus victimas le hacen el trabajo. Si les faltan energias, ya habrá otra oportuna, sesgada y fraudulenta filtración. Sin embargo, creo que hay energías de sobra para que esta caza de brujas continúe. Lo que no veo son energías, ni en la oposición política ni en la oposición mediática, para combatir esta infame campaña de desprestigio dirigida contra el PP, ni para que pase algún día como una de las páginas más negras de la reciente historia política de nuestro país.

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