Sostiene González Pons, esta vez sin la sonrisa que le caracteriza, que el Gobierno de Zapatero ha convertido a la Fiscalía General del Estado en una especie de abogacía del partido con mando en plaza, noticia que a todos nos ha sorprendido. La novedad no es que los socialistas utilicen todos los apéndices del poder del Estado en beneficio propio, sino que el portavoz del PP denuncie pública y enérgicamente una situación de facto inadmisible en un Estado de derecho.
El chivatazo del bar Faisán es una canallada hacia las víctimas del terrorismo y un insulto a todos los españoles, además de un delito que la justicia debiera haber perseguido y castigado con ejemplaridad. En lugar de eso, la Fiscalía solicita el archivo propiciando que el Gobierno pase la última página del vergonzoso "proceso de paz" al que nos abocó Zapatero con la inconsciencia dañina consustancial al personaje.
Y por encima de todo este asunto sigue planeando la sombra rasputínica de Rubalcaba, profundo conocedor de las "cloacas del Estado" en definición de su anterior jefe. No sabemos cómo lo hace este hombre, pero está siempre en el epicentro de los asuntos más sucios que ocurren en España desde hace veinticinco años. Será una coincidencia, claro, pero el hecho es que desde el GAL, no hay desmán protagonizado por los socialistas en contra de los derechos y libertades de los españoles en que el apellido Rubalcaba no aparezca destacado.
Lo del chivatazo al responsable de las finanzas terroristas para evitar su detención, sin que tras su descubrimiento se haya sustanciado dimisión o cese alguno, es un jalón más en la trayectoria de un personaje con una de las biografías más sustanciosas que se recuerdan en el socialismo español, que ya es mucho. El PP debiera haber empezado a pedir con insistencia su cese treinta segundos después de que Zapatero anunciara el nombramiento. Tras cinco años solicitando su decapitación política y abandonando el parlamento cada vez que hiciera uso de la palabra, probablemente hoy no estaríamos escribiendo sobre este asunto.
Es hora de que el bueno de D. Alfredo cumpla su sueño de formar parte en la directiva del Real Madrid para viajar cada domingo con el primer equipo, pero como el presidente es del Barça, prefiere tenerlo en el Gobierno velando por la libertad y la seguridad de todos los españoles. De sobra sabe Zapatero que con la miradarubalcábidaen la nuca, Casillas pararía los penaltis aunque se los lanzaran con una pelota de beisbol.