Cállate
Cuando los políticos representan a su líder y no a sus electores, las protestas y críticas no es ya que molesten, es que resultan peligrosas. Aquello de la "democracia interna" nunca incluyó el derecho a la libertad de expresión conservando el cargo.
El siguiente artículo ha sido solicitado al autor por los oyentes de Es la Mañana de Federico.
La difícil relación entre los partidos políticos españoles e internet ha quedado nuevamente de manifiesto con el expediente abierto a doce militantes gaditanos del PSOE por colaborar con un blog crítico con la dirección provincial de su partido. Evidentemente, no guardo ninguna simpatía hacia sus autores, que entre otras cosas muestran su apoyo incondicional a Bibí y su proyecto criminal contra los no nacidos. Pero no puedo dejar de entender la frustración de quien permanece en un partido, quiere cambiarlo y no le permiten siquiera decirlo.
Desde hace tiempo, los gurús de la internete han estado elucubrando con la idea de una "política 2.0" en la que los profesionales de la cosa estuvieran en contacto más directo con sus representados gracias a la nuevas tecnologías y se convirtieran en algo más parecido a los representantes de sus electores, que es lo que se supone que deberían ser. Sin embargo, en Estados Unidos el cambio se ha limitado principalmente a la recaudación de fondos y a la mayor facilidad con la que se organizan los activistas aunque estén dispersos, que está teniendo en las llamadas tea parties contra el aumento del tamaño y el gasto del Gobierno federal su último ejemplo. Pero no parece que los representantes políticos hayan disminuido su autismo.
En España, claro, la cosa es mucho peor. No porque usemos menos internet o le demos menos importancia, que también. Sino sobre todo por el deficiente sistema político consagrado en nuestra Constitución. Votamos a partidos políticos, no a personas (sí, a veces hay que recordar que incluso los políticos pueden ser personas), y son los partidos quienes deciden quienes nos "representan". Con esta estructura de incentivos, el resultado no podría ser otro que la adscripción incondicional al líder del partido en cada momento y el "quien se mueva no sale en la foto", en la excepcional formulación de Alfonso Guerra, imposible de mejorar por su capacidad de síntesis del problema.
Así, cuando los políticos representan a su líder y no a sus electores, las protestas y críticas no es ya que molesten, es que resultan peligrosas. Aquello de la "democracia interna" de los partidos nunca incluyó el derecho a la libertad de expresión conservando el cargo. Internet, en un mundo político como es el español, no puede ser sino un adorno o una molestia. Y así ha sido en general. El PSOE ha incorporado mejor a la blogosfera en su partido que el PP, principalmente porque es más sectaria y acrítica con los suyos que las derechas que escriben en internet. Pero en cualquier caso ambos lo han hecho como adorno. Y cuando se convierte en molestia, reaccionan como quien tiene un mosquito dándose un festín con su brazo. Intentando aplastarlo.
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