Toda la producción mediática, desde la selección de las mismas noticias hasta los comentarios editoriales, pasando por la opinión, está concebida para el consumo y fomento de cerebros incapaces de aspirar a algo más que refrendar una lista de partido cada cuatro años. Más allá de esto, carecen de valor. La dirección de la comunicación es siempre vertical, de arriba abajo. Son como Hermes, simples mensajeros del Olimpo estatal de los partidos que se dirigen a los mortales llamados a refrendarlo. Basta observar cómo llenan las páginas e inundan las ondas con la continua narración y reverencia de la actividad institucional del poder, o cómo amoldan su propia estructura a la organización territorial del Estado, o revelan con ternura, humor o familiar acidez el lado humano de nuestros dirigentes.
Columnistas y tertulianos, privados de su adscripción partidaria, son idénticos. Denuncian, irritan y se indignan para terminar por ofrecernos la única solución que puede concebirse: votar a un partido estatal. Sólo llegan a diferir a cuál sí y a cuál no. En ello consiste la libertad de expresión y hasta allí penetra su inteligencia. Son como Tiresias, ganaron la capacidad de profetizar el poder a cambio de quedarse ciegos para ver la realidad. Así terminan enredándose entre lo masculino y lo femenino, polémica tan de moda en las instancias olímpicas.
Ciertamente, realizan una labor esencial para la democracia. Pues “La Democracia” es este Régimen y no podría ser otra cosa. La Democracia son ellos, que convierten a los comisarios de lista de partido en representantes de la ciudadanía, que confunden el reparto proporcional con la elección por mayoría, y que dividen metafísicamente un poder ejecutivo y legislativo constitucionalmente unificado en la jefatura del partido estatal dominante. Todo lo que implicaría para la realidad política española que esto no fuera así, no puede pensarse. Por eso hay libertad de expresión.
Jose A. Sanchidrián
Le felicito por su acertado análisis de Andalucía, maese Agapito.
En Andalucía existe una verdadera tecnocracia del control de la pobreza, del continuo insulto a la inteligencia, control absoluto de los medios de comunicación, dogma marxista en las universidades andaluzas, factoría de andaluces de cultura pobre, factoría de borregos, control intelectual absoluto, control cine centros comerciales, los sindicalistas y las oposiciones "libres" sin comentarios, el empeño continuo de la Junta en el mercado "libre" y el sinónimo de Junta de Antalucía = PSOE.
En Andalucía se vive y se siente la utopía totalitaria socialista.
Los socialistas andaluces son trabajadores constantes del statu quo de la progremanutención. El salvador del proletariado Vs la malvada alternativa política, llámese como se desee por el alumbramiento del PSOE: señorito andaluz, PP, franquista, etc.
El problema es que existen muy pero que muy contados andaluces que sean verdaderos demócratas.