Me marcho a la Fox
Durante muchos años, durante las administraciones republicanas y demócratas, hemos ido perdiendo algo de vital importancia en Estados Unidos: el compromiso con la libertad individual y la idea de que la libertad decrece a medida que el gobierno crece.
Es hora de cambiar de aires. El mes que viene me voy de ABC News para iniciar un nuevo programa semanal en horario de máxima audiencia en Fox News.
Cuando lo anuncié en mi blog, muchos espectadores dijeron estar contentos con mi marcha. "Adiós. Das asco. Has encontrado un hogar mucho mejor para tus crónicas basura y tu política retrógrada". "Felicidades por el paso a la cadena intelectualmente adecuada para tu equipaje liberal de apología empresarial".
Bueno, no se puede complacer a todos. Tampoco espero que mis creencias liberales satisfagan a todo el mundo en la Fox.
Hace años, la ABC me contrató para hacer la crónica del consumidor. Pero cuando la experiencia me hizo madurar viendo que los "defensores de los consumidores" por lo general hacían más mal que bien, eso horrorizó a algunos de mis colegas.
En mi primer especial de televisión, señalé que las regulaciones, al frenar la innovación, pueden hacer más insegura la vida cotidiana. Dos productores se quejaron furiosamente diciendo: "Ningún periodista respetable diría eso". El productor ejecutivo del programa me dijo con tono engreído, "En pocas palabras: no puede decir eso en esta cadena". El director de investigación de la ABC (hoy en la NBC) me preguntó: "¿Por qué has hecho un programa de gestión de riesgos? Deberías haberlo hecho sobre dietas o implantes de mama, algo que sabemos que va a gustar a la gente".
Pero la ABC tiene mérito. Tras amargas discusiones, emitió el programa titulado ¿Le estamos matando de miedo? El vicepresidente de la división de informativos me dijo: "No estoy de acuerdo con usted, pero es un argumento válido intelectualmente y merece mencionarse".
Todos nos sorprendimos cuando tuvo una audiencia de 17 millones de estadounidenses. Recibimos 3.000 cartas, muchas de ellas procedían de científicos que escribían cosas como: "Gracias a Dios que alguien finalmente dice en alto estas cosas. No puedo creer que lo viera en la televisión".
Así que seguí haciendo ese tipo de crónicas.
Mis jefes discrepaban a menudo de mis puntos de vista, pero por lo general me dejaban emitirlos. Sin embargo era frustrante. Mis opiniones y las de mis productores a menudo no estaban en armonía. Demasiadas crónicas que yo pensaba que eran importantes –como el análisis de ese robo legal llamado expropiación por ley, o de la lacra que supone que la agencia del medicamento ponga en peligro las vidas de la gente aplazando la aparición de nuevas medicinas– no fueron emitidas. Cuando presionaba, los productores de la ABC con frecuencia me miraban como si estuvieran pensando, "¿Por qué querrá hacer eso?".
Así que después de 28 años, es hora de seguir adelante.
En mi nuevo trabajo quiero profundizar en el significado de las palabras "libertad" y "gobierno limitado". Durante muchos años, durante las administraciones republicanas y demócratas, hemos ido perdiendo algo de vital importancia en Estados Unidos: el compromiso con la libertad individual y la idea de que la libertad decrece a medida que el gobierno crece.
Fox me ofrece más tiempo de emisión y un nuevo reto. Todavía estoy pensando lo que voy a hacer con mi propio programa. Por supuesto me dedicaré a estudiar los últimos disparates económicos de Washington. Y también quiero llevar a cabo programas divulgativos sobre qué es el liberalismo, la filosofía de la libertad.
¿Qué le parecen mis ideas? Si lo desea puede ayudarme a dar forma al nuevo programa. Tal vez incluso pueda aprender algo de los comentarios hostiles: "Usted es inteletualmente (sic) deshonesto y un chupatintas. Me alegro de no tropezar nunca más con su crónica parcial manipulada". "Su retórica derechista era difícil de disimular. Quedó en evidencia cuando Obama fue elegido presidente".
Es interesante analizar las premisas que contiene la frase. Yo he sido uno de los pocos reporteros en televisión que no ocultaba sus creencias políticas. La audiencia sabía que estoy a favor de la libertad individual y del libre mercado, y en contra de la coacción del gobierno. Pensé que este ejercicio de sinceridad me podría hacer merecedor de alguna confianza por parte de aquellos que discrepaban de mí. Al fin y al cabo, al poner las cartas sobre la mesa, todo el mundo puede juzgar mis crónicas sabiendo de dónde parto.
Pero –¡sorpresa!– esta práctica no me ha hecho ganar puntos con aquellos con los que discrepo. De hecho, muchos actúan como si yo fuera el único periodista que tiene una ideología. Por supuesto, eso es absurdo. Cada reportero tiene sus creencias políticas. La diferencia es que yo expongo las mías desde un principio.
En fin, continuará.
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