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Ignacio Cosidó

La bunkerización de Zapatero

"No hay mayor signo de debilidad que las muestras de adhesión inquebrantable de los propios"

En política no hay mayor signo de debilidad que las muestras de adhesión inquebrantable de los propios. La ostentosa exhibición de lealtad que hoy han tributado los barones socialistas a Zapatero en el Comité Federal de su partido es la muestra más evidente de los crecientes problemas que tiene el Gobierno y de las soterradas desavenencias que se viven en el PSOE. No era previsible que en un partido monolítico como el socialista fuera a cuestionar a su líder máximo, al menos mientras ostente el poder. Pero el total aislamiento del partido frente a los graves problemas que padecen los ciudadanos no augura nada bueno para el país. Un mínimo de autocrítica y un cambio de rumbo ante una crisis como la que vive España resultaban imprescindibles.   

Lo cierto es que la bunkerización en el poder de Rodríguez Zapatero puede causar un daño irreparable no sólo a nuestra economía, sino a la propia cohesión nacional y a los principios más básicos de nuestra convivencia. Su creciente soledad en el Parlamento hace que el PSOE se haya echado por completo en brazos de las fuerzas más radicales de izquierda, lo que conduce a una política económica suicida. Su estrategia de aniquilamiento de la oposición y de división social le inhabilita para convocar el gran pacto nacional que pueda sacarnos de la profunda crisis en la que nos encontramos.

Mientras las principales economías europeas recuperan la senda del crecimiento económico, Zapatero nos hunde cada vez más en la recesión. El Gobierno, desbordado permanentemente en sus previsiones económicas, reconoce ya que superaremos este otoño el 20% de paro y la caída del empleo parece no tocar fondo. El agujero de las cuentas públicas crece aceleradamente y se situará este año en torno al 12% del PIB. La subida de impuestos, aplaudida hoy unánimemente por todos los representantes socialistas, sólo logrará aumentar en mayor medida la destrucción de empleo y dificultará aún más nuestra recuperación.

Resulta llamativo que el Secretario General de los socialistas catalanes y presidente de la Generalitat ni siquiera haya acudido a la reunión. No lo necesita. La ofensiva lanzada por algunos de sus socios de gobierno arrancará a Zapatero nuevas concesiones que le garantizarán su permanencia en La Moncloa, pero amenazan con hacer saltar por los aires el sistema autonómico consagrado en nuestra Constitución.

La presión ejercida por el propio Ejecutivo sobre el Tribunal Constitucional para que avale el Estatuto de Cataluña no es ajeno a este proceso de progresivo desmantelamiento del Estado.

En un intento de subvertir los fundamentos morales de nuestra sociedad y desviar de paso la atención de la opinión pública del paro y la crisis económica, los socialistas proseguirán con entusiasmo con sus proyectos de liberalización del aborto, de restricción de la libertad religiosa y de adoctrinamiento ideológico en la escuela y en la sociedad, profundizando así en la crisis de valores que vive nuestra sociedad.

No tengo confianza alguna en que dentro del propio PSOE pueda impulsarse un cambio de rumbo. Sólo una oposición política contundente, una mayor soledad parlamentaria y una creciente demanda social de un adelanto electoral, cuyas primeras voces han empezado a escucharse, podría anticipar la salida de Zapatero del búnker en el que se ha aislado junto a los más fieles.

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