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Joan Valls

F de Franco

Nadie nos puso una pistola en nuestras cabezotas para que compráramos pisos ratoneras a precios de Manhattan o nos comportáramos como nuevos ricos horteras. Pero no intentes cambiar el rumbo de la conversación. F de Franco, te digo.

Ella: Que no, que esto es franquismo. Si aquí no ha cambiado casi nada, por el amor de Dios. Aquí lo que prima es el miedo. Todos aterrorizados y, ahora, con el desempleo masivo, más.

La madre: Mira, no te lo tomes a mal, pero eres una facha. Decir eso a estas alturas te retrata como lo que eres, y no te vayas a enfadar, pero es así.

Ella: Bueno, mejor dicho, esto es franquismo con discurso antifranquista, pero los hechos son los mismos. Pero si no son más que oligarquías adaptadas a las exigencias del rollo de la Transición. Tampoco es que disimulen, porque tienen a sus hijos convenientemente situados por todo el espectro político y mediático, unos negándolo con torpeza y otros incluso mintiendo descaradamente sobre el pasado franquistas de sus padres. El sindicalismo vertical, el entierro en cal viva de Montesquieu, la impunidad, la cosa de la ETA, la política exterior y, sobre todo, el chollo para Cataluña y el País Vasco; franquismo descarado, lo de siempre, vamos. Esto es como la guerra de Afganistán, que no es guerra oficialmente. Repite conmigo: fran-quis-mo.

La madre: ¿Pero no ves que vivimos en un país libre desde hace tres décadas? Yo puedo expresarme libremente sin que nadie me amenace. Además, te desmonto el argumento con facilidad: si esto es franquismo con otras siglas, ¿cómo me explicas que se hayan cargado a la clase media? Tú siempre dices, de forma machacona, que Franco creó la clase media española.

Ella: Pero es que la clase media se ha suicidado ella solita. Nadie nos puso una pistola en nuestras cabezotas para que compráramos pisos ratoneras a precios de Manhattan o nos comportáramos como nuevos ricos horteras. Pero no intentes cambiar el rumbo de la conversación. F de Franco, te digo.

La madre: En fin, siempre es lo mismo. Bueno, vamos a hablar de otras cosas

Ella: Sí, claro. Por cierto, ¿has sabido algo de tu amiga Fernanda*?

La madre: (Silencio)

Ella: ¿Mamá? ¿Estás ahí?

La madre: ...sí.

Ella: Te preguntaba por Fernanda. Bueno, por su marido*. ¿Le siguen yendo bien los chanchullos de las recalificaciones*? Con esto de la crisis me imagino que habrá bajado la cosa...

La madre: ¡Te he dicho mil veces que no hables de estas cosas por teléfono!

Ella: Pero cómo te pones. No sé de qué tienes miedo, si vivimos en una democracia* y tal.

La madre: ¡Cómo te tengo que decir que no hables de estas cosas, que la policía escucha sin que quede rastro! ¿O es que no lees los periódicos? ¿Quieres que echen a tu primo del Partido*? ¡Nos vas a buscar la ruina, bocazas!

Ella: ¿Pero no necesitan una autorización del juez para estas cosas? Tenéis el miedo a la autoridad interiorizado hasta los huesos. F de Franquismo...

La madre: Ya seguiremos hablando otro día.

(*) Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia franquista. Todos los personajes que aquí aparecen son ficticios.

Adenda : Grande Gabriel Albiac, muy grande, como un Bebo de madrugada .

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