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La unión hace la fuerza

Parece que Estados Unidos, los países europeos, la ONU y la OTAN operen en escenarios estratégicos diferentes. Para empezar deberían llamar a los cosas por su nombre y dejar claro que lo que ocurre en Afganistán es una guerra.

No se lo pierdan: los talibanes exigen que la comunidad internacional aclare el "crimen" cometido en Kunduz, donde un ataque aéreo de la OTAN mató el pasado 4 de septiembre a decenas de personas. "Las leyes internacionales, la Carta de las Naciones Unidas y la Convención de Ginebra son claras respecto a estos crímenes", han declarado los talibanes. Son los mismos que buscan destruir la cultura tradicional afgana, que lapidan hasta la muerte, que recluyen forzosamente a las mujeres. Los de las penas de muerte y los asesinatos por razones religiosas, los del terrorismo y los atentados suicidas. Y a ellos, ¿quién les pide responsabilidades?

El episodio de Kunduz, en el que un F-15 estadounidense solicitado por tropas alemanas atacó dos camiones de combustible secuestrados por los talibanes, arrastra un balance controvertido de víctimas. Algunos aseguran que la mayoría de los muertos fueron talibanes, otros lamentan el gran número de civiles que cayeron en el ataque aéreo. Se cruzan acusaciones y responsabilidades.

Unos inculpan al mando alemán de bombardear sobre la base de una información poco fiable y en contra de la creciente limitación de los ataques aéreos de la Alianza, consciente de que cada civil muerto refuerza a los insurgentes. Alemania –a pocas semanas de las elecciones generales– defiende como correcta la decisión tomada por su mando mientras otros sugieren que las restricciones impuestas a sus soldados –los denominados caveats– impidieron a los soldados alemanes acercarse al lugar y combatir sobre el terreno. Varios ministros de Exteriores de la Unión Europea han criticaron con dureza a la OTAN por el bombardeo aéreo, mientras el secretario general, Anders Fogh Rasmussen, se lamenta de la falta de cooperación entre la OTAN y la Unión Europea y de la imposibilidad de cerrar un acuerdo de seguridad entre la OTAN y la UE en Afganistán, lo que pone en peligro a las tropas desplegadas en el país asiático. Los europeos quieren sacar las tropas cuento antes el país asiático, la Alianza Atlántica subraya que la cosa va para largo y mientras, se anuncia la enésima reunión para definir el futuro de Afganistán.

Todo un lamentable espectáculo que refleja la desunión y la poca claridad de ideas para luchar en Afganistán. Una guerra donde se comenten errores y hay que aprender de ellos, donde lamentablemente mueren militares y civiles, y donde los insurgentes siguen mezclándose con la población nativa dificultando la labor de los soldados. Pero parece que Estados Unidos, los países europeos, la ONU y la OTAN operen en escenarios estratégicos diferentes. Para empezar deberían llamar a los cosas por su nombre y dejar claro que lo que ocurre en Afganistán es una guerra con todas las de la ley y por lo tanto, con las consecuencias y daños que acarrea.

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