Sí, señor García Domínguez.
Pero entretanto...
SUSPENSIÓN DE LA AUTONOMÍA DE CATALUÑA....
Y....
¡¡CORTES CONSTITUYENTES, YA!!
Y luego, eso. Está bien que el Ejército haga respetar la legalidad. Exactamente lo mismo que ha hecho el Ejército de la República de Honduras.
Pero, con este gobierno que padecemos, aúpado al poder sobre 193 ataudes, y apoyado por casi 11M devotos, ¿cree usted que nuestro Ejército, plagado de hispanoamericanos, magrebíes,... ante la falta de patriotismo de los españoles, nos puede garantizar nada?
Por otra parte, el Ejército, debería usted saberlo, no se mueve sin que una autoridad legítima le de una orden.
Pues bien, llegados a ese punto, ¿qué autoridad legítima le daría esa orden?
- ¿El Presidente del Gobierno? ¡No me haga reir! Enviaría a "su ejército", UME en cabeza, a detener a quienes estorbasen las intenciones separatistas de Cataluña. Ya ve usted de parte de quién se ha puesto en el asunto de Honduras: del lado del corrupto Zelaya, y frente al legítimo presidente de Honduras, conforme a su Constitución y sus leyes.
- ¿S. M. el Rey? ¡Bromas, poquitas!
Sí, ya sabemos que el rey ejerce el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Pero ese "mando" es ilusorio, pues está debajo del presidente del gobierno. Además, ya sabe que a S.M. lo que le gusta es que la gente hable, pues "hablando se entiende la gente".
Pues la gente ya ha hablado, Señor.
Y algunos se lo han dicho directamente, al menos, por sus manifestaciones a la prensa. El señor Lara, don Cayo, líder de ese anacronismo que es el PCE, ya le a detallado a S.M. los planes para retirarlo de la Zarzuela y proclamar al III República que no sera sino una Reedición de la II República. Ahora es posible que a S. M. se le de la opción de ostentar la Presidencia Honorífica de esa III República.
Y otros lo están cacareando cada día en cualquier púlpito que se les ponga a tiro. No tiene más que salir en su moto, con traje de motorista y el casco puesto, para que no lo reconozcan, y hojear cualquier periódico de los últimos treinta días. Ya verá las declaraciones de los políticos nacionalistas y socialistas, que curiosamente -¿O NO TAN CURIOSAMENTE?- COINCIDEN. Abreviemos, pues, la denominación y fusionemos ambos vocablos; la palabra resultante, NACIONAL-SOCIALISTAS, definiría mejor las intenciones de unos y otros, que son las mismas: lA DESINTEGRACIÓN Y DESPARICIÓN DE ESPAÑA, LA MÁS ANTIGUA DE LAS NACIONES EUROPEAS.
Tendremos que ser, ¡una vez mas!, el pueblo soberano quienes afrontemos vaientemente la situación y pogamos a cada uno en su sitio.
- ¿Quiénes están dispuestos? ¿Lo está usted?
Si así es, reclamemos:
¡¡CORTES CONSTITUYENTES, YA!!
No es de extrañar la chulería de Mas, ya que los charnegos estamos acojonados con tanto nacionalismo y como la Constitución Española, la ley se la pasa por los cataplines ya que es la garantía del abuso por parte del gobierno y politicuchos podamos defendernos pues a quedarnos en nuestras casas calladitos o emigrar hacia España o sea Madrid y comunidades donde tengan el castellano como norma y lengua común, y aquí no pasa nada....
Excelente descripción de los hechos. Causa turbación que Pérez "Rollo" y Ramoneda, ambos en El País, puedan llegar a exhibir niveles tan asombrosos de deshonestidad intelectual. De matute, y en flagrante contradicción con lo sostenido con anterioridad, han pasado de afirmar la constitucionalidad del Estatuto a la nueva estrategia, según la cuál, el TC no es competente para decidir sobre el caso. En Ramoneda la cosa alcanza el delirio: El gobierno socialista, escribe, habría engañado a Cataluña, pues contaba con que finalmente se pronunciara en contra el TC. Menuda cátedra. Para echarse a temblar.
Cual manada de lemings, avanzamos alegemente cogidos de las manitas hacia el mismo precipicio. Y como estamos en democrácia, cada uno oirá en su fuero interno la melodía del flautista de Hamelín que elija (eso si, los derechos de autor se abonan antes de la reproducción de las mismas. Todo legal, SGAE dixit).
Además, todos los cuerpos independientemente de su masa, experimentan la misma aceleración cuando se despeñan. Todo muy democrático.