Disfrute del silencio de los hipócritas defensores de las libertades civiles en Estados Unidos. Por primera vez, la Asociación Americana de Libertades Civiles (AALC) no tiene nada malo que decir sobre el último caso de espionaje nacional... porque es la propia AALC la que lo ha llevado a cabo.
La semana pasada, The Washington Post informaba sobre la nueva investigación del Departamento de Justicia en torno a las fotografías tomadas a funcionarios de la CIA y demás personal de inteligencia que iban de incógnito, realizadas por detectives contratados por la AALC para ayudar en la defensa de los reos de la bahía de Guantánamo. Según la noticia, las fotografías de los agentes de la CIA –"tomadas en algunos casos fuera de sus domicilios de manera encubierta"– fueron mostradas a sospechosos yihadistas vinculados con los atentados del 11 de Septiembre con el fin de que identificaran a sus interrogadores.
El equipo de la AALC utilizó listas y datos de "colectivos de derechos humanos", investigadores europeos y organizaciones implicadas en "el rastreo de los vuelos chárter fletados por la CIA" y los controles de las llamadas telefónicas realizadas desde hoteles. Trabajando a partir de una lista de caza de brujas de 45 agentes de la CIA, el equipo de la AALC siguió y fotografió a empleados de la agencia u obtuvo las fotografías de los registros públicos.
Y después mostraron las imágenes a personas sospechosas de ser agentes de Al Qaeda relacionados con el asesinato de 3.000 hombres mujeres y niños en suelo estadounidense.
¿Dónde está la preocupación por la seguridad de estos funcionarios estadounidenses y sus familias? ¿Dónde está el escándalo por parte de todos los indignados partidarios de la ex agente de la CIA Valerie Plame, cuyo nombre fue filtrado por el funcionario del Departamento de Estado, Bush Richard Armitage, al difunto Robert Novak? Los izquierdistas se quejaron durante años por la desclasificación de documentos, citando las leyes federales que prohíben compartir información confidencial y que impiden que cualquiera revele sin autorización información de agentes de inteligencia encubiertos.
El director ejecutivo de la AALC Anthony Romero se negaba a hacer comentarios acerca del Proyecto CIA Paparazzi y en su lugar prefirió criticar de nuevo a los diabólicos interrogadores Bush/CIA. Los tertulianos de extrema izquierda y los trileros del mismo ramo están en pie de guerra por prácticas "inhumanas" como es soplar el humo de un cigarrillo en la cara de los detenidos de Guantánamo. Pero es Romero quien suelta humo sin freno:
Confiamos en que no se haya violado ninguna ley ni regulación mientras investigábamos las circunstancias de las torturas a nuestros clientes o mientras defendíamos vigorosamente los intereses de nuestros clientes. En lugar de investigar a los funcionarios de la CIA que llevaron a cabo las torturas, ahora están investigando a los abogados del ejército que intervinieron con decisión para defender a estos clientes en estas investigaciones fraudulentas.
¿Con decisión? Cuán tontos útiles llegan a ser estos colaboradores yihadistas. El uso oportunista de las libertades civiles es literalmente parte del manual de Al Qaeda. Un manual terrorista incautado en Manchester, Inglaterra, en el año 2005 aconsejaba: "Al abrirse el proceso judicial... los hermanos tienen que insistir en demostrar que se les practicaron torturas por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Han de quejarse de maltratos estando en prisión". Los mandos yihadistas participaban en ensayos con sus soldados de infantería "para garantizar que lo habían asimilado correctamente".
Desde el 11 de Septiembre, los defensores selectivos de los derechos civiles han hablado sin parar acerca de las operaciones antiterroristas, poniendo en peligro las vidas de funcionarios del ejército en Guantánamo y socavando la seguridad nacional mediante unos litigios sin fin. Acusaron de xenofobia a los funcionarios de inmigración de la administración Bush por procesar a los extranjeros con visado caducado procedentes de países relacionados con la yihad. Acusaron a los funcionarios de las fuerzas del orden, el FBI y la seguridad nacional, de "fichado racial" por centrar el escrutinio en las mezquitas y las organizaciones de caridad relacionadas con la yihad.
Ahora, sorprendidos con las manos en la masa destruyendo el disfraz de los agentes de la CIA, se encogen de hombros y lo califican de investigación "normal" en defensa de "nuestros clientes".
Pero no se atreva a cuestionar su amor al país. Espiar con el fin de impedir el próximo 11 de Septiembre es traición, ya ve usted. Espiar para detener el interrogatorio de los detenidos de Guantánamo es patriótico. Y poner en peligro la seguridad de Estados Unidos bajo el disfraz de los derechos humanos internacionales es la forma definitiva de disidencia izquierdista.