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Walter Williams

Pero, ¿van a aprender algo?

Asignaturas como historia, literatura, matemáticas o economía se han convertido en simples optativas en demasiados campus universitarios. Como es de esperar, los estudiantes se licencian con grandes lagunas en sus conocimientos.

Cuando los padres desembolsen 20.000, 30.000, 40.000 e incluso 50.000 dólares este otoño en concepto de una plaza en el colegio mayor –la matrícula y demás gastos– habría que preguntarse: ¿Qué es lo que van a aprender sus hijos a cambio? El American Council of Trustees and Alumni (ACTA) se formula esa cuestión en su informe difundido recientemente, Qué van a aprender: informe de los mínimos educativos generales en 100 de las principales universidades y centros universitarios del país.

El ACTA llevó a cabo una investigación para ver si este centenar de instituciones de referencia imparte siete asignaturas clave: ensayo, literatura, idiomas, historia estadounidense, economía, matemáticas y ciencias. Lo que descubrió el ACTA fue alarmante:

Si bien nuestros estudiantes precisan de habilidades y conocimientos generales para tener éxito en el mercado laboral, nuestros centros y universidades no están a la altura. Asignaturas como historia, literatura, matemáticas o economía se han convertido en simples optativas en demasiados campus universitarios. Como es de esperar, los estudiantes se licencian con grandes lagunas en sus conocimientos, y los jefes que los contratan se están dando cuenta.

El Centro Nacional de Estadísticas de Educación informa que apenas el 31% de los licenciados universitarios sabe leer y comprender un libro complicado. Los empresarios se quejan de que los licenciados universitarios carecen de capacidades analíticas y estilísticas imprescindibles para tener éxito en el mercado laboral. Un estudio del año 2006 concluía que apenas el 24% de los empresarios piensa que los universitarios estén "excelentemente preparados" para ocupar puestos de acceso al mercado laboral. De hecho, los universitarios, incluso los que se encuentran en sus últimos años, suspenden constantemente las pruebas de cultura general y conocimientos históricos.

El ACTA evaluaba los 100 centros y universidades estudiados en función de sus requisitos generales. 42 instituciones recibían un suspenso por exigir dos de las materias o menos. 25 suspendían con muy deficiente por tener como obligatoria una o ninguna de las materias. Ninguna de las instituciones imponía las siete. Cinco instituciones obtenían sobresaliente por contar en sus temarios con seis materias de cultura general. Son el Brooklyn College de la Universidad Pública de Nueva York, el Texas A&M, la Universidad de Arkansas (Fayetteville), la Academia General Militar de los Estados Unidos (West Point) y la Universidad de Texas en Austin. Una veintena de instituciones obtiene suficiente por imponer tres materias y 33 un notable por ofrecer de cuatro a cinco. El colectivo ACTA publica la lista en la página su web.

El ACTA afirma que "las grandes sumas de dinero que se desembolsan no compensan los resultados que se obtienen". En general, cuanto más cara es la matrícula menos rigurosos son los requisitos educativos generales. La matrícula y los gastos medios en los 11 centros que no tienen ninguna de las materias alcanzan los 37.700 dólares; sin embargo la matrícula media de los cinco centros que tienen como obligatorias seis materias es de 5.400 dólares. Y el promedio de las principales universidades y centros universitarios del país es de 35.000 dólares (con nota media de deficiente).

Los rectores universitarios manipuladores intentan dar la vuelta al informe diciendo que "estamos ofreciendo los requisitos educativos generales". En una de las universidades estatales importantes, los estudiantes pueden elegir entre más de un centenar de clases diferentes para superar el módulo obligatorio de historia. En otros centros, los estudiantes pueden aprobar los requisitos mínimos del curso con asignaturas como "Introducción a la cultura popular televisiva y el cine" o "Ciencias generales". Otros centros permiten el estudio de "Bob Dylan" como asignatura de literatura y "Artes florales" como ciencias naturales.

El ACTA concluye diciendo que un estudio reciente sostiene que el 89 por ciento de las instituciones estudiadas están en proceso de modificar o evaluar sus programas. Lo que necesitan estas instituciones entre otras cosas es que las juntas directivas, los padres y los alumnos les pongan sobre la mesa a los administradores los incentivos que necesitan... y pocas cosas hay más eficaces para abrir su mente que el sonido de las carteras cerrándose.

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