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Joan Valls

Fausto se la juega en Marte

¿Nos encontramos en la transición de un período apolíneo a uno dionisíaco? ¿Estamos pasando de una fase en la que ha predominado la racionalidad, la tolerancia y el hedonismo a una de carácter pasional, carismática, en la que emergerá el cesarismo?

El Motor de Magnetoplasma de Impulso Específico Variable, que propulsa una nave espacial mediante la aceleración de átomos cargados eléctricamente a través de un campo magnético, podría ayudar a Fausto a plantarse en Marte en tan sólo 39 días. Una ventaja de la que todavía no disfrutarán la sonda espacial china Yinghuo-1 y la rusa Phobos-Grunt, cuando en octubre inicien un viaje conjunto a Marte de diez meses de duración. El planeta rojo, por su lejanía cercana, aleja a la Luna de nuestras inmediaciones. Y es que el inhóspito mundo selenita se le ha quedado demasiado chico al espíritu de los tiempos, tal como lo confirmó recientemente B.H. Obama, cuando manifestó sus dudas sobre el regreso (sic) a la luna.

¿Nos encontramos, entonces, como argumenta Otero Novas en su Retorno de los césares, en la transición de un período apolíneo a uno dionisíaco? ¿Estamos pasando de una fase en la que ha predominado la racionalidad, la tolerancia y el hedonismo a una de carácter pasional, carismática, idealista, en la que emergerá el cesarismo? No es descartable en sociedades inviables como la española, aunque en el ámbito occidental más bien me decantaría por una próxima fase fáustica (si se quiere, de transición de lo apolíneo a lo dionisíaco), en la que un líder mundial, no necesariamente belicoso, lanzará a la Humanidad a su definitivo desdoblamiento interplanetario como punto fuerte de su programa. ¿Trabajan ya China y Rusia a marchas forzadas en ese paradigma?

Las noticias y reportajes sobre la conquista de Marte van a ser una constante. De hecho, el bombardeo mediático ya ha comenzado en diarios como El Mundo, pero se va a intensificar a medida que las masas reclamen la encarnación de sus voluntades dispersas en la figura de este líder fáustico, cuyo primer ensayo de laboratorio parece haber sido, sin más éxito que el preelectoral, el propio Obama. En este sentido, el motor de Magnetoplasma, indiferentemente de su factibilidad, prepara ya a las mentes en la idea de la duración del trayecto a Marte como algo parecido al primer viaje de Colón a las Indias, con lo que eso implica.

Para la cultura de los Occidentes exhaustos del hedonismo apolíneo, pero todavía temerosa de los peligros de conflictos bélicos mundiales, y con un islam en fase dionisíaco-protestante, la promoción del carácter fáustico permite canalizar de forma paralela pensamiento y corazón en dichos Occidentes, en una especie de neo-romanticismo digitalizado que puede ser de gran provecho para las artes, el estudio de la historia y la emoción religiosa sin que las calles se agiten más de lo que es asumible.

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