Los intermediarios y consumidores seguirán llenando las cárceles de Estados Unidos, mientras que los "capos", las FARC y los talibanes continuarán acumulando inmensas fortunas generadas gracias a la prohibición de las drogas.
Carlos Ball
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JaS dijo el día 20 de Agosto de 2009 a las 15:57:
Siento aversión a todo tipo de drogas, porque temo el efecto de las adicciones en mí mismo y en los demás, pero creo que estamos obligados a reflexionar. Se me ocurren algunas consideraciones:
SOBRE EL MARCO DEL DEBATE
1. En política, las ideas no se sopesan sólo por sí mismas. Frecuentemente, la idea en sí no se considera siquiera. Son banderas, representan a quienes se agrupan en torno a ellas y sus intenciones. Por ejemplo, si la legalización es abanderada también por consumidores que desean comprar más, a menor precio, aquellos que temen una sociedad de drogadictos pueden rechazar de plano la propuesta.
2. El autor ha tratado antes este tema en LD, pero echo de menos una mayor cobertura. Cifras y proyecciones, artículos bien desarrollados de las dos posturas, descripciones de los escenarios históricos paralelos, como el impacto del opio o la absenta en occidente durante el siglo XIX, el alcoholismo entre los jóvenes o su diferente incidencia cuando el producto de moda es suave como el vino o fuerte como el vodka.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE CADA TESIS
3. Los defensores de la legalización argumentan que los adictos dejarían de robar para pagarse sus dosis. En mi opinión, esa conducta se debe a dos efectos de las drogas que no cambian: adicción e incapacitación. Aunque el precio baje, siempre se mantendrá en niveles que hagan rentable el negocio. Con un precio menor, los adictos podrán permitirse algunas dosis más antes de saltar a la delincuencia, pero terminarán por hacerlo igualmente. Ya es bastante difícil salir adelante en plenas facultades, y el umbral de ingresos imprescindibles es más alto para ellos.
4. ¿Por qué evitar el enriquecimiento de los narcos es un objetivo equiparable a frenar la adicción o evitar la hipertrofia del Estado? ¿Porque, instalados en la ilegalidad, invierten sus beneficios en otras actividades criminales? Sabemos que gastan muchísimo en lavar esos beneficios para emplearlos en proyectos legales. No caigamos en el error, típico de la izquierda, de pensar que el lucro envilece. Sólo admito que les perseguimos porque su negocio va contra la ley, pero no tiene sentido hacer gala de insurrección en el consumo y de legalismo en la producción.
5. "La prohibición no reduce significativamente el consumo de drogas, pero sí dispara su precio, en beneficio de los narcotraficantes." Si dispara su precio PORQUE aumenta los costes, específicamente en sobornos y asesinatos, no rendunda directamente en beneficio del narcotraficante. Y si aumenta los riesgos, aunque pueda obtener un beneficio mayor por reducir la competencia, también se reduce la esperanza: hay que multiplicar la probabilidad de éxito por el beneficio posible (a menor probabilidad, menor beneficio esperado). El único efecto directo que podemos deducir es el aumento de barreras de entrada, y el favorecimiento de la concentración del sector. Además, y esto es grave, dejando a un lado el grado de confianza en la efectividad policial o la restricción moral del consumidor, ¿cómo un economista niega que disparar el precio de la droga reduzca significativamente su consumo? Ya sé que el autor es periodista, pero... ¡pertenece al Cato y a la Mont Pèlerin!
6. Volviendo a los sobornos y asesinatos. En general, cualquier adinerado, sin relación con las drogas, podría resolver sus litigios mediante sicarios, aunque es cierto que un capo tiene menos que perder porque ya vive al margen de la ley y cuenta con un sistema de seguridad privado. Convengo en que sacar a la luz este negocio favorecería la desaparición de todos los crímenes asociados, pero este argumento es aplicable a cualquier actividad ilegal. La conclusión es que declarar ilegal una actividad siempre tendrá el coste de generar una bolsa de crimen alrededor, motivo para ser prudentes antes de legislar.
SOBRE EL ORIGEN DEL DILEMA PARA UN LIBERAL
7. Esto nos lleva al núcleo de la cuestión: ¿qué legislar? El autor cita a Mill, On liberty. Recuerdo que cuando saqué a colación la misma cita en el Juan de Mariana, hace dos o tres años, me reprocharon que Mill fue un auténtico socialista. Es importante aprovechar la validez de cada argumento al margen de la historia del autor. Y, en mi opinión, esta es la única forma de justificar la legalización de las drogas: apelar a la necesidad de limitar la intervención gubernamental. Pero no nos engañemos, la legalización no supondría una retirada del Estado. Al contrario, sería el pistoletazo de salida para un cúmulo de medidas y regulaciones en torno a la droga, aunando impuestos que encarecerían el producto con nuevas partidas de gasto público alrededor de él. En una sociedad intervencionista, las medidas liberales aisladas son como castillos de arena ante la marea.
Siento aversión a todo tipo de drogas, porque temo el efecto de las adicciones en mí mismo y en los demás, pero creo que estamos obligados a reflexionar. Se me ocurren algunas consideraciones:
SOBRE EL MARCO DEL DEBATE
1. En política, las ideas no se sopesan sólo por sí mismas. Frecuentemente, la idea en sí no se considera siquiera. Son banderas, representan a quienes se agrupan en torno a ellas y sus intenciones. Por ejemplo, si la legalización es abanderada también por consumidores que desean comprar más, a menor precio, aquellos que temen una sociedad de drogadictos pueden rechazar de plano la propuesta.
2. El autor ha tratado antes este tema en LD, pero echo de menos una mayor cobertura. Cifras y proyecciones, artículos bien desarrollados de las dos posturas, descripciones de los escenarios históricos paralelos, como el impacto del opio o la absenta en occidente durante el siglo XIX, el alcoholismo entre los jóvenes o su diferente incidencia cuando el producto de moda es suave como el vino o fuerte como el vodka.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE CADA TESIS
3. Los defensores de la legalización argumentan que los adictos dejarían de robar para pagarse sus dosis. En mi opinión, esa conducta se debe a dos efectos de las drogas que no cambian: adicción e incapacitación. Aunque el precio baje, siempre se mantendrá en niveles que hagan rentable el negocio. Con un precio menor, los adictos podrán permitirse algunas dosis más antes de saltar a la delincuencia, pero terminarán por hacerlo igualmente. Ya es bastante difícil salir adelante en plenas facultades, y el umbral de ingresos imprescindibles es más alto para ellos.
4. ¿Por qué evitar el enriquecimiento de los narcos es un objetivo equiparable a frenar la adicción o evitar la hipertrofia del Estado? ¿Porque, instalados en la ilegalidad, invierten sus beneficios en otras actividades criminales? Sabemos que gastan muchísimo en lavar esos beneficios para emplearlos en proyectos legales. No caigamos en el error, típico de la izquierda, de pensar que el lucro envilece. Sólo admito que les perseguimos porque su negocio va contra la ley, pero no tiene sentido hacer gala de insurrección en el consumo y de legalismo en la producción.
5. "La prohibición no reduce significativamente el consumo de drogas, pero sí dispara su precio, en beneficio de los narcotraficantes." Si dispara su precio PORQUE aumenta los costes, específicamente en sobornos y asesinatos, no rendunda directamente en beneficio del narcotraficante. Y si aumenta los riesgos, aunque pueda obtener un beneficio mayor por reducir la competencia, también se reduce la esperanza: hay que multiplicar la probabilidad de éxito por el beneficio posible (a menor probabilidad, menor beneficio esperado). El único efecto directo que podemos deducir es el aumento de barreras de entrada, y el favorecimiento de la concentración del sector. Además, y esto es grave, dejando a un lado el grado de confianza en la efectividad policial o la restricción moral del consumidor, ¿cómo un economista niega que disparar el precio de la droga reduzca significativamente su consumo? Ya sé que el autor es periodista, pero... ¡pertenece al Cato y a la Mont Pèlerin!
6. Volviendo a los sobornos y asesinatos. En general, cualquier adinerado, sin relación con las drogas, podría resolver sus litigios mediante sicarios, aunque es cierto que un capo tiene menos que perder porque ya vive al margen de la ley y cuenta con un sistema de seguridad privado. Convengo en que sacar a la luz este negocio favorecería la desaparición de todos los crímenes asociados, pero este argumento es aplicable a cualquier actividad ilegal. La conclusión es que declarar ilegal una actividad siempre tendrá el coste de generar una bolsa de crimen alrededor, motivo para ser prudentes antes de legislar.
SOBRE EL ORIGEN DEL DILEMA PARA UN LIBERAL
7. Esto nos lleva al núcleo de la cuestión: ¿qué legislar? El autor cita a Mill, On liberty. Recuerdo que cuando saqué a colación la misma cita en el Juan de Mariana, hace dos o tres años, me reprocharon que Mill fue un auténtico socialista. Es importante aprovechar la validez de cada argumento al margen de la historia del autor. Y, en mi opinión, esta es la única forma de justificar la legalización de las drogas: apelar a la necesidad de limitar la intervención gubernamental. Pero no nos engañemos, la legalización no supondría una retirada del Estado. Al contrario, sería el pistoletazo de salida para un cúmulo de medidas y regulaciones en torno a la droga, aunando impuestos que encarecerían el producto con nuevas partidas de gasto público alrededor de él. En una sociedad intervencionista, las medidas liberales aisladas son como castillos de arena ante la marea.