No tal infamia
Será que esas conversaciones casuales se perdieron en el cosmos, fueron captadas por los alienígenas y ahora nos las devuelven redactadas en tiempo y forma en la prensa como mensaje de amistad recíproca entre los planetas.
Saltando indignado como Rumpelstilskin (en realidad, fisiognómicamente no puede haber nada más parecido a Rumpelstilskin) dice el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que la acusación del PP sobre las escuchas ilegales que les practica el Gobierno para acabar de mala manera con ellos "es una gravísima infamia" y "el disparate del verano". No tan infamia y nada de disparate, señor nuestro.
A no ser que los periodistas amigos del actual Régimen se hayan metido a radioaficionados que se introducen accidentalmente en las alcobas de los de centro reformista, medio país está pinchado por fuerzas misteriosas porque no sería la primera vez ni la última en que hasta los carraspeos de conversaciones teóricamente privadas y aleatorias entre ciudadanos no sometidos a vigilancia judicial aparezcan retratadas en la prensa, junto a las de los tenidos por presuntos. Así, en algunos "affaires" políticos sometidos a las hurgamanderías de las huestes del general Hernando, las esposas se han enterado como si se hubiese publicado en un edicto clavado a la puerta de una catedral hasta de la pelusa de las aficiones sexuales de unos maridos que no tenían nada que ver con los sumarios, y que simplemente pasaban por allí con la mala suerte de ir a alimentar el morbo popular y ver sus vidas destrozadas.
¿Dice Rubalcaba que no había en estos sucesos escuchas ilegales o, como poco, escuchas que empezaron siendo legales y se convirtieron en otra cosa, o escuchas que empezaron y continuaron siendo ilegales pero se amañaron para emparentarlas con sumarios legales pero perfectamente ajenos? Pues entonces será que esas conversaciones casuales se perdieron en el cosmos, fueron captadas por los alienígenas y ahora nos las devuelven redactadas en tiempo y forma en la prensa como mensaje de amistad recíproca entre los planetas. Debe ser que los alienígenas han oído a la Leire Pajín que alertó a las galaxias sobre cierto "acontecimiento planetario", y le envían así una adhesión por el conducto reglamentario, el de las alcantarillas del Ministerio del Interior.
Hasta tal punto ha llegado la psicosis del Estado Policíaco que toda la gente de medioqué que conozco despide sus telefonazos con un recuerdo para los muchachos y para quien los haya enviado, que les estará oyendo, que tanto les quiere y a quien tanto quieren. Como me decía un alto cargo del PP, "nadie resiste un mes de escuchas: tú pinchas al Papa de Roma y al mes, con lo que haya dicho, se te vacían las iglesias". A este paso, por muy inocente y ajeno a cualquier investigación que seamos, habrá que hablar poniéndose la mano como pantalla en la boca como si ni el mejor mondadientes pudiera retirar nunca los restos de la Brigada Político Social que le quedan al país en los dientes, después del festín de la tan celebrada democracia.
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