El referéndum gallego sobre la lengua
Si tales razones fueran extendibles a otros ámbitos, bien podría el Fútbol Club Español exigir, en nombre de su menor implantación social y deportiva en Cataluña, que todos sus partidos contra el Barça se jugaran en su propio campo.
Le llaman encuesta, pero ha sido todo un referéndum. Les cuento: en las pasadas elecciones gallegas, el líder del partido popular, Alberto Nuñez Feijóo prometió retirar el decreto que obligaba a dar las asignaturas troncales sólo en gallego. Ganó las elecciones, pero el decreto de inmersión parcial en gallego sigue intacto. Sin embargo, promovió una encuesta universal a todos los padres para recoger en qué idioma o idiomas querían que estudiaran sus hijos. El resultado ha sido demoledor para las tesis del anterior gobierno nacionalgalleguista: la mayoría (54,6 % en primaria y el 48,5% en secundaria) quiere estudiar sólo en castellano frente a un 18,3% en primaria y un 27,5% en secundaria que prefiere hacerlo sólo en gallego y un 25,1% en bilingüe. Actualmente, el decreto obliga a estudiar las asignaturas troncales sólo en gallego.
Estos datos demuestran dos evidencias. Primero, que la sociedad civil, articulada a través de asociaciones como Galicia Bilingüe, tenían razón: la sociedad gallega no quiere que le impongan enseñanza sólo en gallego. Cuanto menos. Y, que hablar de lengua propia es una afrenta a la libertad de la mayoría de gallegos: el 59,3% hablan en castellano en casa, frente a un 20,1% que lo hacen en gallego.
Es una pequeña gran revolución. Puede que ahora no se vea su alcance, pero el valor de ejemplo acabará por desenmascarar la estafa lingüística que se está produciendo en Cataluña, el País Vasco y Baleares.
Ahora se entiende por qué en Cataluña el Departamento de Enseñanza del Gobierno nacionalsocialista de la Generalitat ha impedido e impide incluir una casilla en las hojas de inscripción de principio de curso para que los padres puedan marcar en qué idioma quieren que estudien sus hijos. Ni siquiera sentencias firmes como la del 12/12/2008 del Tribunal Supremo, que obliga al Gobierno del Sr. Montilla a incluir dichas casillas, se han cumplido. El miedo a la libertad, el miedo a darse de bruces contra las preferencias de las gentes, les lleva a escamotearles la opción lingüística.
¿Qué razones democráticas esgrimirán ahora los defensores de la inmersión sólo en gallego? Democráticas ninguna, pero razones no les faltarán, todas importadas del catalanismo. Las ecológicas y las de discriminación positiva serán las preferidas. A saber. Los idiomas minoritarios sufren el riesgo de desaparecer ante una lengua impuesta y fuerte como el castellano, por lo que se ha de discriminar positivamente a la lengua minoritaria para que no sea exterminada por la mayoritaria. Dejar a la libertad de los hablantes la elección de la lengua escolar –sostienen– sería primar la fuerte sobre la débil. Para el que no haya reparado, esto es ecologismo lingüístico. Nada resolvería, para estos talibanes de lo propio, el bilingüismo. Según los nacionalistas, la coexistencia de las dos lenguas en todos los ámbitos, incluido el escolar, es condenar a la lengua minoritaria a la segura desaparición. Promocionar el bilingüismo, dicen, sería beneficiar a la que tiene más presencia social. Sus miedos o sus ambiciones totalitarias, como ven, disponen a su antojo de los derechos de todos.
Alguien les tendría que recordar a estos estafadores democráticos que la circunstancia cuantitativa económica, intelectual, creativa, deportiva etc. de los ciudadanos no es razón suficiente para excluirlos de los derechos sociales, políticos y morales. Si tales razones fueran extendibles a otros ámbitos, bien podría el Fútbol Club Español exigir, en nombre de su menor implantación social y deportiva en Cataluña, que todos sus partidos contra el Barça se jugaran en su propio campo. ¿Razones? ¡Muchas! Las ecológicas las primeras: este año pasado por poco baja a segunda división y quién sabe si podría llegar a desaparecer en los próximos 50 años. Es preciso discriminarle positivamente porque si uno y otro club catalán juegan con idénticas reglas y los mismos derechos, el Barça siempre tendrá más socios, más dinero y por tanto, será más importante y conocido en el mundo. Solo falla una nimiedad en el argumento: sin reglas iguales para todos y sin libertad para elegir, la democracia es una quimera.
Galicia se asomó al precipicio nacional y, en el último momento, se echó para atrás. La coalición de socialistas y nacionalistas la llevaba al abismo lingüístico con los ojos tapados. Esta encuesta se los ha abierto. Una legislatura más, y Galicia hubiera llegado al monolingüismo institucional de Cataluña. Por eso, la encuesta realizada a todos los padres no es meramente una encuesta, sino un verdadero referéndum. Una encuesta sólo es una muestra de una parte de la población cuyos resultados se extrapolan a toda ella, mientras que un referéndum implica a la población entera. En este caso, a todos los padres en edad escolar. Y los resultados han sido significativos: ha habido una participación del 75% en Primaria y un 70% en Secundaria.
Esta alta participación es un valor añadido que no han sabido digerir los talibanes galleguistas: el secretario general de CIG, Anxo Louzao, criticó que la encuesta "está pensada exclusivamente para justificar la política lingüística de agresión contra el gallego", y no es más que el "odio que el actual Gobierno está demostrando contra lo que nos identifica como gallegos". A Mesa pola Normalización Lingüística añadió que los resultados son el fruto de una encuesta "fraudulenta y chapucera". ¡Qué alivio que hayan perdido influencia en el Gobierno de la Xunta Gallega estos equilibrados científicos de la realidad!
En esa atmósfera de corrección galleguista, los sindicatos CIG, STEG y UGT valoraron negativamente la baja participación en la encuesta y tacharon los resultados de "ilegítimos", mientras la confederación de APA de centros públicos cree que los datos "no aportan absolutamente nada". Les recomiendo que echen una ojeada a la participación del referéndum sobre el Estatuto de la Autonomía Gallega el 25 de junio de 1979: Sólo lo apoyó el 20,7% de los gallegos con derecho a voto, con una participación del 28,2% de la población. La menor de todos los Estatutos de Autonomía.
Una vez más, la España institucional piensa y actúa a espaldas de la España real de los ciudadanos. Es tarea de nuestro tiempo devolver los parlamentos a la gente corriente.
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