El séquito ya está entero,
la servidumbre completa,
y allá que va Zapatero,
tan alegre y pinturero,
a instalarse en La Mareta.
Pues para veranear
Zapatero necesita
ir en avión militar
a un palacio junto al mar
de manera gratuita.
La Mareta nadie ignora
que es un bien del Patrimonio
del que por el morro ahora
disfruta este matrimonio
de Rodríguez y señora.
Toda la tropa se instala:
lacayos, doncellas, pajes,
cocineros, maestresala,
criados y nurses... ¡Hala,
a deshacer equipajes!
Embadurnadas de crema,
por si su dermis se quema
con el sol de las Canarias,
las niñas van sin problema
a las piscinas (hay varias).
Y en la mar doña Sonsoles
hunde su cuerpo gentil,
protegida por controles
que hace la Guardia Civil
y pagan los españoles.
Pues los españoles pagan,
con el palacio, el servicio,
los alimentos que tragan
y casi casi el fornicio
que de vez en cuando hagan.
Que el líder del socialismo
esto sí lo tiene claro:
va a veranear lo mismo
a pesar del terrorismo,
de la crisis y del paro.
Y es que en el tiempo estival
mientras muchos españoles
están francamente mal,
pues José Luis y Sonsoles,
descansan gratis total.
A los problemas reacio,
Zapatero, muy despacio,
en sus ensueños se pierde
mientras mira un brote verde
en un jardín del palacio.