La lucha ideológica es también léxica. Es lo que podríamos llamar "glosomaquia". En la España actual gobierna mayormente la izquierda, excepto en algunas regiones donde el Gobierno es de derechas. Ahora bien, en las comunidades donde hay dos lenguas, gobierne quien gobierne manda el nacionalismo. Mandar equivale aquí a influir, dominar, no sólo en la política sino en la sociedad toda. La influencia del nacionalismo es tal que en toda España se aceptan las palabras que impone esa ideología para denominar la escena política pro domo sua. La imposición se manifiesta especialmente en los eufemismos que se aplican al terrorismo vasco, la lógica extensión del nacionalismo tenido por "moderado". Veamos algunos ejemplos de esa imposición léxica:
El hecho o el fenómeno que se tendría que llamar... |
por imposición nacionalista se denomina... |
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España |
Estado, este país |
País Vasco y Navarra |
Euskalherría (una entidad que nunca existió) |
Españoles |
Ciudadanos (o mejor: ciudadanos y ciudadanas) o ciudadanía |
Terrorismo |
Lucha armada, violencia |
Terroristas |
Radicales, grupos armados, etarras, violentos |
Banda criminal no fichada por la policía |
Comando legal |
Separatistas, secesionistas |
Abertxales (= patriotas) |
Ambiente terrorista vasco (amenazas, extorsiones, etc.) |
Mundo de ETA |
Terroristas vascos encarcelados |
Presos políticos |
Provincias vascas |
Territorios históricos, territorios |
La etiqueta de "etarras" resulta particularmente ingeniosa, puesto que el sufijo <arra> significa en vascuence el gentilicio simpático de una localidad. Es evidente el tono de legitimidad que se consigue con ese sufijo.
La imposición del vocabulario nacionalista ejemplifica muy bien el hecho escandaloso de que el terrorismo haya beneficiado sobre todo al nacionalismo. Ya de paso conviene recordar que los nacionalismos son los principales beneficiarios del sistema electoral español. No está mal la paradoja para los que no quieren ser españoles.