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Guillermo Dupuy

Una grieta que debe cerrarse

Creía sentir mucha aversión por los llamados "intelectuales de salón" hasta que no hace mucho tiempo le leí a mi admirado Alfonso Ussía decir que era propio de ellos respaldar al partido que lidera Rosa Diez, Unión, Progreso y Democracia.

Reconozco que creía sentir mucha aversión por los llamados "intelectuales de salón" hasta que no hace mucho tiempo le leí a mi admirado Alfonso Ussía decir que era propio de ellos respaldar al partido que lidera Rosa Díez, Unión, Progreso y Democracia. Hasta entonces yo pensaba que los "intelectuales de salón" eran, en el mejor de los casos, unos cursis que tenían pocas o malas ideas teniendo mucho tiempo para pensar; en el peor, los autores de ese divertimento intelectual que ha generado el moderno totalitarismo. "Habrá otra especie" –pensé– sin poner en duda ni el criterio de Ussía ni mi simpatía por UPyD.

Ahora, y a raíz de la lamentable –y esperemos que no irrevocable– decisión de Mikel Buesa de abandonar ese partido, Ussía ha vuelto a la carga y afirma que tiene "amigos y familiares que no han dado un palo al agua en su vida, viven de las rentas y no tienen tiempo para pensar en nada, que votan entusiasmados a Rosa Díez". Y ahí ya sí que no: por respeto que les deba a los amigos y familiares de Ussía, y por grande que sea mi admiración por su criterio, me niego a hacer coparticipe de la simpatía que siento hacia UPyD a quienes el propio Ussía califica de obsoleta "aristocracia letrinal". Atribúyanlo si quieren a un resentimiento insuperable por mi parte hacia quienes "viven de rentas, madrugan a las once y viven en una derecha recalcitrante y antigua, al tiempo que se divierten a ser de izquierdas de toda la vida". Pero me niego a mirar con buenos ojos a esos miembros de esta "gauche divine" en versión española por mucho que voten –según dice Ussía– al partido de Rosa Díez.

Lo que sí ha conseguido Ussía con su reciente artículo es darme otra razón –a mí, votante tradicional del PP– para aumentar mi simpatía hacia UPyD. Y es que, según dice, estos snobs votaban, antes de la aparición del partido de Rosa Díez, al PSOE e incluso a IU, partidos a los que Ussía asegura que volverán a votar si la grieta que se ha abierto en UPyD termina con el tiempo por arruinar este partido. A mí me gustaba y me gusta UPyD porque quiero creer que su existencia va a impedir a la dirección del PP ver a su electorado como un mercado cautivo que puede asistir impotente a cómo sus dirigentes abandonan principios tradicionales de la derecha española en busca de pactos con los nacionalistas. También me gustaba y me gusta UPyD porque quiero creer que aun en la izquierda hay gente que conserva una idea nacional de España, reivindicadora del imperio de la Ley y que también puede llegar a hacer suyos los valores de la libertad individual. Si encima ahora Ussía nos asegura que UPyD es capaz además de reducir el número de snobs que votan a la izquierda, bendita sea la formación de Rosa Díez.

Lo que le ocurre a Ussía es que, aunque califique actualmente a Rosa Díez de "valiosísima y ejemplar", no termina de olvidar la pasada etapa de mansa colaboración que ciertamente tuvo la política vasca con el nacionalismo, o la querella que le interpuso al genial Mingote por su denuncia de la "normalidad" del País Vasco. Yo tampoco me he olvidado de ello: Mingote, el propio Ussía, y otros que ahora ya no escriben en el ABC eran las principales razones por las que en mi casa se compraba ese periódico. Claro que también me acuerdo de que San Pablo fue previamente perseguidor de cristianos, y no me siento por ello en la obligación de recordarlo cada vez que hablo del Apóstol de los Gentiles. Sin llegar mi actual admiración por Rosa Díez a tanto, aunque lo sea sobre todo hacia su "conversión", entiendo que Ussía no olvide la querella hacia su genial amigo. Sin embargo, no termino de tener claro si lo que le ocurre a Ussía con Díez –y a muchos como él– es que no "olvida" o es que no se "fía".

En cualquier caso, Ussía tiene toda la razón en subrayar la transcendencia que tiene la marcha de un político como Buesa. Mikel Buesa ha sido un exponente en la reivindicación de la justicia como precio político que tampoco se puede pagar a los terroristas. Ha sido un lúcido denunciante del empobrecimiento moral y económico del nacionalismo. Ha liberalizado y modernizado en buena parte el pensamiento económico de una izquierda que lo apostaba todo al estatismo. UPyD no se puede permitir una pérdida como esta. Esperemos que la cortesía y las buenas palabras que Rosa Díez ha dirigido públicamente a su ex compañero no encubran y maquillen cosas peores; que sirvan, por el contrario, para que Buesa vuelva a ocupar y tapar la grieta que ha provocado su marcha. De personas como Buesa están faltos todos los partidos.

Lo que no va a lograr nunca más Ussía es que cambie de opinión sobre los snobs y los "intelectuales de salón". Voten lo que voten.

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