El principio general es que en el habla corriente empleamos más palabras de las que se necesitan, aunque a veces también recortamos algunas necesarias. Por ejemplo, en la conversación deportiva basta decir "los mundiales" y todo el mundo entiende "el campeonato mundial". Si uno se refiere al ahorro energético, basta decir "las renovables" y los interlocutores entienden que se refiere a las energías que renuevan naturalmente su fuente de aprovisionamiento; por ejemplo, los llamados "molinillos" o aerogeneradores.
Pero ese ahorro de palabras es menos llamativo que su contrario, el exceso de vocablos, el añadido de voces reduplicativas, lo que se llama pleonasmo. Anotemos algunos muy corrientes en el habla actual:
Pleonasmo | Observaciones |
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El azar imprevisto | El azar es el futuro desconocido que no puede ser previsto racionalmente |
Las campanas doblan a muerto | Las campanas, cuando doblan, lo hacen con ocasión de un difunto |
Erario público | El erario en el mundo moderno es siempre el presupuesto público |
Estreno absoluto | El estreno no puede ser relativo o secundario, por lo que lo nuevo no puede ser lo ya visto |
Funcionario público | Los funcionarios son siempre de un organismo público |
Hemorragia de sangre | "hemo" significa "sangre", por lo que sólo de forma figurada puede haber hemorragia que no sea de sangre |
Proyecto de futuro | Todos los proyectos y proyecciones se refieren a algún suceso futuro |
Prever de antemano | Solo se puede prever el futuro antes de que acontezca. Por otra parte, "preveer" no existe; es un contagio de "proveer" (= aprovisionarse) |
Protagonista principal | No puede haber protagonista (= literalmente el primer atleta o competidor) secundario |
¿Por qué añadimos a veces palabras innecesarias por reduplicativas? Porque hablamos no sólo para transmitir información, sino para expresarnos, destacar nuestros sentimientos, vencer al contrincante, llamar la atención, quedar bien, entre otras muchas funciones.