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Agapito Maestre

Vigilar, denunciar y castigar

No son en modo alguno las actuaciones de Gómez y López Aguilar dos conductas desviadas del PSOE. Ojalá. Son, por el contrario, dos formas sintéticas para visualizar el ocaso de la democracia en España, que comenzó el 11-M de 2004.

El ataque de Tomás Gómez, principal responsable del PSOE de Madrid, a los periodistas de Telemadrid y Libertad Digital, por un lado, y el exabrupto totalitario de Juan Fernando López Aguilar, por otro lado, contra determinados medios de comunicación, que habrían impedido que su mensaje llegara nítido al electorado, reflejan algo más que dos conductas políticas extraviadas en el sistema democrático. Quien arremete con tanta furia contra los medios de comunicación, un sector decisivo de una sociedad desarrollada desde la perspectiva moral y política, siempre es visto con sospecha. Aquí, sin embargo, la sospecha se extiende a todo un partido.

No son en modo alguno las actuaciones de Gómez y López Aguilar dos conductas desviadas del PSOE. Ojalá. Son, por el contrario, dos formas sintéticas para visualizar el ocaso de la democracia en España, que comenzó el 11-M de 2004. Ese terrible atentado terrorista puso todo patas arriba. La sociedad española aún no se ha repuesto del trauma. Más aún, sobre este trauma construye Zapatero su régimen ideológico; nadie mejor que este político populista, en la reciente historia de España, ha conseguido imponer sus directrices sobre una sociedad tocada por el miedo, primero al terrorismo, y después a la crisis económica. Sobre ese trauma, sí, ha montado Zapatero su régimen político que hace pasar como "democrático" viejas consignas e inmundicias totalitarias, que van desde la utilización de la memoria histórica hasta la educación por la ciudadanía, pasando por la alianza de civilizaciones.

El éxito obtenido por este hombre, dicho sea de paso, es indiscutible; pues que, aún hoy, después del mayor ataque que ha recibido la sociedad española, especialmente en materia de creencias e ideas, por parte de unos gobiernos más que sectarios, populistas, las agencias des socialización intelectual de nuestra nación en general, y los medios de comunicación en particular, no quieren enterarse de la principal enfermedad de esa tambaleante democracia. En España, en efecto, el poder de vigilar, controlar, denunciar, calificar y castigar a sus gobiernos que tienen todas las sociedades democráticas ha desaparecido. O peor, a tenor de las declaraciones de Tomás Gómez y Juan Fernando López Aguilar, la función de la crítica democrática ya sólo sería tarea del Gobierno o, en este caso, de sus delegados en el partido.

La enfermedad es grave, quizá incurable, e incubaba sus peores virus antes del 11-M, pero ahora es insufrible. Resulta terrible que la mayoría de los medios de comunicación no estén dispuestos a aceptar lo obvio: Zapatero ha reducido la democracia como forma de vida, inseparable de una moral pública y de un comportamiento cívico, a un régimen político que, en el mejor de los casos, sólo es capaz de organizar los poderes y ofrecer un régimen de "derechos" tasados y medidos en función de los intereses del grupo dominante. La decadencia y degradación de este sistema político ha sido imparable. Ni la oposición política ni la sociedad civil han sido capaces de parar el derrumbe de la democracia como forma de vida. La reducción de la moralidad pública y del civismo "republicano" a los dictadosde un régimen político fundamentado en el uso abusivo de la organización de todos los poderes ha sido la clave de esta degradación.

Los futuros historiadores de la democracia estudiarán la imposición sectaria de las costumbres y creencias de este Gobierno al resto de la sociedad española. La degradación de la democracia española se convertirá en uno de los paradigmas de estudios del declive de las democracias occidentales. ¿O es que acaso no es un decadencia degradante que la principal función que tienen las sociedades democráticas de vigilar, controlar y calificar a sus gobiernos se la apropien, en realidad, la sustraigan gentes como Gómez y López Aguilar a sus legítimos poseedores políticos? Los ciudadanos están siendo violados, mientras la casta política mira para otro lado.

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