Colabora
Emilio Campmany

La moción posible

Los populares disponen de una posibilidad que no sé si han explorado suficientemente: hacer una moción de censura "destructiva", en la que Rajoy sólo pretenda disolver las cámaras y convocar elecciones generales para este otoño.

Es bien sabido que nuestra Constitución, para dar estabilidad al régimen, sólo consiente una moción de censura constructiva. Esto implica que un presidente de Gobierno no puede ser "censurado" sin que a la vez alguien no sea capaz de resultar investido. En la práctica, significa que toda moción de censura conlleva una sesión de investidura de un candidato opuesto al presidente.

Desde que el PP ganó las elecciones europeas, sus dirigentes insisten en que Zapatero debería plantear al Congreso la cuestión de confianza. Creen que, si lo hiciera, la perdería. Votarían en contra, con toda seguridad, los 154 del PP, los 10 de CiU, los 6 del PNV, los 2 de Coalición Canaria y Rosa Díez (173). Bastaría que se abstuvieran 5 de los 8 que suman los 3 de ERC, los 2 de IU, los 2 del BNG y la de Nafarroa Bai para que Zapatero tuviera que presentar su dimisión. Por eso, no se someterá a la cuestión de confianza. A cambio, sus pretorianos desafían al PP a que presente una moción de censura. CiU y PNV ya han dicho que no votarían la investidura de Rajoy si éste presentara su candidatura. Parece un motivo más que suficiente para que el PP no lo haga.

Sin embargo, los populares disponen de una posibilidad que no sé si han explorado suficientemente: hacer una moción de censura "destructiva", en la que Rajoy pretenda salir investido con un programa político de un solo punto: disolver las cámaras y convocar elecciones generales para este otoño. CiU y PNV podrían apoyar este programa político. Los dos partidos nacionalistas, acostumbrados a mandar en sus regiones y a estar en disposición de chantajear al Gobierno de la nación en Madrid, hoy no disfrutan de ninguna de las dos cosas. A corto plazo, una disolución anticipada de las cámaras les permitiría volver a disfrutar del chantaje al Gobierno de España si el PP gana las elecciones sin mayoría absoluta. Y a medio, podría devolverles el poder en sus regiones si la moción y la convocatoria de elecciones rompe la débil alianza PP-PSOE en el País Vasco, y en Cataluña se disuelve el Tripartito a consecuencia de la defección de ERC, IU o de ambos.

Rajoy no tendría que hacer un largo discurso de investidura. Le bastaría justificar por qué es necesario adelantar las elecciones y explicar que se presenta a candidato a la presidencia del Gobierno porque el que ostenta el cargo se niega a realizar tan necesaria convocatoria. Los 173 que suman PP, CiU, PNV, Coalición Canaria y UPyD podrían apoyar este exiguo programa. A la Esquerra, el Bloque, IU y Nafarroa Bai no les bastaría escudarse en su rechazo a Rajoy para no hacerlo, sino que tendrían que oponerse expresamente a las elecciones anticipadas, que es lo que significaría su "no" al gallego. Puede que, antes de hacerse cómplices de la pésima gestión que Zapatero está haciendo de la crisis, prefieran abstenerse y forzar la disolución.

La moción de censura conlleva riesgos, pero así configurada, tiene una oportunidad de triunfar. Sólo hace falta algo de lo que no sobra en Génova: coraje.

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