Cambio de ciclo
El fuerte desgaste que va a sufrir el Gobierno en los próximos meses puede conducir a una crisis de nuestro sistema político si el Partido Popular no es capaz de generar una alternativa capaz de ilusionar a una amplia mayoría de españoles.
La contundente victoria del Partido Popular en las elecciones europeas del pasado domingo ha supuesto una confirmación del cambio de ciclo político en España. En estas elecciones no sólo se ha puesto de manifiesto el desgaste del Gobierno de Zapatero por su pésima gestión de la crisis económica, sino lo que es más importante, ha consolidado la existencia de una alternativa capaz de generar confianza en los votantes.
La derrota electoral del PSOE va a complicar aún más una legislatura que Zapatero ya tenía muy difícil como consecuencia de la terrible crisis económica a la que ha conducido al país y por la creciente soledad parlamentaria en la que se encuentra el Gobierno. La derrota parece haber abierto por primera vez voces críticas dentro del propio partido, especialmente intensas en el caso de la federación socialista madrileña. Por otro lado, la pérdida de apoyo electoral en Cataluña ha venido a tensionar las siempre complejas relaciones con los socialistas catalanes, que se sienten cada vez más decepcionados por los continuos engaños de Zapatero.
Todo esto no significa que Zapatero vaya a caer de inmediato. No hay por el momento en el Congreso una mayoría alternativa que pueda ganar una moción de censura al actual presidente, aunque tampoco pueda descartarse en el futuro si la situación continúa deteriorándose. Pero la aprobación de los presupuestos para el año 2010 será ya una prueba decisiva para comprobar si Zapatero cuenta con un mínimo apoyo parlamentario para poder mantener viva la legislatura. El examen no se presenta fácil para el Gobierno con un elevado número de pequeños partidos dispuestos a vender muy caro su voto al Gobierno. La clave será la posición que adoptará una ERC que le tiene muchas ganas a Zapatero y eso pasa por que el Gobierno pueda resolver antes el sudoku de la financiación autonómica al gusto de los republicanos catalanes, sin levantar a los tradicionales feudos socialistas y sin que suponga un incremento suicida del déficit público en un momento de fuerte recesión. Lo único evidente es que la derrota electoral del PSOE no ayudará a buscar nuevos amigos.
Pero lo peor de la derrota electoral para el PSOE es la incapacidad de su líder para asumirla. Durante varios días Zapatero estuvo huido de la realidad. Cuando ha reaparecido ha sido para decir que todo sigue igual y que no tiene voluntad alguna de introducir cambio alguno en su estrategia política ni en su acción de Gobierno. Zapatero se muestra incapaz de reconocer ni uno solo de sus errores y su lejanía con el sentir ciudadano va en aumento.
Por su parte, el Partido Popular tiene ante sí una responsabilidad histórica para culminar el cambio político que se anuncia en nuestro país. Lo peor para el PP sería caer en el exceso de euforia o dar por culminado el trabajo. El fuerte desgaste que va a sufrir el Gobierno en los próximos meses puede conducir a una crisis de nuestro sistema político si el Partido Popular no es capaz de generar una alternativa capaz de ilusionar a una amplia mayoría de españoles. Ese es el gran reto que Mariano Rajoy ha asumido tras esta victoria.
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