Si el PP se decide a hacer verdadera oposición, debería recordar todas las semanas que el Gobierno no cuenta ya con el apoyo mayoritario de los españoles. Y debe incidir en que hay una alternativa real a los socialistas, que no se conforma con heredar el poder, y que tiene un plan de regeneración económica y política para España.
Los resultados de las elecciones europeas no son especialmente brillantes para el PP. Con cuatro millones de parados en la calle, y en unas elecciones sin coste para el elector y en las que se puede expresar un voto de castigo sin consecuencias en el reparto de poder en España, deberían haber ganado por no menos de cinco puntos. La ventaja sobre los socialistas, muy pobre, nada debe a Mariano Rajoy.
No es el PP el protagonista de estas elecciones, y de hecho Rajoy ha hecho lo posible por hurtar a su partido cualquier protagonismo. Es el PSOE y su líder, Rodríguez Zapatero. La crisis les está comiendo por los pies. Los españoles están anestesiados de tantos golpes de efecto que ya han perdido su impacto.
Pero Rajoy no debe olvidar el poder que tiene la izquierda movilizada. No hay más que ver lo que fueron los cuatro días de marzo de 2004. Jugar a que el INEM le gane las elecciones es suicida. Y tampoco debe olvidar que a sus espaldas hay una alternativa españolista y liberal, llamada UPyD, que se consolida en estas elecciones.
Por eso, porque es necesario recuperar la confianza en un nuevo liderazgo, porque es urgente echar del poder a los socialistas, este es el momento de recuperar el proyecto de presentar una moción de censura contra el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Esta es la hora de Mariano Rajoy. Es la hora de que tome una determinación sobre su propio liderazgo, sobre su papel en el necesario cambio que necesita la sociedad española.