Don Jaime se va de merienda
Ignoro si el domingo Jaime Mayor podrá cenar a gusto, pero desde aquí le digo que se quede tranquilo, más aún si cabe, porque esta semana ha ido de merendola. Vaya si se lo merendó.
Se iba resistiendo una servidora a hablar sobre alguno de los debates de esta anodina cuando no pandillera campaña electoral, pero he decidido sucumbir finalmente a la tentación. Es que me pierden ciertas cosas, no tengo remedio. Y qué le vamos a hacer.
No quería hacerlo, créanme. Aunque tampoco quería verlo y lo vi. Y francamente, tengo la sensación de que el pasado lunes por la noche pude ver un debate muy diferente al que muchos de los denominados tertulianos han descrito. O eso, o es que el supuesto criterio de quien esto les escribe es cada vez más asilvestrado y camina a su antojo, aunque por el momento y por fortuna siga siendo eso, criterio, para bien o para mal, que ya es bastante con los tiempos que corren.
Dejando al margen la tendencia actual de un formato de debate que no es tal, o por lo menos, no como yo lo quiero entender y dejando de lado la excesiva rigidez del mismo, hubo una diferencia abismal en cuanto a la exposición de planteamientos, así como de rigor y solvencia de los temas tratados entre uno y otro candidato. Casi tan amplia como la desfachatez y la mezquindad desplegadas por el actual ministro de Fomento. Justo en el momento preciso, llegando a tiempo como ya va siendo costumbre para chapotear a gustito en el charco del fango electoral, que no es otro que su hábitat natural.
Al parecer, a José Blanco, al que tanto le gusta revelar supuestos gastos referentes a la seguridad de José María Aznar habrá que recordarle que no sólo se trata del ex presidente del Gobierno, le guste a él o no, sino que, además, se trata también de una persona que salió ilesa de milagro tras el atentado de la banda terrorista ETA perpetrado contra él en 1995 y cuya onda expansiva causó heridas de diversa consideración a 16 personas, falleciendo una de ellas poco después. Así que, ministro, una vez más, ha sido de lo más oportuno y gracioso.
Y mientras José Blanco se revuelve en el barro del que nunca tenía que haber salido, sigo con lo mío, que me despisto. Volvamos al debate del que no quería hablar. De entrada, Juan Fernando López Aguilar se ha apresurado a hacer los deberes y está estudiando para el examen, pero en la prueba eliminatoria de materia no tuvo en cuenta que Jaime Mayor Oreja le llevaba cinco añitos de ventaja. Período en que el candidato popular, que es un tipo serio y por lo tanto a lo que se dedica en Bruselas es a trabajar, le propinó un claro repasito. Por cierto, Juan Fernando, repaso es el que deberías darle a quien te preparó los gráficos con colorines, que con tanto número equivocado no cabían en el recuadro de la pantalla, aunque debo decir que me extrañó bastante porque coloreando sois unos auténticos campeones.
Como también son fabulosos con los revival, mira que les gustan. En esta ocasión, no se les ocurre otra cosa que escoger un tema de Karina para tararear aquello de "cualquier tiempo pasado nos parece mejor". Uf, qué pereza, Juan Fernando. Y a todo esto, Jaime Mayor a lo suyo, sin inmutarse, no sabe la envidia que me produce esa serenidad. Probablemente no sería mi elegido para irme a tomar unas copas, pero como tampoco está aquí para eso, pues cada cual a lo suyo.
Otra cosa. ¿Cómo puede el candidato popular estar hablando de la dramática situación que están atravesando muchos trabajadores autónomos, del permiso de paternidad, de las demagógicas palabras de la carta que ha enviado el PSOE para pedir el voto, mientras el candidato socialista va poniendo muecas como si estuviera conteniendo una sonora carcajada? Cada día entiendo menos a los asesores, de verdad. Bien es cierto que con el panorama que tenemos, pocas caras hay para poner.
En otra ocasión abordaremos a fondo el formato en sí de los debates electorales que, como tantas otras cuestiones está muy lejos de lo que es práctica común en las democracias más asentadas –como las anglosajonas– donde cabe esperar una enriquecedora y auténtica batalla dialéctica, enfrentándose los candidatos a las preguntas incómodas de los periodistas y no como aquí, que tenemos que asistir a diferentes speeches de minuto y medio, previamente pactados.
De todas maneras, ignoro si el domingo Jaime Mayor podrá cenar a gusto, pero desde aquí le digo que se quede tranquilo, más aún si cabe, porque esta semana ha ido de merendola. Vaya si se lo merendó.
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