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Eduardo Pedreño

La culpa de todo la tiene internet

Resulta esencial que la industria de los contenidos aparque su tecnofobia, abrace los métodos de distribución de la nueva era, se ponga manos a la obra y deje de perder energías en la fútil lucha contra la piratería.

Sorprende que en pleno 2009 todavía andemos discutiendo de ciertos temas, que a estas alturas deberían estar superados. Pero aquí estamos. Otra vez con la matraca de que internet es el hombre del saco de la industria de los contenidos, y de que la creatividad perecerá y el caos reinará si no se le pone freno. En Francia están en ello y, aunque hablaremos de ello en otro momento, el país vecino va a ser un ensayo de lo que pasa cuando criminalizas a la sociedad en su conjunto. La ley seca también se revocó. En Estados Unidos, el consejero delegado de Sony Pictures manifestó hace poco: "No veo nada bueno que haya salido de internet. Y punto"

El genio iluminado que pronunció estas palabras, Michael Lynton, tuvo a bien hace unos días desarrollar su postura en un artículo en el Huffington Post. Su tesis principal es que toda la industria de los contenidos ha sufrido enormes daños por culpa de internet, incluyendo cine, música, periódicos y libros. Y la causa fundamental de ese daño ha sido la piratería. Lo cual ya es de por sí llamativo, porque no recuerdo grandes titulares relacionados con la piratería de libros o de periódicos. 

Que la industria de los contenidos está en un cruce de caminos no es nada nuevo. Que no saben hacia dónde ir, tampoco. Que disparan a lo primero que se mueve sin estudiar detenidamente su impacto o sus consecuencias, tampoco. El trascendental cambio de la industria tiene componentes estratégicos de tal calado que la piratería es tan sólo uno de ellos y ni siquiera el más importante. Algunos argumentos al respecto:

La falta de adecuación de la industria a estos aspectos es lo que debería quitarle el sueño al señor Lynton, y no que cuatro millones de personas se bajaran la película de Lobezno (¿cuántos la vieron realmente? ¿Y en el cine, cuántos millones la han visto?). Bajarse un contenido no significa consumirlo, sino solamente descargarlo, un acto de curiosidad, un try before you buy de los usuarios que más contenido consumen. Es decir, de los usuarios que más dispuestos están a pagar por ello.

La piratería es lo de menos. Lo de más es que la industria de los contenidos aparque su tecnofobia, abrace los métodos de distribución de la nueva era, se ponga manos a la obra y deje de perder energías en la fútil lucha contra la piratería. Eso implica mayor agilidad, probablemente implique ganar menos dinero (o más bien, márgenes razonables), y sin duda no volveremos a la poderosa industria del siglo XX, pero también implica sobrevivir. Si lo hacen bien, la piratería pasará a ser un fenómeno anecdótico y poco relevante económicamente hablando (en muchos aspectos, ya lo es). Si siguen como hasta ahora, las guerras de la propiedad intelectual continuarán dentro de 10, 15 años, sin solución de continuidad y sin ningún equilibrio de fuerzas: el consumidor se saldrá con la suya, cueste lo que cueste. La corporación, no.

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