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La marca del lado oscuro

Dice Ramón Jáuregui que en el PP "hay derecha dura" para defender el indefendible vídeo. No, Ramón, lo que hay en este país es mucho caradura.

Ahora que el maestro Quino está descansando tras más de 50 años de geniales reflexiones de Mafalda y su cuadrilla, ahora que el ministro Miguel Sebastián está en silencio sin ofrecernos originales propuestas para combatir esta crisis tan nuestra y ahora que ya sabemos que las Pringles son snack de patata y no cualquier otra cosa –como pretendían hacer creer los pillastrones de Procter&Gamble a la Corte de Apelación británica para ahorrarse pagar el IVA correspondiente– ahora, en definitiva, que parece que el ingenio está algo tocado, reaparecen los Pepiño's boys en la escena electoral para deleite de todos los ciudadanos europeos. Y en concreto de los españoles, faltaría más.

Siempre había jugado con la idea de poder dar el nombre a una de estas columnas de una fantástica película de Steven Soderbergh, Sex, Lies and Videotape y nunca encontraba la ocasión. Y ahora que desde la calle Ferraz me ofrecen todos los ingredientes en bandeja para poder llevar a cabo mi deseo, va y me reprimo por considerar que era demasiado obvio y fácil. Si es que nunca estamos contentos con lo que tenemos.

Desde que Alfons Arús abandonó el exitoso programa Videos de Primera hace ya unos cuantos añitos, los activos productores de la factoría PSOE andaban inquietos y no sabían cómo canalizar todas esas cintas que tenían acumuladas, así que se han reunido un grupito de amigotes en torno a un bol de palomitas grasientas y han dado rienda suelta a su imaginación, no sin una buena dosis de bilis como aderezo.

Pero lo peor de todo no es el mal gusto, la falta absoluta de respeto hacia unos mínimos exigibles en toda contienda electoral o la ausencia total de cualquier atisbo de rigor en ninguno de sus planteamientos. Lo más grave es la convicción de estos chicos, capitaneados ahora por una Leire Pajín entregada por completo a la causa, de que los españoles somos definitivamente imbéciles. Eso es lo preocupante.

Tras mostrarnos a un camarero con malas pulgas diciendo que los inmigrantes nos quitan el trabajo, a un cura con pintilla de cínico afirmando que en Europa sólo hay sitio para una religión, a una british algo pija saliendo de hacer la compra apuntando la necesidad de que la sanidad sea privada, a un agricultor italiano negando frente a sus viñedos que exista ningún cambio climático, a un supuesto empresario español sentenciando su creencia en el despido libre, a una parisina muy puesta defendiendo la pena de muerte y a un skin head que, mientras le contempla su primo el de zumosol, levanta el puño y califica la homosexualidad de enfermedad, nos dicen ahora que se trata de un vídeo "movilizador". ¿Movilizador de qué? ¿Del buen rollito, acaso?

Si yo fuera una de esas organizaciones tipo Nunca Mais, que parece que ya han salido a la calle tras hibernar cuatro largos años cuales ositas polares, me movilizaría rápidamente. Por supuesto que sí. Y aprovecharía para reclutar a todos los colegas de pancarta de toda España para hacerles saber que los electores no son tan memos como los de la pandilla de la calle Ferraz quieren hacer ver con vídeos insultantes a la inteligencia de los simples mortales.

Y de otra cosa me preocuparía. Porque ya sabemos que el subconsciente es muy traidor y cuando alguien se revuelve en porquerías mentales y las lanza en forma de mensaje electoral para un supuesto desprestigio de los adversarios, quizás sea este alguien quien tiene el verdadero problema de fondo y sí sea lo que realmente piensa donde se esconde el auténtico lado oscuro.

Dice Ramón Jáuregui que en el PP "hay derecha dura" para defender el indefendible vídeo. No, Ramón, lo que hay en este país es mucho caradura. Y en algunas de estas caras ya ha asomado la cicatriz que nunca acaba de curar. Ese es el problema.

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