Como hasta los lectores menos avisados conocen, José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, es un dirigente terrorista etarra. Este sanguinario pájaro de cuentas escapó en 2002 de la justicia antes de que lo empapelaran por su responsabilidad en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza de 1987 que causó once víctimas mortales, cinco de ellas niños. Antes, en 1991 y cumplida condena por otros delitos terroristas, fue parlamentario batasuno y entró a formar parte de la comisión de ¡derechos humanos! del Parlamento Vasco.
Arzallus declaró entonces que aquello le parecía "estupendo". El resto del nacionalismo dizque democrático reaccionó, como era de esperar, de manera tibia y con declaraciones repulsivas. Un asco, como siempre. Este negro episodio constituye otra muestra de cómo la democracia española ha maltratado concienzudamente a sus víctimas. Pero ahí no terminó todo. El maldito proceso de negociación con ETA contó con Ternera como principal interlocutor. Entre los infames estrategas de siempre, se le pinta como a uno de los etarras buenos que quieren negociar de veras.
Oiga, qué bien; sólo es con cargo a la sangre de cientos de españoles asesinados y miles de heridos por destruir nuestra nación. ¡Qué favor nos hace el tipejo negociando! Como si tuviera para ello más legitimidad que un violador, un traficante de drogas o un pederasta. Bien, tras el fracaso del funesto proceso se ha pisado el acelerador en la acción policial y judicial contra la ETA y su entorno; en el País Vasco PSE y PP han sacado adelante un pacto para que Patxi López forme gobierno. Estupendo. ¿Y qué hay de nuevo en esto que nos cuenta usted?, preguntará el paciente lector. Pues que hay un pero como una vaca de grande. O mejor dicho, como dos terneras.
La revista Época informó días atrás de que Ternera y su hijo pastan a 130 kilómetros de Venecia con el conocimiento del CNI. El reportaje aporta incluso una foto del ungulado joven, Egoitz Urrutikoetxea. En un país normal, que no es nuestro caso, esta noticia habría generado un revuelo considerable, incluso planeando sobre el Debate del estado de la Nación. Pero en España no pasa nada. No he escuchado a los políticos pedir una investigación del asunto. Oiga, callados como momias, en perfecta sintonía. ¿Será esta postura común, sobre todo en el caso de los dos grandes partidos, hija del famoso, no escrito y no explicado nuevo acuerdo en materia terrorista que don José Luis y don Mariano escenificaron en julio de 2008 en Moncloa?
Otra cuestión inquietante: ¿alguien ha escuchado a la AVT y a las otras asociaciones de víctimas –todas ahora tan pulquérrimamente despolitizadas– pronunciarse al respecto reclamando la investigación del asunto y la detención de los terneras? Yo no. Bien es verdad que estoy pendiente de que este jueves la enfermera extraiga un par de tapones de mis oídos. Según publicaba Terra Actualidad-Efe el 30-09-08 el actual presidente de la AVT, García Casquero, declaró en Warrington –noreste inglés– que "No es la labor de las víctimas perseguir a un gobierno para que persiga a los terroristas". Vaya, será eso y no mi cerumen.
Finalmente ha sido un ciudadano osadamente politizado –¡pecado!– persecutor de gobiernos, de recursos económicos menguados, hermano y tío de tres jovencísimas víctimas del atentado ordenado por Ternera contra la casa cuartel de Zaragoza, quien se ha personado en la Audiencia Nacional para denunciar el asunto que descubre Época. Allí pidió la detención de los matarifes Urrutikoetxea. Efectivamente, ese ciudadano es Francisco José Alcaraz. Mientras, la AVT está entretenida reafirmándose sin pies ni cabeza en el error de demandar judicialmente al periodista Carlos Dávila y a la revista Época, precisamente quienes aportan el reportaje sobre la plácida residencia de los ungulados Urrutikoetxeaen Italia.
Esta nuestra España, improbable pero real, ha debido volverse loca o malvada. Pienso que la negociación nunca ha terminado de apagarse. Si ZP reavivara su fuego pocas esperanzas cifraría yo en la bizarría de don Mariano. Cuentan que en una de la primeras reuniones de la Ejecutiva popular tras la derrota electoral de las últimas generales, hubo reflexiones inquietantes en torno a la negociación con la ETA y el papel colaborador que debiera haber jugado el PP, suponiendo que de ese modo habría conseguido una mayor cosecha electoral. Conque llegado el caso, si las asociaciones siguieran en eldespolitizado Belén con el pastor Uribes –el sucesor de Peces– y si el principal partido de la oposición se quedara de perfil... el pastel estaría servido. Esto suena incómodo y escucharlo ahora da pereza ¿qué no? Es como lanzar una pedrada sobre la calma y tersa superficie de este bonito lago de quietud unitaria. Bien, ojalá descubramos con el tiempo que me equivoco. Pero entre tanto quiero saber unos porqués. En primer lugar los de Zapatero para no trincar a dosternerasque se solazan en los pastos de Italia o de media Europa. En segundo lugar los de la oposición y las dirigencias de las asociaciones de víctimas por su mudez ante lo publicado al respecto. Creo que tomaré la precaución de sentarme.