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Eduardo Pedreño

Microsoft y la irrelevancia

Microsoft camina hacia la irrelevancia porque las batallas del sector no se van a librar en los campos que Bill Gates manejó con maestría durante 20 años, sino en territorio casi desconocido.

Hace unos días nos despachábamos con la primera caída interanual de las ventas de Microsoft en 23 años, en un 6%. Nada de qué sorprenderse en medio de la actual crisis. Salvo que los resultados de Apple, Google y otras empresas de la industria habían estado por encima de las expectativas y en un entorno de crecimiento. Microsoft sigue siendo rentable (muy rentable) y sus resultados son sólidos, pero sus enemigos empiezan a tener muy claros los talones de Aquiles del gigante: la obsolescencia y, frente a muchos de los retos del futuro del software e internet, una inevitable tendencia a la irrelevancia.

El fenómeno tiene su origen hace ya bastantes años, cuando Microsoft se negó a reconocer la importancia de internet y empezó a llegar tarde y con cheques en blanco a todos los nuevos retos que se planteaban en aquel entonces. Pero desde que Google arrancó su vertiginoso crecimiento en 2002 Microsoft empezó a tener un problema muy grave que, en lugar de solventar durante estos años, no ha hecho más que empeorar. Veamos los síntomas:

En resumen, que el panorama que pintábamos ya hace 4 años es real, muy real, y Microsoft, pese a haber mejorado en muchos aspectos (no en vano tiene a un genio como Ray Ozzie entre sus filas), no ha sabido concretar y sigue llegando tarde y mal a todas partes. Microsoft camina hacia la irrelevancia porque las batallas del sector no se van a librar en los campos que Bill Gates manejó con maestría durante 20 años, sino en territorio casi desconocido: móviles, publicidad multisoporte (web, móvil, aplicaciones), servidores de internet (donde pugna con Linux y Apache desde hace años), cloud computing, nuevos dispositivos de acceso (MIDs, netbooks, etc...) y otras batallas que se están gestando y en las que ya no cabe esperar mucho de Microsoft.

La empresa de Bill Gates mantiene su nicho, su monopolio y el proceso de decadencia que comenzó hace años no es inmediato. Pero si muchos avisaban antes del lanzamiento de Windows Vista de que podía no tener tanto éxito como sus predecesores, ahora debemos volver a hacerlo amparados por los hechos. Windows (en su enésima encarnación, 7) puede perpetuarse como monopolio durante muchos años aún, pero tiene competidores cuyas cualidades mejoran día a día: Ubuntu, Mac OS, y el propio Windows XP. Ese monopolio puede ser muy bonito, pero cada vez es más irrelevante. La incógnita que debe despejar Microsoft es si sabe crecer en sus mercados no naturales sin el apoyo de sus monopolios. Y esa es una pregunta difícil de contestar.

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