Hace unos días nos despachábamos con la primera caída interanual de las ventas de Microsoft en 23 años, en un 6%. Nada de qué sorprenderse en medio de la actual crisis. Salvo que los resultados de Apple, Google y otras empresas de la industria habían estado por encima de las expectativas y en un entorno de crecimiento. Microsoft sigue siendo rentable (muy rentable) y sus resultados son sólidos, pero sus enemigos empiezan a tener muy claros los talones de Aquiles del gigante: la obsolescencia y, frente a muchos de los retos del futuro del software e internet, una inevitable tendencia a la irrelevancia.
El fenómeno tiene su origen hace ya bastantes años, cuando Microsoft se negó a reconocer la importancia de internet y empezó a llegar tarde y con cheques en blanco a todos los nuevos retos que se planteaban en aquel entonces. Pero desde que Google arrancó su vertiginoso crecimiento en 2002 Microsoft empezó a tener un problema muy grave que, en lugar de solventar durante estos años, no ha hecho más que empeorar. Veamos los síntomas:
- A pesar de haber gozado de un monopolio en los navegadores de internet, ahora mismo el Internet Explorer pierde cuota de mercado ante Firefox, lenta pero inexorablemente.
- Windows Vista es un fracaso sin paliativos reconocido por los propios directivos de la empresa. Microsoft se ha apresurado a preparar rápidamente el lanzamiento de Windows 7 para este mismo año, mucho antes de lo inicialmente previsto.
- El fenómeno de los netbooks ha pillado por sorpresa a Microsoft, ya que los primeros modelos que salieron al mercado funcionaban bajo Linux. El gigante de Redmond sólo ha podido contraatacar con un sistema operativo de siete años de antigüedad (XP) y ofreciéndolo a precios irrisorios con el único objetivo de frenar un potencial crecimiento de Linux en el escritorio. O peor, de evitar que el público general se dé cuenta de que el sistema operativo, en un mundo hiperconectado, es meramente instrumental frente a su papel decisivo en el pasado.
- En la batalla por el mundo móvil, Microsoft ha fracasado y pierde terreno sin remedio. El iPhone, en menos de dos años, tiene la mitad de la cuota de navegación en dispositivos móviles y Apple crece a pasos agigantados con un sólo terminal. Android, el sistema operativo de Google para móviles, para muchos ya supera técnicamente a Windows Mobile pese a su juventud. A pesar de haber tenido una cuota de mercado muy importante en este campo, Microsoft apenas sí había innovado en su sistema móvil en los últimos cinco años.
- El software se comoditiza, las alternativas libres y multiplataforma a los programas "propietarios" de siempre abren puertas que, tímidamente, los usuarios y las empresas empiezan a tomar. En el panorama del software libre, la crisis es la peor noticia para Microsoft, ya que los ahorros de costes empujarán a la adopción de soluciones técnica y económicamente óptimas.
- En el mundo de las aplicaciones web, los buscadores, o la publicidad online, Microsoft parece resignado a contentarse con nichos y sin una apuesta estratégica clara o tecnológicamente potente frente a sus competidores. Agrupa toda su oferta bajo la marca Live.com (como antes fue MSN.com), y pese a tener aspectos interesantes el gigante sigue sin enseñar los colmillos a sus competidores. El problema aquí es doble, no sólo no conquistan cuota de mercado sino que las aplicaciones que triunfan en la web 2.0 pueden prescindir alegremente de Windows por completo.
- Amazon ha marcado tendencia con su estrategia de cloud computing, que permite trasladar infraestructura informática (almacenamiento, computación, bases de datos, etc...) a la "nube" de internet. Tras él han salido muchas empresas con ofertas similares. Entre el montón está Microsoft, que aún está pendiente de concretarla. Otra vez tarde.
En resumen, que el panorama que pintábamos ya hace 4 años es real, muy real, y Microsoft, pese a haber mejorado en muchos aspectos (no en vano tiene a un genio como Ray Ozzie entre sus filas), no ha sabido concretar y sigue llegando tarde y mal a todas partes. Microsoft camina hacia la irrelevancia porque las batallas del sector no se van a librar en los campos que Bill Gates manejó con maestría durante 20 años, sino en territorio casi desconocido: móviles, publicidad multisoporte (web, móvil, aplicaciones), servidores de internet (donde pugna con Linux y Apache desde hace años), cloud computing, nuevos dispositivos de acceso (MIDs, netbooks, etc...) y otras batallas que se están gestando y en las que ya no cabe esperar mucho de Microsoft.
La empresa de Bill Gates mantiene su nicho, su monopolio y el proceso de decadencia que comenzó hace años no es inmediato. Pero si muchos avisaban antes del lanzamiento de Windows Vista de que podía no tener tanto éxito como sus predecesores, ahora debemos volver a hacerlo amparados por los hechos. Windows (en su enésima encarnación, 7) puede perpetuarse como monopolio durante muchos años aún, pero tiene competidores cuyas cualidades mejoran día a día: Ubuntu, Mac OS, y el propio Windows XP. Ese monopolio puede ser muy bonito, pero cada vez es más irrelevante. La incógnita que debe despejar Microsoft es si sabe crecer en sus mercados no naturales sin el apoyo de sus monopolios. Y esa es una pregunta difícil de contestar.