Purgando culpas
¿Qué modelo educativo tan perverso tenemos que permite que los niños puedan cursar la mayoría de las asignaturas en francés, alemán o inglés pero consideran una amenaza que los niños dediquen tres horitas a aprender la lengua que hablan sus vecinos?
Don César Antonio Molina no ha sido el único ministro relevado de su cargo con el fin de dar entrada en el Gobierno a personas más dispuestas a tragar con el chantaje nacionalista en temas tan fundamentales como la financiación autonómica, las inversiones en infraestructuras, la educación y la cultura. Si la VIII Legislatura fue la del buffet estatutario –pasen, pasen y llévense el pedazo de río, el aeropuerto o las cercanías ferroviarias que deseen–, la presente está llamada a completar ese trabajo desarbolando los pocos principios comunes que todavía quedan en pie. Ese es el precio que va a pagar el Sr. Rodríguez Zapatero para salvar la que promete ser la más aciaga de todas las legislaturas desde el advenimiento de la democracia.
Otra de las víctimas de la última remodelación ha sido la Sra. Cabrera Calvo-Sotelo, fichaje estrella del PSOE en las elecciones generales de 2004 y ministra de Educación y Ciencia desde el 11 de abril de 2006 hasta el 7 de abril de 2009. Catedrática de Historia del Pensamiento y Movimientos Sociales en la Universidad Complutense, su nombramiento vino a confirmar la importancia que el Sr. Rodríguez Zapatero concedía a la enseñanza, en general, y a la enseñanza universitaria, en particular, como motor del desarrollo económico y social. Tras la apagada etapa protagonizada por la Sra. Sansegundo, su antecesora en el Ministerio, se esperaba que la Sra. Cabrera pilotara el proceso de adaptación de la universidad española al nuevo marco universitario europeo y desarrollara la Ley Orgánica de Educación (LOE), aprobada un mes después de su nombramiento, pero que ella, como presidenta de la Comisión de Educación en el Congreso, conocía muy bien.
La LOE fue aprobada en el Congreso con el apoyo del 53% de los diputados del PSOE, ERC, PNV, IU-ICV y CC; CiU se abstuvo. Pronto comenzaron, sin embargo, las desavenencias entre el Ministerio de Educación y los nacionalistas catalanes. Para desarrollar la LOE, la Sra. Cabrera elaboró dos Reales Decretos de enseñanzas mínimas para la educación primaria (1513/2006 de 7 de diciembre) y secundaria (1631/2006 de 29 de diciembre) que levantaron ampollas en el PSC, ERC y CiU. Pocos días después de su aprobación, el 21 de enero de 2007, el Sr. Montilla, presidente de la Generalitat de Cataluña y secretario general del PSC, anunciaba la presentación de un recurso contra el decreto de enseñanzas mínimas ante el Tribunal Constitucional por "invadir competencias propias" y la elaboración de una ley de educación de Cataluña con el propósito de hacerlos inefectivos. Pocos días después, el 13 de febrero de 2007, la Generalitat adoptó la decisión de recurrir el decreto 1513/2006 y la ministra respondía así a una pregunta formulada al respecto: "Esos reales decretos han pasado todos los trámites necesarios, han pasado por el Consejo Escolar, por el Consejo de Estado y el Gobierno piensa que no invaden ninguna competencia y se mantiene en esos textos, que son los que piensa que garantizan las enseñanzas comunes".
A petición del PP y de ERC, el 27 de febrero de 2007 comparecía el Sr. Tiana Ferrer, secretario general de Educación, ante la Comisión de Educación del Congreso para explicar el contenido de los decretos. Tras su exposición, los nacionalistas catalanes mostraron su frontal oposición a ambos decretos, especialmente al de enseñanzas mínimas en primaria, con los peregrinos argumentos de que se había traicionado el espíritu de la propia LOE y se había –¡cómo no!– incumplido el Estatut de Cataluña, al invadir competencias de la Generalitat y cambiar el modelo educativo catalán. Sin duda, lo que más irritación causó fue que el decreto, como reconoció la Sra. Cañigueral Olivé de ERC hubiera impuesto "una tercera hora de castellano en toda la primaria, que en el caso de los dos primeros años se eleva a tres horas y media". Aunque según la diputada ERC apostaba por una "sociedad trilingue, en algunos casos tetralingüe" y porque "los catalanes y catalanas puedan comunicarse en catalán, en castellano y en inglés a la perfección", su grupo rechazaba el decreto porque reforzaba "la lengua más fuerte y no la más débil". En términos similares se expresó la Sra. Pigem i Palmés representante de CiU quien tras manifestar el desagrado y rechazo hacia los decretos, acusó a la ministra de faltar a su palabra al incurrir en "una clara invasión competencial" y de cambiar "el modelo de educación e integración que tiene Cataluña", donde "si hay que reforzar alguna lengua es el catalán y no el castellano", como indican los estudios comparativos realizados por el Consell Superior d’Evaluació del Sistema Educatiu de Catalunya con alumnos de segundo de ESO.
No hay pues ninguna duda: ERC y CiU rechazaron los decretos de enseñanzas mínimas elaborados por la Sra. Cabrera para desarrollar la LOE y, en particular, el de enseñanza primaria que impone la obligación de que los niños dediquen tres horas y media en el primer ciclo y tres horas en los otros dos ciclos semanales al aprendizaje de la Lengua y Literatura castellanas. ¡Qué horror! ¡Qué injerencia del Gobierno y mancilla al Estatut! ¡Qué amenaza para el modelo catalán de enseñanza que los niños de 6 y 7 años dediquen tres horas y media de las 35 horas semanales a aprender Lengua y Literatura castellanas! El ridículo alcanzó su cénit cuando la diputada de ERC se refirió a la apuesta de su partido por alcanzar una sociedad trilingüe o incluso tetralingüe, algo que, supongo, la diputada espera alcanzar con ayuda del Espíritu Santo, es decir, sin que los niños reciban más horas en castellano, inglés o aranés para no romper el modelo educativo catalán. Estas fueron pues las excusas esgrimidas por los partidos nacionalistas ante una exigencia tan razonable y hasta pacata de que en cualquier comunidad de España los niños dediquen al menos el 10% del tiempo a aprender el idioma que les permitirá comunicarse y poder desenvolverse con soltura en Andalucía, México, Asturias, Argentina, El País Vasco, Castilla-León o Nicaragua y, hasta si me apuran, en Francia o Alemania.
En su respuesta, el secretario general de Educación, subrayó el carácter general del decreto, dirigido a regular las enseñanzas mínimas en el conjunto de España, no "a regular qué se debe hacer en Cataluña" y aclaró que eso incluye establecer los horarios "según una sentencia del Tribunal Constitucional". El Sr. Tiana descartó asimismo que "este decreto ataque ningún modelo de escuela ni, por supuesto, ninguna política de inmersión lingüística; lo único que dice es el número de horas mínimo que se debe dar de cada materia y no cómo se hace, cómo se organiza, cuáles son los criterios de inmersión, etcétera". Pero la diputada de ERC, hablando también en nombre de CiU, volvió a insistir en su réplica que es el conocimiento del catalán es que sale peor parado en la comparación de ambas lenguas y concluyó que "no hay condiciones objetivas para aumentar las horas de clase del castellano" pues "la competencia lingüística en catalán de los alumnos y alumnas cuando terminan la ESO está muy por debajo del castellano". La diputada terminó acusando al Sr. Tiana de no querer "entrar a discutir estos resultados de las evaluaciones", cuando el objetivo del Gobierno español "debería ser asegurar el conocimiento de todas las lenguas oficiales".
A mí sí que me gustaría entrar a discutir los resultados de esas evaluaciones. Teniendo en cuenta que los niños dedican 33 horas a estudiar en catalán todas las materias del currículo y tan sólo 2 horas a Lengua y Literatura castellanas, ¿qué conclusión podemos sacar si el nivel de conocimiento del catalán es inferior al del castellano al finalizar la ESO? Aquí van tres posibles respuestas. Primera, los maestros no saben catalán y les explican las materias en mandarín. Segunda, el cerebro de los niños catalanes es refractario al catalán. Y, tercera, las pruebas que realiza el Consell Superior d’Avaluació del Sistema Educatiu de Catalunya para medir el conocimiento de ambos idiomas no son comparables, siendo mucho más exigentes las pruebas en catalán. ¡Seamos serios, por favor! Si un niño aprende los nombres de los mamíferos, los nombres de los elementos de la tabla periódica, los accidentes geográficos o las figuras geométricas en catalán e ignora esos nombres en castellano, ¿cómo es posible que los resultados de las pruebas indiquen que la competencia lingüística en catalán es inferior a la competencia en castellano? Me temo que la Generalitat está manteniendo con dinero público un organismo útil únicamente para que los nacionalistas puedan seguir diciendo que el castellano no necesita más horas.
Volviendo al tema principal. ¿Qué modelo educativo y Estatut tan perversos tenemos que permiten que los niños en Cataluña puedan cursar la mayoría de las asignaturas en francés, alemán o inglés en el Liceo francés, el Colegio alemán o el colegio Europa, respectivamente, pero consideran una amenaza que los niños dediquen tres horitas a aprender la lengua que hablan sus vecinos, sus familiares, los ciudadanos de otras autonomías y cientos de millones en América y en todo el planeta? Pone los pelos de punta pensar que señoras diputadas que perciben magníficos sueldos pagados con nuestros impuestos puedan decir estas gansadas sin que las corran a gorrazos.
¿Qué ha ocurrido desde aquel momento de álgido enfrentamiento entre la Sra. Cabrera y los nacionalistas catalanes? El Honorable Sr. Montilla ha incumplido los decretos de enseñanzas mínimas con total impunidad para complacer a sus socios de ERC que han manifestado en varias ocasiones que no entrarán en vigor en Cataluña mientras ellos estén en la Generalitat. El Tribunal Constitucional, en su línea, sigue sin resolver el recurso de inconstitucionalidad presentado por la Generalitat hace más de dos años. La Sra. Cabrera ha preferido mirar hacia otro lado mientras ha sido ministra, pero su vergüenza le ha impedido derogar los decretos como le exigían los partidos nacionalistas. El Sr. Rodríguez Zapatero a comienzos de esta Legislatura, en otra de sus incomprensibles piruetas, dejó a la ministra universitaria sin competencias sobre Universidades y las traspasó al nuevo Ministerio de Innovación y Ciencia. Un año después el presidente ha despedido a la Sra. Cabrera, incómoda compañera de viaje ahora que toca pactar de nuevo con los nacionalistas catalanes, y ha puesto al frente del Ministerio al Sr. Gabilondo. Aguardo con impaciencia su primera comparecencia ante la Comisión de Educación en el Congreso para comprobar cómo reacciona ante las demandas de los nacionalistas catalanes. No sé si para la ocasión le servirán de mucha ayuda su obra de juventud,Lo más popular
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