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Obama al baño María

El mundo no se está comportando como Biden preveía. En lugar de una gran crisis, a lo que se enfrentan los Estados Unidos de Obama es a una sucesión de pequeños incidentes, de baja importancia tomados de uno en uno, pero que acumulados sí tienen relieve.

Decía Sir Winston Churchill que los americanos siempre acaban haciendo lo correcto después de haber agotado todas las otras opciones. Y tenía razón. Estados Unidos es una nación pragmática, orientada a la búsqueda de soluciones, pero al mismo tiempo con una curva de aprendizaje extremadamente lenta. Se ha podido comprobar en Irak hace poco, donde ha llevado más de cuatro años entender qué medidas y estrategias eran las eficaces, y se está viendo con el lento arranque de la Administración Obama.

Aún peor. Es altamente probable que Obama no esté aprendiendo nada a tenor de sus respuestas a los retos que le plantea el mundo, desde la economía a la seguridad nacional. Joe Biden, su flamante vicepresidente afirmó antes de su victoria electoral que si Obama ganaba la Presidencia, el mundo le plantearía alguna sorpresa estratégica desagradable en sus primeros seis meses al frente de la Casa Blanca. Su idea era algo tan espectacular como el 11-S.

Sin embargo, el mundo no se está comportando como Biden preveía. En lugar de una gran crisis, a lo que se enfrentan los Estados Unidos de Obama es a una sucesión de pequeños incidentes, de baja importancia tomados de uno en uno, pero que acumulados sí tienen relieve. Es más, no es tan importante la naturaleza de cada reto cuanto la respuesta que provoque en el nuevo equipo presidencial, pues a Obama el mundo sí le está tomando sus medidas.

Lo malo es que un presidente con mentalidad pre 11-S puede que no esté preparado para entender el universo estratégico del 2010. Si esperaba una gran acción en su contra, se ha equivocado. Rusia ha reconocido sus límites y la discusión gira ahora sobre asuntos de menor envergadura; Irán sigue jugando al ratón y al gato con su programa nuclear, pero sin grandes aspavientos ni provocaciones gratuitas; cierto, Corea del Norte ensaya un misil intercontinental, pero ese es un acto muy lejos de provocar una guerra. No, a lo más que Obama debe enfrentarse es a una frontera porosa entre Pakistán y Afganistán y a una panda de piratas en las aguas de Somalia.

¿Enemigos irrelevantes? Sería un grave error pensar así porque las imágenes que nos llegan son las de unos desarrapados. Si Estados Unidos no actúa con decisión contra ellos, el resto de amigos y enemigos tomará buena nota de su inacción y se sentirán más capaces de perseguir sus intereses aunque choquen con los de Washington. Fue el caso del buenazo de Jimmy Carter mientras fue presidente. Sólo que ahora el mundo es más complejo y menos sujeto a lo que las superpotencias dicten.

A Obama puede que le esté sucediendo como a la rana en agua caliente: si se la arroja al agua hirviendo, salta escopetada de la olla para ponerse a salvo; pero si se la introduce en agua fría y lentamente se va aumentando la temperatura, acabará por cocerse sin darse cuenta. Lenta pero inexorablemente.

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